«Tuve una relación de quince años, con dos hijos..., pero mi esposo me abandonó.... Hace casi cinco años, comencé una nueva relación. Ya tengo cuatro nietos. Resulta que a mi actual pareja no le gusta que vengan mis nietos, y eso me duele mucho. He tratado de hablar con él, pero es inútil; no quiere que ellos se queden en mi casa un sábado por la noche. ¡De verdad estoy muy desesperada; estoy a punto de estallar! No sé qué hacer, si terminar mi relación y vivir yo sola y poder disfrutar de mis nietos cuando yo quiera o pueda.
»Tengo tantas ganas de entregar mi vida a Dios.... Me gustaría un consejo.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Nos alegra que usted nos haya contado su caso, pero lamentablemente no sabemos los pormenores de su situación. Si la casa donde usted vive le perteneció a su pareja antes del comienzo de su relación con él, entonces tal vez él tema que sus nietos maltraten sus pertenencias. Tal vez sufra de alguna afección emocional que dificulta que él esté rodeado de personas. O quizás esté físicamente enfermo y el ruido que hacen los niños le cause cierto malestar. Pero usted no mencionó ninguna razón, así que tenemos que dar por sentado que la única razón es que a él no le gustan los niños. Y usted dijo “mi casa” al referirse al lugar donde vive, así que también daremos por sentado que la casa le pertenece a usted y no a él....
»Si usted ha seguido muchos de nuestros “Casos de la semana”, seguramente habrá notado que creemos firmemente en el matrimonio. Dios diseñó el matrimonio para que hombres y mujeres pudieran entregarse de por vida el uno al otro y formar familias amorosas. Lamentablemente, cuando tratamos de formar familias amorosas sin la entrega que requiere el matrimonio, hay un elemento fundamental que falta. Si no hay una verdadera entrega de parte y parte, hay menos disposición de resolver problemas y menos incentivo de llegar a acuerdos mutuos. ¡Claro que los casados también tienen problemas! Pero los votos que se hicieron cuando se casaron son vínculos muy fuertes que, con la ayuda de Dios, pueden contribuir a sostener la relación mientras afrontan las dificultades.
»Es posible que su pareja quiera casarse con usted si le dice que ya no está dispuesta a vivir con él a menos que se casen. Pero si eso ocurre, tenga el cuidado de asegurarse de llegar a un acuerdo en cuanto a visitas de parte de los nietos antes de casarse con él.
»¡A los nietos debemos amarlos y disfrutar de ellos!
»Con afecto fraternal,
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