Era un caso de vida o muerte, y había que actuar rápido. Si no, el pequeño animal moriría. Así que Paul La Fonte, francés de treinta y siete años de edad y amante de los animales, procedió a hacer la resucitación boca a boca.
Pero el animal moribundo no era un cariñoso gatito. Era una pequeña cobra recién traída de la India. Había sido pisada por un automóvil al sacarla de la jaula, y por no dejarla morir, Paul sopló aliento en los pulmones del ofidio.
La cobra revivió, y lo primero que hizo fue clavar sus colmillos en los labios de su salvador. Los diarios de Avignon, Francia, al comentar el caso, concluyeron: «El beso francés entraña peligros, pero el de este hombre fue el más mortal de todos.»
Este no ha sido el único caso de un beso mortal. En los novelones que se publicaban a principios de siglo era común que dos amantes decepcionados se suicidaran mutuamente bebiendo el mismo veneno, tomándolo el uno de la boca del otro.
Hay otros besos que así mismo hieren, estropean, golpean y matan; por ejemplo, los que empinan la botella de licor porque ya ni los grandes vasos los satisfacen, y sorben con avidez trago tras trago. Ese beso que le dan a la botella resulta ser, para muchos de ellos, un beso mortal.
Los pequeños que, por seguir el ejemplo de los grandes, consiguen un cigarrillo de marihuana y se lo pasan el uno al otro, están también causándose la muerte con el beso que dan en la maldita aspirada.
Lo mismo ocurre con los que se inyectan una jeringa hipodérmica. El beso fatal que se dan con la aguja, no con los labios pero sí con las venas, no sólo los deja endrogados, sino que por la transmisión tan frecuente del virus del SIDA también les resulta ser un beso mortal.
El que besa la boca de la mujer ajena está también dando un beso de muerte. El adulterio es la muerte del matrimonio. Podrá parecer dulce en el momento, pero es un beso mortal.
Las ambiciones deshonestas, así como las pasiones desenfrenadas, son fuego y son veneno. Ceder a ellas es ceder a un beso mortal.
¿Cómo podemos evitar ser víctimas de esta clase de beso mortal? Haciendo de Jesucristo, y de sus leyes morales, el patrón de nuestra vida. Es que si Cristo es nuestro Salvador, si Él es nuestro Señor, si Él es quien motiva todas nuestras acciones, nos veremos entonces libres de toda mala consecuencia. Permitamos que Cristo sea el Señor de nuestra vida. Él nos salvará de todo beso mortal.
lunes, 22 de noviembre de 2010
sábado, 20 de noviembre de 2010
EJEMPLO DE RECTITUD, INTEGRIDAD Y JUSTICIA
El espectáculo era apasionante, al extremo de ser morboso. Unas cincuenta personas lo contemplaban ávidamente. Se trataba de una joven de dieciséis años de edad, de la ciudad Ho Chi Min, en la antigua Saigón. Ella intentaba suicidarse, arrojándose de un alto puente al río que corría abajo. Las cincuenta personas, sin corazón, le gritaban: «¡Tírate! ¡Tírate!» Y en un momento dado, la adolescente, en efecto, se lanzó al agua.
Nueve personas corrieron al borde del puente para verla caer al agua. El peso acumulado rompió el frágil puente, y las nueve cayeron al abismo. Pero, cosa curiosa, la joven suicida se salvó, pues lograron rescatarla, mientras que los nueve mórbidos curiosos perecieron en las aguas.
A la gente como que le gusta los espectáculos morbosos, truculentos, dramáticos, trágicos; especialmente el espectáculo que dan los presuntos suicidas. Los espectadores no acuden necesariamente para mostrarles cariño y aconsejarles que conserven la vida. Al contrario, ansiosos de sangre y de desgracia ajena, gritan: «¡Tírate! ¡Tírate!»
Dicen que cuando se junta una multitud, el nivel intelectual de la gente desciende al del más bruto. Lo mismo pasa con el sentido moral. Éste también baja de grado conforme aumenta el monto de gente congregada.
«Las multitudes —concluyó Goethe— oyen mejor los gritos que las razones.» Cuanta más gente se reúne en un lugar para vociferar y gritar, más baja el nivel de humanidad, y más sube el nivel de inhumanidad.
¿Será por eso que nuestros jóvenes caen tan fácilmente en la desgracia de la inmoralidad y el materialismo? «Todos lo hacen», es la excusa que ofrecen, y siguiendo el rumbo del montón, se reducen al nivel del menor común denominador.
¿Dónde está el joven recto? ¿Dónde está el líder íntegro? ¿Por qué tiene que ser el perverso, el injurioso, el malo, el que atrae la atención?
Dios ha creado a todo joven como un individuo. Cada uno es un ser único. No hay nada en el mundo entero que lo obligue a ser como los demás. Es un individuo en el sentido más estricto de la palabra. Más vale que no deshonre su individualidad, ni sacrifique su decencia, ni se rebaje al nivel del montón, sino que sea el líder sano, recto y fuerte que este mundo tanto necesita.
Jesucristo establece el dechado para nuestra vida. Él se atrevió a ser diferente de todos los demás, dando ejemplo de rectitud, integridad y justicia. Sigamos su ejemplo. Ser recto en toda causa es mil veces más grato que recibir el aplauso del montón. Atrevámonos a ser personas dignas de confianza.
Nueve personas corrieron al borde del puente para verla caer al agua. El peso acumulado rompió el frágil puente, y las nueve cayeron al abismo. Pero, cosa curiosa, la joven suicida se salvó, pues lograron rescatarla, mientras que los nueve mórbidos curiosos perecieron en las aguas.
A la gente como que le gusta los espectáculos morbosos, truculentos, dramáticos, trágicos; especialmente el espectáculo que dan los presuntos suicidas. Los espectadores no acuden necesariamente para mostrarles cariño y aconsejarles que conserven la vida. Al contrario, ansiosos de sangre y de desgracia ajena, gritan: «¡Tírate! ¡Tírate!»
Dicen que cuando se junta una multitud, el nivel intelectual de la gente desciende al del más bruto. Lo mismo pasa con el sentido moral. Éste también baja de grado conforme aumenta el monto de gente congregada.
«Las multitudes —concluyó Goethe— oyen mejor los gritos que las razones.» Cuanta más gente se reúne en un lugar para vociferar y gritar, más baja el nivel de humanidad, y más sube el nivel de inhumanidad.
¿Será por eso que nuestros jóvenes caen tan fácilmente en la desgracia de la inmoralidad y el materialismo? «Todos lo hacen», es la excusa que ofrecen, y siguiendo el rumbo del montón, se reducen al nivel del menor común denominador.
¿Dónde está el joven recto? ¿Dónde está el líder íntegro? ¿Por qué tiene que ser el perverso, el injurioso, el malo, el que atrae la atención?
Dios ha creado a todo joven como un individuo. Cada uno es un ser único. No hay nada en el mundo entero que lo obligue a ser como los demás. Es un individuo en el sentido más estricto de la palabra. Más vale que no deshonre su individualidad, ni sacrifique su decencia, ni se rebaje al nivel del montón, sino que sea el líder sano, recto y fuerte que este mundo tanto necesita.
Jesucristo establece el dechado para nuestra vida. Él se atrevió a ser diferente de todos los demás, dando ejemplo de rectitud, integridad y justicia. Sigamos su ejemplo. Ser recto en toda causa es mil veces más grato que recibir el aplauso del montón. Atrevámonos a ser personas dignas de confianza.
jueves, 18 de noviembre de 2010
«CREO QUE DEBO... ESTAR MÁS SEGURA... PARA [CASARME]»
«Tengo veinte años, y en contados meses voy a casarme.... Desde hace algunos meses, mi padre ha estado [relacionándose] con otra mujer.... [Yo] amo a mi novio, pero hay algo que [por] momentos me preocupa. He tenido mucha desconfianza de mi novio, y a veces siento rabia con los hombres.
»Siento temor de que me pase lo mismo que le pasa a mi mamá, y creo que debo estar ahora más segura... para dar el paso que he decidido dar. ¿Qué puedo hacer?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
«... ¿Alguna vez ha visto una luz intermitente que sirve de señal de advertencia? Pudo haberla visto en la calle o en el techo de una ambulancia. Esas luces intermitentes se han diseñado para hacer que prestemos atención y nos percatemos de un peligro inminente. Si aminoramos la marcha y prestamos mucha atención, podemos evitar el peligro. En cambio, si pasamos por alto las luces intermitentes y seguimos sin tener cuidado alguno, entonces los únicos culpables de la tragedia que resulte somos nosotros mismos.
»Cuando leímos su caso, comenzamos a ver señales de advertencia que eran como luces intermitentes. Creemos que si usted insiste en casarse sin antes haber resuelto ese problema de la desconfianza que siente hacia su novio, entonces correrán peligro su futura felicidad y el futuro éxito de la relación entre los dos. A pesar de las consecuencias que resulten de un aplazamiento, le instamos a que aplace su boda.
»Nadie debe casarse si tiene dudas. ¡Nadie! ¡Sin excepción alguna! Hay millones de parejas infelices que quisieran haberle prestado atención a esas señales de advertencia. Quisieran poder volver atrás y tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Muchas de ellas ahora admitirían que tuvieron dudas desde el principio, pero que fue más fuerte el temor de cancelar la boda.
»Si usted se casa con alguien en quien no confía plenamente, es como pasar por alto una señal de advertencia y acelerar hasta caer por un precipicio. Si se casa antes de haber calmado la rabia que siente hacia los hombres, está usted condenando a ese hombre a que se le juzgue para siempre por algo que él ni siquiera hizo. Si lo ama, no se case con él hasta que esté el ciento por ciento segura de que puede confiar en él y de que lo juzgará conforme a su propia conducta y no por la conducta de ese padre suyo que le ha sido infiel a su mamá.
»Dios diseñó el matrimonio para que fuera el conjunto armonioso de dos personas en una sola.1 Eso requiere metas, creencias y prioridades en común, así como absoluta confianza mutua. No hay duda de que usted y su prometido aún no están preparados para casarse. Tal vez en uno o dos años más ya estén listos. Pero esa decisión no la tienen que tomar ahora mismo.
»¡No pase por alto las señales de advertencia!
1.Mt 19:5-6: 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
»Siento temor de que me pase lo mismo que le pasa a mi mamá, y creo que debo estar ahora más segura... para dar el paso que he decidido dar. ¿Qué puedo hacer?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
«... ¿Alguna vez ha visto una luz intermitente que sirve de señal de advertencia? Pudo haberla visto en la calle o en el techo de una ambulancia. Esas luces intermitentes se han diseñado para hacer que prestemos atención y nos percatemos de un peligro inminente. Si aminoramos la marcha y prestamos mucha atención, podemos evitar el peligro. En cambio, si pasamos por alto las luces intermitentes y seguimos sin tener cuidado alguno, entonces los únicos culpables de la tragedia que resulte somos nosotros mismos.
»Cuando leímos su caso, comenzamos a ver señales de advertencia que eran como luces intermitentes. Creemos que si usted insiste en casarse sin antes haber resuelto ese problema de la desconfianza que siente hacia su novio, entonces correrán peligro su futura felicidad y el futuro éxito de la relación entre los dos. A pesar de las consecuencias que resulten de un aplazamiento, le instamos a que aplace su boda.
»Nadie debe casarse si tiene dudas. ¡Nadie! ¡Sin excepción alguna! Hay millones de parejas infelices que quisieran haberle prestado atención a esas señales de advertencia. Quisieran poder volver atrás y tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Muchas de ellas ahora admitirían que tuvieron dudas desde el principio, pero que fue más fuerte el temor de cancelar la boda.
»Si usted se casa con alguien en quien no confía plenamente, es como pasar por alto una señal de advertencia y acelerar hasta caer por un precipicio. Si se casa antes de haber calmado la rabia que siente hacia los hombres, está usted condenando a ese hombre a que se le juzgue para siempre por algo que él ni siquiera hizo. Si lo ama, no se case con él hasta que esté el ciento por ciento segura de que puede confiar en él y de que lo juzgará conforme a su propia conducta y no por la conducta de ese padre suyo que le ha sido infiel a su mamá.
»Dios diseñó el matrimonio para que fuera el conjunto armonioso de dos personas en una sola.1 Eso requiere metas, creencias y prioridades en común, así como absoluta confianza mutua. No hay duda de que usted y su prometido aún no están preparados para casarse. Tal vez en uno o dos años más ya estén listos. Pero esa decisión no la tienen que tomar ahora mismo.
»¡No pase por alto las señales de advertencia!
1.Mt 19:5-6: 5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
lunes, 15 de noviembre de 2010
«NO PUEDO SER CARIÑOSO CON MI ESPOSA»
«Me casé hace trece años. Desgraciadamente, no me casé enamorado de mi esposa, lo cual me ha provocado muchos problemas durante estos trece años.
»Tengo dos preciosas hijas de doce y cuatro años que para mí son lo más precioso que Dios me ha regalado. Pero no puedo ser cariñoso con mi esposa, y muchas veces me muestro indiferente con ella. ¿Me pueden dar un consejo?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Debido a que usted no lo mencionó, daremos por sentado, en primer lugar, que usted le ha sido fiel a su esposa durante sus trece años de casados, y en segundo lugar, que no está considerando ponerle fin a su matrimonio carente de amor. Lo felicitamos por haber cumplido con los votos que hizo cuando se casó con su esposa. Es usted una persona excepcional en un mundo en el que se le da más importancia a la satisfacción egoísta que a la virtud. Dios ha de honrarlo por su integridad y su perseverancia....
»¿Cuál es... el componente esencial en el matrimonio? Es una decisión que toman dos personas una sola vez para llevar una vida juntos, y luego una decisión que toman a diario para dar pasos positivos a fin de que tenga buenos resultados. Si el sentimiento de amor romántico se desarrolla o continúa, se hace mucho más fácil dar a diario esos pasos positivos, pero la decisión y los pasos diarios no dependen de ese sentimiento.
»¿Qué debe, entonces, hacer usted?... Para comenzar, [pídale a su esposa que] le ayude a hacer una lista [de pasos que debe dar para fortalecer su relación. Cada día] escoja unos dos o tres pasos... en los que va a concentrarse. Le sugerimos que la lista incluya pasos tales como: expresarle aprecio verbal por las maneras en que ella lo cuida a usted y en que es una maravillosa madre para sus hijas; apartar tiempo para conversar los dos y ponerse de acuerdo en cuanto a prioridades y disciplina con relación a sus hijas, así como para hablar acerca de temas que ambos consideran importantes; e invertir tiempo en diversiones que les gusten a todos. Es posible que ella le presente una lista de demandas que usted considera excesiva para anotar en esa lista. Requerirá mucho esfuerzo y mucha paciencia de su parte cumplir con su palabra cada día y mantener una actitud positiva, pero le prometemos que, al dar usted esos pasos positivos, su esposa le pagará con la misma moneda.
»Le recomendamos que, si está a su alcance, busque asesoría profesional para su matrimonio. Le queda mucho trabajo arduo por delante para lograr que su matrimonio tenga éxito, y cualquier apoyo que obtenga le será provechoso. Dios lo ayudará también si acude a Él. Le dará las fuerzas que necesitará a diario para triunfar, así como su sabiduría divina para formar una familia sólida.
»¡Usted puede lograrlo!
»Tengo dos preciosas hijas de doce y cuatro años que para mí son lo más precioso que Dios me ha regalado. Pero no puedo ser cariñoso con mi esposa, y muchas veces me muestro indiferente con ella. ¿Me pueden dar un consejo?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Debido a que usted no lo mencionó, daremos por sentado, en primer lugar, que usted le ha sido fiel a su esposa durante sus trece años de casados, y en segundo lugar, que no está considerando ponerle fin a su matrimonio carente de amor. Lo felicitamos por haber cumplido con los votos que hizo cuando se casó con su esposa. Es usted una persona excepcional en un mundo en el que se le da más importancia a la satisfacción egoísta que a la virtud. Dios ha de honrarlo por su integridad y su perseverancia....
»¿Cuál es... el componente esencial en el matrimonio? Es una decisión que toman dos personas una sola vez para llevar una vida juntos, y luego una decisión que toman a diario para dar pasos positivos a fin de que tenga buenos resultados. Si el sentimiento de amor romántico se desarrolla o continúa, se hace mucho más fácil dar a diario esos pasos positivos, pero la decisión y los pasos diarios no dependen de ese sentimiento.
»¿Qué debe, entonces, hacer usted?... Para comenzar, [pídale a su esposa que] le ayude a hacer una lista [de pasos que debe dar para fortalecer su relación. Cada día] escoja unos dos o tres pasos... en los que va a concentrarse. Le sugerimos que la lista incluya pasos tales como: expresarle aprecio verbal por las maneras en que ella lo cuida a usted y en que es una maravillosa madre para sus hijas; apartar tiempo para conversar los dos y ponerse de acuerdo en cuanto a prioridades y disciplina con relación a sus hijas, así como para hablar acerca de temas que ambos consideran importantes; e invertir tiempo en diversiones que les gusten a todos. Es posible que ella le presente una lista de demandas que usted considera excesiva para anotar en esa lista. Requerirá mucho esfuerzo y mucha paciencia de su parte cumplir con su palabra cada día y mantener una actitud positiva, pero le prometemos que, al dar usted esos pasos positivos, su esposa le pagará con la misma moneda.
»Le recomendamos que, si está a su alcance, busque asesoría profesional para su matrimonio. Le queda mucho trabajo arduo por delante para lograr que su matrimonio tenga éxito, y cualquier apoyo que obtenga le será provechoso. Dios lo ayudará también si acude a Él. Le dará las fuerzas que necesitará a diario para triunfar, así como su sabiduría divina para formar una familia sólida.
»¡Usted puede lograrlo!
jueves, 11 de noviembre de 2010
¿MATORRALES U HOMBRES?
Allí al costado del camino había algo que se movía. Tal vez eran vacas o caballos. O posiblemente eran matorrales o arbustos. Eran las dos de la mañana, y Tony Tropez no veía bien. Había bebido demasiado.
Él y otros dos amigos salieron del vehículo. Tony apuntó su rifle a lo que él pensó que eran arbustos, y sólo por disparar haló el gatillo varias veces.
Después de un par de horas regresó a su casa y se acostó a dormir. A las siete de la mañana lo despertó su madre. «Levántate, hijo —le dijo—. Te busca la policía. Dicen que anoche mataste a dos muchachos.» En efecto, los matorrales a los que había disparado locamente Tony eran Javier Ramírez, joven de dieciocho años de edad, y Rolando Martínez, de diecisiete.
Ésta es una tragedia más, producto del alcohol. En este caso es más doloroso el hecho porque todos eran amigos, estudiantes del mismo colegio.
El homicida era un brillante alumno que nunca había estado en problemas. Pero salió de parranda con sus amigos, bebió demasiado y se armó de un rifle de repetición. Con el arma en la mano y con el alcohol en el cerebro, disparó tiros a la loca. Nunca se imaginó que esas balas fueran para sus amigos.
¿A quién se le puede echar la culpa de esta tragedia tan lamentable? ¿Quién o qué es responsable de este suceso? ¿Cómo pudo ocurrir algo así?
Si en el banquillo de los acusados sentáramos a todos los culpables o presuntos culpables, la lista sería larga. Pondríamos, por una parte, a los fabricantes de armas, y con ellos a los que las venden. Luego pondríamos a los que fabrican y expenden licor.
Acusaríamos también a todas las películas de violencia y homicidio, y a todos los héroes de pistola y de metralleta.
Tendríamos también que acusar a una sociedad que se ha hecho materialista y cínica, y que se pavonea de su libertad, que no es más que libertinaje.
Y no quedaría sin culpa la religión, que a pesar de predicar la vida sana, dando los pasos a seguir, es impotente para transformar y regenerar al hombre, como también impotente para cambiar las costumbres de la sociedad.
¿Quién tiene la solución a un mal que tiene tantos culpables? La respuesta es Jesucristo. Él pone en cada uno un corazón nuevo y cambia por completo el rumbo de su vida. A todo el que quiera cambiar, le ofrece una transformación de su voluntad. Cristo trae paz y no confusión al corazón humano. Entreguémosle nuestro ser. Él nos dará una vida nueva.
Él y otros dos amigos salieron del vehículo. Tony apuntó su rifle a lo que él pensó que eran arbustos, y sólo por disparar haló el gatillo varias veces.
Después de un par de horas regresó a su casa y se acostó a dormir. A las siete de la mañana lo despertó su madre. «Levántate, hijo —le dijo—. Te busca la policía. Dicen que anoche mataste a dos muchachos.» En efecto, los matorrales a los que había disparado locamente Tony eran Javier Ramírez, joven de dieciocho años de edad, y Rolando Martínez, de diecisiete.
Ésta es una tragedia más, producto del alcohol. En este caso es más doloroso el hecho porque todos eran amigos, estudiantes del mismo colegio.
El homicida era un brillante alumno que nunca había estado en problemas. Pero salió de parranda con sus amigos, bebió demasiado y se armó de un rifle de repetición. Con el arma en la mano y con el alcohol en el cerebro, disparó tiros a la loca. Nunca se imaginó que esas balas fueran para sus amigos.
¿A quién se le puede echar la culpa de esta tragedia tan lamentable? ¿Quién o qué es responsable de este suceso? ¿Cómo pudo ocurrir algo así?
Si en el banquillo de los acusados sentáramos a todos los culpables o presuntos culpables, la lista sería larga. Pondríamos, por una parte, a los fabricantes de armas, y con ellos a los que las venden. Luego pondríamos a los que fabrican y expenden licor.
Acusaríamos también a todas las películas de violencia y homicidio, y a todos los héroes de pistola y de metralleta.
Tendríamos también que acusar a una sociedad que se ha hecho materialista y cínica, y que se pavonea de su libertad, que no es más que libertinaje.
Y no quedaría sin culpa la religión, que a pesar de predicar la vida sana, dando los pasos a seguir, es impotente para transformar y regenerar al hombre, como también impotente para cambiar las costumbres de la sociedad.
¿Quién tiene la solución a un mal que tiene tantos culpables? La respuesta es Jesucristo. Él pone en cada uno un corazón nuevo y cambia por completo el rumbo de su vida. A todo el que quiera cambiar, le ofrece una transformación de su voluntad. Cristo trae paz y no confusión al corazón humano. Entreguémosle nuestro ser. Él nos dará una vida nueva.
jueves, 4 de noviembre de 2010
«MI HIJA ME LO RECLAMARÁ... POR HABERLA DEJADO SIN PADRE»
«Tengo una relación amorosa con un hombre [quince años] mayor.... El problema es [que] cuando se enoja, me insulta, me grita, y si le sigo reclamando lo que ha hecho mal, me pega....
»No sé qué hacer. Ya tenemos una hijita de seis años, y él dice que si lo dejo, mi hija me lo reclamará en el futuro por “haberla dejado sin padre”. Tengo miedo porque ya quiso matarse una vez ingiriendo fósforo blanco.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Usted es víctima de un agresor peligroso. Él la maltrata físicamente, y luego verbalmente cuando usted trata de protegerse. Al quedarse en la misma casa con este hombre, usted corre peligro, al igual que su hija. Creemos que debe dejar a este hombre hoy mismo.
»Usted nos ha dado suficiente información como para saber que este hombre tiene graves problemas emocionales. Él ha intentado suicidarse, y ha empleado la amenaza de suicidio como un arma en contra de usted. La manipula para que se quede con él a pesar de que la maltrata física y verbalmente. Sin duda le dice que va a cambiar, y le ruega y le suplica que le dé otra oportunidad, pero luego vuelve a comenzar el ciclo y, sin pensarlo siquiera, la maltrata de nuevo.
»¿Sabía usted que su modo de proceder le está enseñando a su hijita que el maltrato es algo que debe tolerarse?... ¿Qué será de ella si algún día él pierde los estribos y la mata a usted? ¿Qué reclamo tendrá su hijita entonces?
»Seguramente usted siente temor al pensar en lo que él pudiera hacer si lo deja. ¿Se hará daño él mismo, o tratará de hacerle daño a usted? Si usted no tiene a familiares cercanos que la protejan, busque una agencia que se especialice en ayudar a mujeres que se encuentran en su situación. Así recibirá asesoría legal y orientación para tomar las decisiones difíciles que sean necesarias....
»Quisiéramos poder afirmar que las personas religiosas no tienen este problema. Pero lo cierto es que sabemos de muchos casos de agresores que van a la iglesia y dan la impresión de que tienen una relación personal con Dios. Aparentan piedad cuando están en la iglesia, pero luego vuelven a casa y maltratan a su familia. Jesucristo mismo dijo: “No todo el que me dice: `Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.”1 La voluntad del Padre celestial jamás toleraría abuso físico, verbal o emocional. Así que el asistir a la iglesia, cantar e incluso predicar pueden contribuir a que el agresor se sienta mejor, pero esas actividades no le darán la entrada al cielo.
»La instamos a que se lleve a su hija y deje hoy mismo a su agresor.
»Con afecto fraternal,
1.Mt 7:21- 21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
»No sé qué hacer. Ya tenemos una hijita de seis años, y él dice que si lo dejo, mi hija me lo reclamará en el futuro por “haberla dejado sin padre”. Tengo miedo porque ya quiso matarse una vez ingiriendo fósforo blanco.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Usted es víctima de un agresor peligroso. Él la maltrata físicamente, y luego verbalmente cuando usted trata de protegerse. Al quedarse en la misma casa con este hombre, usted corre peligro, al igual que su hija. Creemos que debe dejar a este hombre hoy mismo.
»Usted nos ha dado suficiente información como para saber que este hombre tiene graves problemas emocionales. Él ha intentado suicidarse, y ha empleado la amenaza de suicidio como un arma en contra de usted. La manipula para que se quede con él a pesar de que la maltrata física y verbalmente. Sin duda le dice que va a cambiar, y le ruega y le suplica que le dé otra oportunidad, pero luego vuelve a comenzar el ciclo y, sin pensarlo siquiera, la maltrata de nuevo.
»¿Sabía usted que su modo de proceder le está enseñando a su hijita que el maltrato es algo que debe tolerarse?... ¿Qué será de ella si algún día él pierde los estribos y la mata a usted? ¿Qué reclamo tendrá su hijita entonces?
»Seguramente usted siente temor al pensar en lo que él pudiera hacer si lo deja. ¿Se hará daño él mismo, o tratará de hacerle daño a usted? Si usted no tiene a familiares cercanos que la protejan, busque una agencia que se especialice en ayudar a mujeres que se encuentran en su situación. Así recibirá asesoría legal y orientación para tomar las decisiones difíciles que sean necesarias....
»Quisiéramos poder afirmar que las personas religiosas no tienen este problema. Pero lo cierto es que sabemos de muchos casos de agresores que van a la iglesia y dan la impresión de que tienen una relación personal con Dios. Aparentan piedad cuando están en la iglesia, pero luego vuelven a casa y maltratan a su familia. Jesucristo mismo dijo: “No todo el que me dice: `Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.”1 La voluntad del Padre celestial jamás toleraría abuso físico, verbal o emocional. Así que el asistir a la iglesia, cantar e incluso predicar pueden contribuir a que el agresor se sienta mejor, pero esas actividades no le darán la entrada al cielo.
»La instamos a que se lleve a su hija y deje hoy mismo a su agresor.
»Con afecto fraternal,
1.Mt 7:21- 21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
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