El muchacho casi no podía hablar. Tenía la mandíbula dislocada, un brazo quebrado y la lengua casi partida en dos. En esa condición llamó a una casa, y como pudo dijo: «Allí abajo está mi amigo, Evan Rivera. Sálvenlo.»
Tanto Rodel Panis, de dieciséis años de edad, como Evan Rivera, de dieciocho, habían caído por un risco de 65 metros. ¿Qué había pasado? Otro joven, David Salanoa, los había obligado a saltar, poniéndoles un cuchillo a la garganta.
Todo fue una locura juvenil. Para vengar el suicidio de un hermano suyo, David Salanoa obligó a saltar del risco a sus dos compañeros. David, endrogado, los acusaba de ser responsables de la muerte de su hermano.
Cuando la policía realizó las investigaciones de rigor, halló la trama del caso. Todos esos jóvenes eran miembros de pandillas juveniles y practicantes de ritos satánicos. El trágico incidente fue producto de esos ritos en conjunto con la música rock, el alcohol y las drogas.
Dave Hart, un investigador social que era especialista en la música rock, explicó que hay tres tipos de esta música. «Primero —dijo Hart— está la música rock “recreativa”, que pone a los jóvenes a bailar y a menearse. Segundo, está la música metálica rock “violenta”, que hace que los jóvenes se arrojen del escenario, salten por encima de las gradas o se amontonen unos sobre otros. La tercera, y más terrible, es la música metálica rock que los muchachos llaman “negra”, es decir, “satánica”. Esa es la que los lleva a la violencia y al suicidio.»
Esta música rock, combinada con ritos extraños en los que se adora al diablo, es una de las amenazas más serias a la juventud moderna. Pocas cosas trastornan con tanta fuerza y con tanta rapidez a nuestros incautos adolescentes.
¿Por qué será que a nuestros jóvenes los atrae tanto lo que provoca violencia? Lo que produce la paz no les interesa. Lo que calma el espíritu no tiene atracción. Se necesita gritar y brincar y destruir y matar. Si no es así, no se ha gozado.
Algo anda mal. Un comportamiento así no es, no puede ser, el resultado de lo juicioso, de lo equilibrado, de lo pacífico. El mero hecho de desear la violencia debe hacernos dudar de nuestro juicio. ¿Qué nos está pasando?
Lo que nos pasa es que hemos abandonado los principios morales de nuestro Creador, y el resultado siempre será el caos y la destrucción. Regresemos a Dios. Busquemos su divina gracia. Llenémosnos de Él. Él nos dará su paz.
martes, 22 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
«MI ESPOSA ESTÁ... A PUNTO DE PERDER EL BEBÉ Y YO CREO SER CULPABLE POR MI INFIDELIDAD»
«MI ESPOSA ESTÁ... A PUNTO DE PERDER EL BEBÉ»
«Prometí no faltar al mandamiento de fidelidad ante el embarazo de mi esposa. Le fallé, y ha tenido un embarazo muy difícil....
»[Ahora] está a punto de perder el bebé. Sólo un milagro haría continuar su embarazo; pero estoy convencido de que romper una promesa [a Dios] es lo peor que [uno] puede hacer. Cuando uno le promete [algo] a Dios, con Él no se juega.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Ante todo, esperamos que usted haya recibido el milagro que pidió y que su bebé se encuentre bien. ¡Qué angustia la que usted y su esposa están pasando! Lamentablemente hay muchas otras parejas que se identifican plenamente con ustedes.
»En cuanto a lo que nos plantea, tiene usted toda la razón en un sentido y está totalmente equivocado en otro. Tiene razón al afirmar que nuestras acciones acarrean consecuencias. Su infidelidad resulta en que haya falta de honradez y de confianza mutua en su matrimonio. Su infidelidad hiere y entristece a su esposa....
»De modo que usted tiene razón en cuanto a las consecuencias; pero ¿en qué sentido está equivocado? Está totalmente equivocado al creer que Dios haría sufrir a su esposa y a su hijo por causa de la promesa que usted ha incumplido. Antes que Jesucristo viniera a este mundo, Dios sí juzgaba a la humanidad conforme a la ley del Antiguo Testamento. Los que vivían bajo esa ley sí morían como castigo de sus malas obras.... Pero luego Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que llevara el castigo de todos en el futuro. Cristo sufrió el castigo una vez por todas, para que Dios no tuviera que castigarnos....
»Cuando Cristo murió en la cruz, estaba muriendo para llevar el castigo de todos nuestros pecados. Nosotros ya le pedimos a Dios que perdonara los pecados nuestros, y usted puede pedirle que le perdone los suyos. No tiene que hacer más que hablar con Él mediante la oración. Dígale que está arrepentido de sus pecados y que acepta la muerte de su Hijo en la cruz como castigo por lo que usted ha hecho. Él lo perdonará. Entonces, debido a lo agradecido que está por lo que Cristo hizo por usted en la cruz, en el futuro usted se esforzará más que nunca por tomar decisiones consecuentes con las enseñanzas bíblicas. Al comunicarse con Dios mediante la oración y la lectura de la Biblia, descubrirá que Él no es ese juez vengativo y hostil que usted se ha imaginado. Por el contrario, reconocerá que Él es el Dios que lo amó a usted tanto que se dispuso a dar a su único Hijo para que muriera en lugar de usted.1
»El peligro que corre su bebé no se debe al pecado que usted cometió; se debe a que el cuerpo humano es susceptible a la enfermedad, causada por microbios, el desequilibrio químico y otros males.... Dios se aflige con usted y comprende su dolor, porque Él sabe lo que es ver el sufrimiento y la muerte de un hijo.
1.Jn 3:16
«Prometí no faltar al mandamiento de fidelidad ante el embarazo de mi esposa. Le fallé, y ha tenido un embarazo muy difícil....
»[Ahora] está a punto de perder el bebé. Sólo un milagro haría continuar su embarazo; pero estoy convencido de que romper una promesa [a Dios] es lo peor que [uno] puede hacer. Cuando uno le promete [algo] a Dios, con Él no se juega.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Ante todo, esperamos que usted haya recibido el milagro que pidió y que su bebé se encuentre bien. ¡Qué angustia la que usted y su esposa están pasando! Lamentablemente hay muchas otras parejas que se identifican plenamente con ustedes.
»En cuanto a lo que nos plantea, tiene usted toda la razón en un sentido y está totalmente equivocado en otro. Tiene razón al afirmar que nuestras acciones acarrean consecuencias. Su infidelidad resulta en que haya falta de honradez y de confianza mutua en su matrimonio. Su infidelidad hiere y entristece a su esposa....
»De modo que usted tiene razón en cuanto a las consecuencias; pero ¿en qué sentido está equivocado? Está totalmente equivocado al creer que Dios haría sufrir a su esposa y a su hijo por causa de la promesa que usted ha incumplido. Antes que Jesucristo viniera a este mundo, Dios sí juzgaba a la humanidad conforme a la ley del Antiguo Testamento. Los que vivían bajo esa ley sí morían como castigo de sus malas obras.... Pero luego Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que llevara el castigo de todos en el futuro. Cristo sufrió el castigo una vez por todas, para que Dios no tuviera que castigarnos....
»Cuando Cristo murió en la cruz, estaba muriendo para llevar el castigo de todos nuestros pecados. Nosotros ya le pedimos a Dios que perdonara los pecados nuestros, y usted puede pedirle que le perdone los suyos. No tiene que hacer más que hablar con Él mediante la oración. Dígale que está arrepentido de sus pecados y que acepta la muerte de su Hijo en la cruz como castigo por lo que usted ha hecho. Él lo perdonará. Entonces, debido a lo agradecido que está por lo que Cristo hizo por usted en la cruz, en el futuro usted se esforzará más que nunca por tomar decisiones consecuentes con las enseñanzas bíblicas. Al comunicarse con Dios mediante la oración y la lectura de la Biblia, descubrirá que Él no es ese juez vengativo y hostil que usted se ha imaginado. Por el contrario, reconocerá que Él es el Dios que lo amó a usted tanto que se dispuso a dar a su único Hijo para que muriera en lugar de usted.1
»El peligro que corre su bebé no se debe al pecado que usted cometió; se debe a que el cuerpo humano es susceptible a la enfermedad, causada por microbios, el desequilibrio químico y otros males.... Dios se aflige con usted y comprende su dolor, porque Él sabe lo que es ver el sufrimiento y la muerte de un hijo.
1.Jn 3:16
" LOS CODIGOS COMO LA BIBLIA PARA GUIARNOSOS POR LA VIDA Y LOS CODIGOS DE TRANSITO PARA GUIARNOS POR LAS VIAS"
«LOS PRIMEROS VEHÍCULOS QUE LLEGARON A GUATEMALA»
(3er. domingo de noviembre: Día Mundial en Memoria de las Víctimas de Tránsito)
«En toda sociedad o comunidad, el transporte ha sido uno de los problemas fundamentales..., y nuestra querida Capital [desde que fue trasladada a este Valle de la Ermita] también tiene su historia a ese respecto —escribe el periodista guatemalteco Héctor Gaitán en el segundo tomo de su serie La calle donde tú vives—.
»... Los primeros automóviles [llegaron a principios del siglo veinte], aunque anteriormente ya habían llegado las famosas bicicletas que causaron furor entre los jóvenes chapines.
»Ahora bien, hay indicios de que el primer automóvil llegó a Guatemala en el año de 1899; era movido por un motor de bencina de ocho caballos de fuerza, desarrollando una velocidad máxima de treinta kilómetros por hora.... Los primeros pueblos que vieron llegar autos fueron El Quiché y Antigua Guatemala, [como] también Amatitlán....
»Antiguamente, las clases pudientes mantenían en sus enormes mansiones la infaltable cochera, o sea donde se guardaba el carruaje tirado por caballos. Pues bien, ya cuando principiaron a llegar los automóviles y se marcaron los cambios lógicos, estas cocheras fueron cambiadas por garajes donde se colocaron los carros de famoso estilo por aquellos años....
»En el año de 1905 se hizo una prueba con un auto Ford; este auto tenía que subir las gradas del viejo calvario, que estaba situado en el final de la 6a. avenida y 18 calle. La prueba fue buena y la maniobra publicitaria pegó en los medios guatemaltecos. Algunos hombres de dinero compraron su respectivo auto.... Como no todos sabían manejar, contrataban los servicios de un chofer para que los transportara de un lado a otro. En ese tiempo era de muy mal gusto que una mujer manejara un auto; era más que un atentado a “la moral y las buenas costumbres”....
»... Según el reglamento de tránsito del año 1919, se exigía a los pilotos de autos tocar sus bocinas en cada crucero con el fin de “evitar accidentes”. La medida era extrema si se toma en cuenta que las calles de la pequeña Ciudad de Guatemala lucían lóbregas y solitarias, debido precisamente a la poca población y a la escasez de vehículos. Así que los autos tenían que ir sonando sus bocinas (grito de ganso) por esas calles de Dios, desafiando las maldiciones de las abuelas, ya que las “asustaban” cuando menos se lo imaginaban....
»... Yo me pregunto: ¿Qué dirían nuestros abuelos al ver la proliferación de vehículos actualmente? Hoy en día hay que saber andar en la calle porque, de lo contrario, un error se paga con la vida. ¡Qué lejos quedaron aquellos tiempos cuando a tres cuadras de distancia se escuchaba la bocina ronca de los primeros vehículos que llegaron a Guatemala...!» —concluye Héctor Gaitán.1
Lamentablemente, no son esas las únicas bocinas de advertencia que ya no se escuchan en las calles ni en los cruces de nuestras ciudades. Lo cierto es que se ha ido extinguiendo el sonido de voces influyentes que nos adviertan del serio peligro que representa para nuestra sociedad el paso vertiginoso que llevamos rumbo a la ruina moral. ¡Con decir que ya no nos «asusta» el clamor de ultratumba de niños indeseados ni la resonancia de las voces de legisladores comprometidos a adulterar el sensato sentido del matrimonio! Más vale que de aquí en adelante nos conduzcamos de tal modo que evitemos la desgracia tomando la Santa Biblia como nuestro Reglamento de Tránsito por las calles de esta vida.
1Héctor Gaitán Alfaro, La calle donde tú vives, Tomo 2, 2a. ed. (Ciudad de Guatemala: Litografías Modernas, 1989), pp. 132-37.
(3er. domingo de noviembre: Día Mundial en Memoria de las Víctimas de Tránsito)
«En toda sociedad o comunidad, el transporte ha sido uno de los problemas fundamentales..., y nuestra querida Capital [desde que fue trasladada a este Valle de la Ermita] también tiene su historia a ese respecto —escribe el periodista guatemalteco Héctor Gaitán en el segundo tomo de su serie La calle donde tú vives—.
»... Los primeros automóviles [llegaron a principios del siglo veinte], aunque anteriormente ya habían llegado las famosas bicicletas que causaron furor entre los jóvenes chapines.
»Ahora bien, hay indicios de que el primer automóvil llegó a Guatemala en el año de 1899; era movido por un motor de bencina de ocho caballos de fuerza, desarrollando una velocidad máxima de treinta kilómetros por hora.... Los primeros pueblos que vieron llegar autos fueron El Quiché y Antigua Guatemala, [como] también Amatitlán....
»Antiguamente, las clases pudientes mantenían en sus enormes mansiones la infaltable cochera, o sea donde se guardaba el carruaje tirado por caballos. Pues bien, ya cuando principiaron a llegar los automóviles y se marcaron los cambios lógicos, estas cocheras fueron cambiadas por garajes donde se colocaron los carros de famoso estilo por aquellos años....
»En el año de 1905 se hizo una prueba con un auto Ford; este auto tenía que subir las gradas del viejo calvario, que estaba situado en el final de la 6a. avenida y 18 calle. La prueba fue buena y la maniobra publicitaria pegó en los medios guatemaltecos. Algunos hombres de dinero compraron su respectivo auto.... Como no todos sabían manejar, contrataban los servicios de un chofer para que los transportara de un lado a otro. En ese tiempo era de muy mal gusto que una mujer manejara un auto; era más que un atentado a “la moral y las buenas costumbres”....
»... Según el reglamento de tránsito del año 1919, se exigía a los pilotos de autos tocar sus bocinas en cada crucero con el fin de “evitar accidentes”. La medida era extrema si se toma en cuenta que las calles de la pequeña Ciudad de Guatemala lucían lóbregas y solitarias, debido precisamente a la poca población y a la escasez de vehículos. Así que los autos tenían que ir sonando sus bocinas (grito de ganso) por esas calles de Dios, desafiando las maldiciones de las abuelas, ya que las “asustaban” cuando menos se lo imaginaban....
»... Yo me pregunto: ¿Qué dirían nuestros abuelos al ver la proliferación de vehículos actualmente? Hoy en día hay que saber andar en la calle porque, de lo contrario, un error se paga con la vida. ¡Qué lejos quedaron aquellos tiempos cuando a tres cuadras de distancia se escuchaba la bocina ronca de los primeros vehículos que llegaron a Guatemala...!» —concluye Héctor Gaitán.1
Lamentablemente, no son esas las únicas bocinas de advertencia que ya no se escuchan en las calles ni en los cruces de nuestras ciudades. Lo cierto es que se ha ido extinguiendo el sonido de voces influyentes que nos adviertan del serio peligro que representa para nuestra sociedad el paso vertiginoso que llevamos rumbo a la ruina moral. ¡Con decir que ya no nos «asusta» el clamor de ultratumba de niños indeseados ni la resonancia de las voces de legisladores comprometidos a adulterar el sensato sentido del matrimonio! Más vale que de aquí en adelante nos conduzcamos de tal modo que evitemos la desgracia tomando la Santa Biblia como nuestro Reglamento de Tránsito por las calles de esta vida.
1Héctor Gaitán Alfaro, La calle donde tú vives, Tomo 2, 2a. ed. (Ciudad de Guatemala: Litografías Modernas, 1989), pp. 132-37.
jueves, 17 de noviembre de 2011
«TENGO MARCADO TODO EL CUERPO POR LOS GOLPES»
GUARDANDO UN SECRETO QUE ME HACE DAÑO:
«No le he contado esto a nadie. Mi cónyuge... todo el tiempo me golpea. Tengo marcado todo el cuerpo, menos en la cara, así que nadie se da cuenta: sólo mis vecinos, que son discretos y no dicen nada. Hace poco me di cuenta de que él consume drogas [y] bebe alcohol.... Sus amigos no me respetan, su hijo no me respeta, y no se cómo terminar este calvario. Tengo tres años de vivir así....
»Me siento triste, sin saber a dónde ir. Rezo todos los días, pero es en vano.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Lamentamos mucho el que usted haya tenido que sufrir a tal extremo a manos del que un día juró que la amaría y la honraría. Usted confió en él, pero él ha quebrantado sus promesas y la ha engañado. Y sin embargo usted sigue siéndole fiel, aun ayudándolo a guardar su horrible secreto. Eso, a su vez, le permite seguir maltratándola.
»Cuando él oculta el abuso al nunca pegarle en la cara, su esposo prueba que puede controlarse si quiere. Pero tal vez él no quiera controlarse, ya que es posible que sienta una satisfacción perversa a causa del poder que ejerce sobre usted.
»¡Creemos que su vida corre peligro! Si usted ya tiene moretones en todo el cuerpo, quién sabe cuándo se le ocurra a él pegarle y darle golpes más fuertes que lleguen a ocasionarle heridas internas de las que usted no pueda recuperarse. ¿Está dispuesta a sacrificar su vida?
»Le aconsejamos que busque otro lugar dónde vivir hasta que su esposo reciba ayuda de parte de un consejero profesional o asista a clases que le enseñen a dominar su enojo sin recurrir a la violencia. Usted también debe buscar un grupo de apoyo que le ayude a aprender a evitar cualquier abuso en el futuro. Y en vez de ocultar el daño que él le ha hecho, muéstreles los moretones a sus familiares y a sus amigos para que ellos puedan apoyar la decisión que usted tome de irse de la casa.
»No hay razón alguna para que usted sienta vergüenza; quien debe avergonzarse es él. Es probable que usted lo ame a pesar del abuso, y que no quiera que otros piensen mal de él. Pero para su seguridad y su futuro, usted tiene que dejar de encubrir ese maltrato.
»Algunos países tienen leyes que protegen a esposas maltratadas. La animamos a que se valga de cualquier opción legal que tenga a su disposición para proteger su vida.
»Usted dice que sus rezos han sido en vano. Nosotros creemos que las oraciones memorizadas no son tan eficaces como las oraciones que proceden del corazón. Si quiere pedirle ayuda a Dios, debe hacerlo empleando sus propias palabras. Invite a su Hijo Jesucristo a que entre en su corazón, y luego tendrá a un Amigo constante que la guíe en las decisiones difíciles que tenga que tomar. Pídale que le dé la sabiduría y la fuerza para hacer lo necesario a fin de protegerse.
«No le he contado esto a nadie. Mi cónyuge... todo el tiempo me golpea. Tengo marcado todo el cuerpo, menos en la cara, así que nadie se da cuenta: sólo mis vecinos, que son discretos y no dicen nada. Hace poco me di cuenta de que él consume drogas [y] bebe alcohol.... Sus amigos no me respetan, su hijo no me respeta, y no se cómo terminar este calvario. Tengo tres años de vivir así....
»Me siento triste, sin saber a dónde ir. Rezo todos los días, pero es en vano.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Lamentamos mucho el que usted haya tenido que sufrir a tal extremo a manos del que un día juró que la amaría y la honraría. Usted confió en él, pero él ha quebrantado sus promesas y la ha engañado. Y sin embargo usted sigue siéndole fiel, aun ayudándolo a guardar su horrible secreto. Eso, a su vez, le permite seguir maltratándola.
»Cuando él oculta el abuso al nunca pegarle en la cara, su esposo prueba que puede controlarse si quiere. Pero tal vez él no quiera controlarse, ya que es posible que sienta una satisfacción perversa a causa del poder que ejerce sobre usted.
»¡Creemos que su vida corre peligro! Si usted ya tiene moretones en todo el cuerpo, quién sabe cuándo se le ocurra a él pegarle y darle golpes más fuertes que lleguen a ocasionarle heridas internas de las que usted no pueda recuperarse. ¿Está dispuesta a sacrificar su vida?
»Le aconsejamos que busque otro lugar dónde vivir hasta que su esposo reciba ayuda de parte de un consejero profesional o asista a clases que le enseñen a dominar su enojo sin recurrir a la violencia. Usted también debe buscar un grupo de apoyo que le ayude a aprender a evitar cualquier abuso en el futuro. Y en vez de ocultar el daño que él le ha hecho, muéstreles los moretones a sus familiares y a sus amigos para que ellos puedan apoyar la decisión que usted tome de irse de la casa.
»No hay razón alguna para que usted sienta vergüenza; quien debe avergonzarse es él. Es probable que usted lo ame a pesar del abuso, y que no quiera que otros piensen mal de él. Pero para su seguridad y su futuro, usted tiene que dejar de encubrir ese maltrato.
»Algunos países tienen leyes que protegen a esposas maltratadas. La animamos a que se valga de cualquier opción legal que tenga a su disposición para proteger su vida.
»Usted dice que sus rezos han sido en vano. Nosotros creemos que las oraciones memorizadas no son tan eficaces como las oraciones que proceden del corazón. Si quiere pedirle ayuda a Dios, debe hacerlo empleando sus propias palabras. Invite a su Hijo Jesucristo a que entre en su corazón, y luego tendrá a un Amigo constante que la guíe en las decisiones difíciles que tenga que tomar. Pídale que le dé la sabiduría y la fuerza para hacer lo necesario a fin de protegerse.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
«¡FÍJATE EN LA HORMIGA!»
El desierto ardía como horno encendido. El sol llameante calcinaba la tierra, y fuertes vientos levantaban olas de arena que ennegrecían el cielo.
En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido.
No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta.
Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo.
El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.»
La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría» (Proverbios 6:6). La hormiga sabe, por instinto, interpretar las señales de los cielos. Sabe dirigirse a través de vastos desiertos sin perder la dirección. Labora todos los días de su vida y siempre está a la expectativa de algo nuevo. Nunca deja de actuar, nunca deja de trabajar, nunca deja de producir, pase lo que pase.
¿Qué le da ese ánimo? ¿Cómo es que nunca se da por vencida? La respuesta es una lección para todos nosotros. La hormiga se sujeta a leyes. En el caso de la hormiga, esas leyes forman parte de su instinto natural, y sin embargo son leyes. Ahí, precisamente, está la lección.
Muchos en este mundo, incluso algunos llamados sabios, no saben que el verdadero triunfo en la vida, incluyendo el dominio propio, consiste en vivir dentro de los parámetros de las leyes morales de Dios.
Todos los problemas personales y colectivos del ser humano vienen por no reconocer y someterse a los mandamientos morales y espirituales de Dios. Cuando ignora las leyes divinas, se encuentra sin brújula en medio de un desierto de confusiones. Es entonces que se da a las drogas, al alcohol y a la vida desenfrenada, y termina al fin deseando suicidarse.
Regresemos al consejo del proverbista: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría.»
- Prov 6:6-11
6 Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.
En medio del calor una caravana, que cruzaba el Sahara, se vio de pronto rodeada de negras nubes y debió buscar refugio donde lo hubiera. Pasado el simún, la caravana, larga y abatida, miró atentamente al cielo, y con paso firme regresó al rumbo que había perdido.
No eran personas ni eran camellos. Eran hormigas. Hormigas que con sólo mirar a las estrellas sabían cómo encontrar su ruta.
Las hormigas del Sahara tienen un maravilloso instinto de dirección. Si se desvían, con sólo mirar las estrellas vuelven a encontrar su rumbo.
El Dr. Rudiger Wehner, de la Universidad de Zurich, Suiza, lo explicó así: «Esta hormiga, al levantar su mirada a las estrellas, puede ver patrones de luz polarizada. Eso le basta para conducirse a través de la larga travesía.»
La Biblia también habla acerca de la hormiga. En el libro de los Proverbios dice: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría» (Proverbios 6:6). La hormiga sabe, por instinto, interpretar las señales de los cielos. Sabe dirigirse a través de vastos desiertos sin perder la dirección. Labora todos los días de su vida y siempre está a la expectativa de algo nuevo. Nunca deja de actuar, nunca deja de trabajar, nunca deja de producir, pase lo que pase.
¿Qué le da ese ánimo? ¿Cómo es que nunca se da por vencida? La respuesta es una lección para todos nosotros. La hormiga se sujeta a leyes. En el caso de la hormiga, esas leyes forman parte de su instinto natural, y sin embargo son leyes. Ahí, precisamente, está la lección.
Muchos en este mundo, incluso algunos llamados sabios, no saben que el verdadero triunfo en la vida, incluyendo el dominio propio, consiste en vivir dentro de los parámetros de las leyes morales de Dios.
Todos los problemas personales y colectivos del ser humano vienen por no reconocer y someterse a los mandamientos morales y espirituales de Dios. Cuando ignora las leyes divinas, se encuentra sin brújula en medio de un desierto de confusiones. Es entonces que se da a las drogas, al alcohol y a la vida desenfrenada, y termina al fin deseando suicidarse.
Regresemos al consejo del proverbista: «¡Fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría.»
- Prov 6:6-11
6 Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio; 7 La cual no teniendo capitán, Ni gobernador, ni señor, 8 Prepara en el verano su comida, Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. 9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.
martes, 15 de noviembre de 2011
«CRIMINAL NATO, PRODUCTO DEL ALCOHOL»
(Día Mundial contra el Abuso del Alcohol)
«Nos lanzamos a la calle, a la caza de personas que algo pueden contarnos; personajes que con su charla amena nos ayudan a la elaboración del programa La calle donde tú vives....
»Tenemos a varias personas en la “lista”.... Allí está con el número uno el nombre de un conocido periodista, escritor y cronista: Efraín de los Ríos.
»Verificamos la dirección: Colonia Centroamérica, Zona 7, Guatemala....
»Entramos frente a quien escribió la obra que lo inmortalizará: Ombres contra hombres; y otras más.... La entrevista... principia de la siguiente manera...:
»—Inicialmente, don Efraín, quisiera que... nos hiciera una semblanza del tristemente célebre criminal guatemalteco Roberto Isaac, conocido como “Tata dios”.
»—Muchas gracias, joven amigo.... Tuve la oportunidad de tratar a “Tata dios” por espacio de seis años con veintidós días, tiempo que permanecí prisionero en los callejones de la Penitenciaría Central.
»”Roberto Isaac era un hombre alto de casi dos metros, blanco, de mediana ilustración, franco, interesado y un artista para trabajar el hueso y el cacho.... ‘Tata dios’ es el ejemplo más claro de la criminalidad producida por el alcoholismo. Una vez yo, aburrido del callejón de los políticos, me fui a platicar con él en el lugar donde tenía su mesa de trabajo y lo encontré risa y risa. ‘¿Por qué se ríe, don Beto?’, le pregunté; y él me contestó: ‘Callate, vos; le estaba contando a los muchachos que cuando yo salga de aquí ya no voy a chupar porque eso es malo, ¿verdad, vos?’ Y se rió burlonamente. ‘¿Y por qué, don Beto?’, le pregunté. ‘Fijate, vos —me dijo—. Me tomo el primer trago muy contento; me tomo el segundo mejor; pero al tercero empiezo a calentarme, y al cuarto luego me entran ganas de meterle el cuchillo a un cristiano. ¿Verdad que no está bueno eso, vos?’
»”... ‘Tata dios’..., criminal nato, producto del alcohol, era verdugo; era él llamado a azotar a los presos y torturarlos. Una vez había vapuleado a un pobre preso, y al otro día [pasa] por la bartolina donde el otro infeliz [está] tomando el sol, y tiene el cinismo de decirle —eso lo presencié yo—: ‘Ydiay, vos, ¿qué te pasó? Ahi te dejo unos tus cigarros.’
»”Una frescura, un sadismo desconcertante y frío.1
Tiene toda la razón el periodista Efraín de los Ríos en esta entrevista que le concedió a su joven colega guatemalteco Héctor Gaitán, publicada en la versión impresa de La calle donde tú vives, Tomo 2: Los efectos del alcohol son graves y pueden llegar a ser criminales, tal como don Efraín lo atestiguó en el caso de Roberto Isaac. Es que en aquel criminal apodado «Tata dios» se cumple el siguiente «dicho de los sabios» publicado en el libro de los Proverbios, uno de treinta dichos inspirados por el verdadero «Tata Dios», que creó el cuerpo humano:
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
¿De quién son las heridas gratuitas?
¿De quién los ojos morados?
¡Del que no suelta la botella de vino
ni deja de probar licores!
No te fijes en lo rojo que es el vino,
ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza;
porque acaba mordiendo como serpiente
y envenenando como víbora.2
1Héctor Gaitán Alfaro, La calle donde tú vives, Tomo 2, 2a. ed. (Ciudad de Guatemala: Litografías Modernas, 1989), pp. 33-35.
2Pr 23:29-32
«Nos lanzamos a la calle, a la caza de personas que algo pueden contarnos; personajes que con su charla amena nos ayudan a la elaboración del programa La calle donde tú vives....
»Tenemos a varias personas en la “lista”.... Allí está con el número uno el nombre de un conocido periodista, escritor y cronista: Efraín de los Ríos.
»Verificamos la dirección: Colonia Centroamérica, Zona 7, Guatemala....
»Entramos frente a quien escribió la obra que lo inmortalizará: Ombres contra hombres; y otras más.... La entrevista... principia de la siguiente manera...:
»—Inicialmente, don Efraín, quisiera que... nos hiciera una semblanza del tristemente célebre criminal guatemalteco Roberto Isaac, conocido como “Tata dios”.
»—Muchas gracias, joven amigo.... Tuve la oportunidad de tratar a “Tata dios” por espacio de seis años con veintidós días, tiempo que permanecí prisionero en los callejones de la Penitenciaría Central.
»”Roberto Isaac era un hombre alto de casi dos metros, blanco, de mediana ilustración, franco, interesado y un artista para trabajar el hueso y el cacho.... ‘Tata dios’ es el ejemplo más claro de la criminalidad producida por el alcoholismo. Una vez yo, aburrido del callejón de los políticos, me fui a platicar con él en el lugar donde tenía su mesa de trabajo y lo encontré risa y risa. ‘¿Por qué se ríe, don Beto?’, le pregunté; y él me contestó: ‘Callate, vos; le estaba contando a los muchachos que cuando yo salga de aquí ya no voy a chupar porque eso es malo, ¿verdad, vos?’ Y se rió burlonamente. ‘¿Y por qué, don Beto?’, le pregunté. ‘Fijate, vos —me dijo—. Me tomo el primer trago muy contento; me tomo el segundo mejor; pero al tercero empiezo a calentarme, y al cuarto luego me entran ganas de meterle el cuchillo a un cristiano. ¿Verdad que no está bueno eso, vos?’
»”... ‘Tata dios’..., criminal nato, producto del alcohol, era verdugo; era él llamado a azotar a los presos y torturarlos. Una vez había vapuleado a un pobre preso, y al otro día [pasa] por la bartolina donde el otro infeliz [está] tomando el sol, y tiene el cinismo de decirle —eso lo presencié yo—: ‘Ydiay, vos, ¿qué te pasó? Ahi te dejo unos tus cigarros.’
»”Una frescura, un sadismo desconcertante y frío.1
Tiene toda la razón el periodista Efraín de los Ríos en esta entrevista que le concedió a su joven colega guatemalteco Héctor Gaitán, publicada en la versión impresa de La calle donde tú vives, Tomo 2: Los efectos del alcohol son graves y pueden llegar a ser criminales, tal como don Efraín lo atestiguó en el caso de Roberto Isaac. Es que en aquel criminal apodado «Tata dios» se cumple el siguiente «dicho de los sabios» publicado en el libro de los Proverbios, uno de treinta dichos inspirados por el verdadero «Tata Dios», que creó el cuerpo humano:
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
¿De quién son las heridas gratuitas?
¿De quién los ojos morados?
¡Del que no suelta la botella de vino
ni deja de probar licores!
No te fijes en lo rojo que es el vino,
ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza;
porque acaba mordiendo como serpiente
y envenenando como víbora.2
1Héctor Gaitán Alfaro, La calle donde tú vives, Tomo 2, 2a. ed. (Ciudad de Guatemala: Litografías Modernas, 1989), pp. 33-35.
2Pr 23:29-32
lunes, 14 de noviembre de 2011
«NO ME VALORA LO SUFICIENTE PARA... CASARSE CONMIGO»
«Hace casi dos años comencé a tener relaciones sexuales con mi novio. Actualmente estoy embarazada, y aunque antes de estarlo él habló con mi mamá con respecto a casarnos, ahora pone cualquier excusa para evitarlo....
»Me siento muy mal. Quisiera dejarlo, pero lo amo y siento que él [me ama] a mí [también] a pesar de su actitud. Pero mi dignidad se siente burlada. Siento que no me valora lo suficiente para afirmarse y casarse conmigo. Yo no le toco el tema, para evitar discusiones. ¿Qué debo hacer?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Su corazón le dice una cosa, y su cerebro, otra completamente diferente. ¿En cuál de los dos debe confiar? Esta es la pregunta que confunde a muchos, a tal grado que a la postre toman la decisión indebida. Luego nos escriben pidiéndonos un consejo acerca de cómo escapar de la situación imposible en que se han metido....
»Su novio le dijo a usted que la quería, y hasta consideró el matrimonio, pero ahora ha cambiado de parecer. ¡Huya de él como si fuera una plaga! Casarse con él a estas alturas, o quedarse con él sin casarse, es lo peor que usted pudiera hacer. Resultaría en un futuro en que él la dejara a usted en casa cuidando a una pequeña criatura mientras él sale con sus amigos. Posteriormente él pudiera hasta mantener una relación con otra mujer con la que tuviera otros hijos, y entonces usted se encontraría en una situación realmente difícil....
»El primer paso que debe dar es, de por sí, bastante difícil: separarse definitivamente de su novio. Pero el siguiente paso es aún más difícil. ¿Está usted preparada para cuidar sola a su bebé? ¿Tiene un empleo que le producirá lo suficiente para el sustento de los dos? ¿Tiene a alguien a quien podrá confiarle el cuidado de su bebé? Si la respuesta a estas preguntas es negativa, entonces le recomendamos que tome la opción más amorosa que tiene una madre en sus circunstancias, la de permitir que alguna pareja adopte a su bebé. Hay miles de matrimonios sin hijos que le ruegan a Dios todos los días que les conceda un hijo. Alguno de ellos puede darle a su bebé todo lo que usted probablemente no pueda darle, ante todo, una mamá y un papá que se quieren mutuamente y que anhelan tener un hijo.
»La Biblia enseña que no debemos tener relaciones sexuales antes de casarnos con la persona que es el objeto de nuestro amor. No se trata de que Dios sea un aguafiestas extraterrestre. Al contrario, Él estableció esa regla para salvar a mujeres como usted y a bebés como el suyo de un sombrío futuro sin esposo o padre que forme parte de su vida. Cualesquiera que sean las otras decisiones que usted tome, prométase a sí misma que jamás volverá a tener relaciones sexuales con un hombre que no sea su esposo amado. Con sólo cumplir esa promesa se evitará indecible amargura en el futuro.
»Le deseamos lo mejor,
»Me siento muy mal. Quisiera dejarlo, pero lo amo y siento que él [me ama] a mí [también] a pesar de su actitud. Pero mi dignidad se siente burlada. Siento que no me valora lo suficiente para afirmarse y casarse conmigo. Yo no le toco el tema, para evitar discusiones. ¿Qué debo hacer?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Su corazón le dice una cosa, y su cerebro, otra completamente diferente. ¿En cuál de los dos debe confiar? Esta es la pregunta que confunde a muchos, a tal grado que a la postre toman la decisión indebida. Luego nos escriben pidiéndonos un consejo acerca de cómo escapar de la situación imposible en que se han metido....
»Su novio le dijo a usted que la quería, y hasta consideró el matrimonio, pero ahora ha cambiado de parecer. ¡Huya de él como si fuera una plaga! Casarse con él a estas alturas, o quedarse con él sin casarse, es lo peor que usted pudiera hacer. Resultaría en un futuro en que él la dejara a usted en casa cuidando a una pequeña criatura mientras él sale con sus amigos. Posteriormente él pudiera hasta mantener una relación con otra mujer con la que tuviera otros hijos, y entonces usted se encontraría en una situación realmente difícil....
»El primer paso que debe dar es, de por sí, bastante difícil: separarse definitivamente de su novio. Pero el siguiente paso es aún más difícil. ¿Está usted preparada para cuidar sola a su bebé? ¿Tiene un empleo que le producirá lo suficiente para el sustento de los dos? ¿Tiene a alguien a quien podrá confiarle el cuidado de su bebé? Si la respuesta a estas preguntas es negativa, entonces le recomendamos que tome la opción más amorosa que tiene una madre en sus circunstancias, la de permitir que alguna pareja adopte a su bebé. Hay miles de matrimonios sin hijos que le ruegan a Dios todos los días que les conceda un hijo. Alguno de ellos puede darle a su bebé todo lo que usted probablemente no pueda darle, ante todo, una mamá y un papá que se quieren mutuamente y que anhelan tener un hijo.
»La Biblia enseña que no debemos tener relaciones sexuales antes de casarnos con la persona que es el objeto de nuestro amor. No se trata de que Dios sea un aguafiestas extraterrestre. Al contrario, Él estableció esa regla para salvar a mujeres como usted y a bebés como el suyo de un sombrío futuro sin esposo o padre que forme parte de su vida. Cualesquiera que sean las otras decisiones que usted tome, prométase a sí misma que jamás volverá a tener relaciones sexuales con un hombre que no sea su esposo amado. Con sólo cumplir esa promesa se evitará indecible amargura en el futuro.
»Le deseamos lo mejor,
martes, 8 de noviembre de 2011
«NADA PODÍAN CONTRA EL AMOR DE AQUELLA PRIMA»
«Cuando tenía unos seis años, una prima casadera andaba en amores con su pretendiente. Buena parte de la familia no lo quería:
»—Yo no sé qué le habrá visto esta a semejante vago. ¡Feyo, bolo y acabado! ¡Bonita vida la que le va a dar!
»Pero ella no se amilanaba. Descendiente de una colección de abuelas, madres y tías, matronas acostumbradas a hacer lo que su real gana les pidiera, había decidido noviar con el rechazado, a pesar de los torrentes de amenazas y críticas que se le desplomaran.
»Si había una fiesta, la prima se las arreglaba para que unas compañeras del colegio la fueran a buscar a la casa y, ante el compromiso del tumulto, nadie pudiera objetar la salida. Si había [alguna función], la prima ofrecía cooperación para que los organizadores le encomendaran las actividades más variadas. Si había algún velorio, la prima se ofrecía como primera rezadora o cantadora, y nadie era capaz de objetar el piadoso oficio....
»En fin, si había lo que hubiese, la prima siempre encontraba ocasión para enrolarse en el asunto y, entre vueltas y revueltas, verse y darse sus roces con el galán.
»La madre ardía en vituperios y admoniciones, porque siempre había algún lenguaraz que corría a la casa con detalles espeluznantes:
»—Allá iba ese hombre con la muchacha. A saber con qué intenciones anda....
»—¡Allá está su muchachita, señora. Después no diga que no le vine a avisar....
»—¡El problema es de ella, no de ustedes! [—explotaba calentada la señora—]. ¡Metidos! ¡En todo están, menos en misa!
»Entonces, si mi abuela estaba presente, terciaba conciliadora:
»—Mejor dale permiso a ese hombre de que llegue a la casa....
»—¡Antes, muerta! ¡¡Para que ese... entre en mi casa, tiene que volver el diluvio universal!!
»—Entonces, atenete a las consecuencias....
»... Pero todas las argucias y cercos de la madre nada podían contra el amor de aquella prima por su escuálido caballero, por quien habría sido capaz de lanzarse sobre cercos y tejados.... Por nada de este mundo hubiera estado dispuesta a dejar de quererlo....
»Campante y rasante, a la prima no la detenía nadie.»1
En cierto sentido, la conducta de esa prima del escritor salvadoreño Francisco Andrés Escobar que él describe en su obra titulada El país de donde vengo se parece a la de quien acaba de enamorarse de Cristo. Para tal persona, no hay ocasión ni momento alguno en que deje de pensar en Cristo o de querer estar con Él. Pero gracias a Dios, a diferencia de la madre de la prima del autor, Él desea, como Padre celestial, que pasemos todo el tiempo necesario para llegar a conocer mejor a su Hijo Jesucristo.
Más vale, entonces, que aprovechemos toda oportunidad que tengamos para pasar tiempo con Cristo y llegar a conocerlo y saber lo mucho que nos ama. Pues de hacerlo así, comprenderemos que Él nos amó primero para que le correspondamos ese amor, y que espera que nos esforcemos por mantener encendida la llama del primer amor, de modo que no tenga por qué reprocharnos el haberlo perdido.2
1Francisco Andrés Escobar, El país de donde vengo (San Salvador: UCA Editores, 2006), pp. 249-50.
21Jn 4:16,19; Ap 2:4
»—Yo no sé qué le habrá visto esta a semejante vago. ¡Feyo, bolo y acabado! ¡Bonita vida la que le va a dar!
»Pero ella no se amilanaba. Descendiente de una colección de abuelas, madres y tías, matronas acostumbradas a hacer lo que su real gana les pidiera, había decidido noviar con el rechazado, a pesar de los torrentes de amenazas y críticas que se le desplomaran.
»Si había una fiesta, la prima se las arreglaba para que unas compañeras del colegio la fueran a buscar a la casa y, ante el compromiso del tumulto, nadie pudiera objetar la salida. Si había [alguna función], la prima ofrecía cooperación para que los organizadores le encomendaran las actividades más variadas. Si había algún velorio, la prima se ofrecía como primera rezadora o cantadora, y nadie era capaz de objetar el piadoso oficio....
»En fin, si había lo que hubiese, la prima siempre encontraba ocasión para enrolarse en el asunto y, entre vueltas y revueltas, verse y darse sus roces con el galán.
»La madre ardía en vituperios y admoniciones, porque siempre había algún lenguaraz que corría a la casa con detalles espeluznantes:
»—Allá iba ese hombre con la muchacha. A saber con qué intenciones anda....
»—¡Allá está su muchachita, señora. Después no diga que no le vine a avisar....
»—¡El problema es de ella, no de ustedes! [—explotaba calentada la señora—]. ¡Metidos! ¡En todo están, menos en misa!
»Entonces, si mi abuela estaba presente, terciaba conciliadora:
»—Mejor dale permiso a ese hombre de que llegue a la casa....
»—¡Antes, muerta! ¡¡Para que ese... entre en mi casa, tiene que volver el diluvio universal!!
»—Entonces, atenete a las consecuencias....
»... Pero todas las argucias y cercos de la madre nada podían contra el amor de aquella prima por su escuálido caballero, por quien habría sido capaz de lanzarse sobre cercos y tejados.... Por nada de este mundo hubiera estado dispuesta a dejar de quererlo....
»Campante y rasante, a la prima no la detenía nadie.»1
En cierto sentido, la conducta de esa prima del escritor salvadoreño Francisco Andrés Escobar que él describe en su obra titulada El país de donde vengo se parece a la de quien acaba de enamorarse de Cristo. Para tal persona, no hay ocasión ni momento alguno en que deje de pensar en Cristo o de querer estar con Él. Pero gracias a Dios, a diferencia de la madre de la prima del autor, Él desea, como Padre celestial, que pasemos todo el tiempo necesario para llegar a conocer mejor a su Hijo Jesucristo.
Más vale, entonces, que aprovechemos toda oportunidad que tengamos para pasar tiempo con Cristo y llegar a conocerlo y saber lo mucho que nos ama. Pues de hacerlo así, comprenderemos que Él nos amó primero para que le correspondamos ese amor, y que espera que nos esforcemos por mantener encendida la llama del primer amor, de modo que no tenga por qué reprocharnos el haberlo perdido.2
1Francisco Andrés Escobar, El país de donde vengo (San Salvador: UCA Editores, 2006), pp. 249-50.
21Jn 4:16,19; Ap 2:4
«ME ENAMORÉ Y... TIRÉ TODO LO QUE... HABÍA CONSTRUIDO»
«Yo era un hombre completo, es decir, con sueños e ilusiones para complementarlos con una familia maravillosa: una esposa fiel, abnegada y solidaria, y dos hijos que desde que nacieron llenaron mi vida. Sin embargo, conocí a una mujer de la cual me enamoré, y en poco tiempo me ilusioné, tiré todo lo que con mucho esfuerzo había construido en el pasado y decidí vivir con esta segunda mujer....
»Hoy me encuentro solo con mis hijos, pues ella nos abandonó, sin mayores explicaciones. La madre biológica de mis hijos se encuentra [fuera de mi país], y no me queda más que enfrentar una realidad muy dura....»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Nos entristece que usted y sus hijos estén experimentando estas dificultades. Usted tomó una decisión equivocada, y ahora no sólo usted sino también sus hijos tienen que afrontar las consecuencias. Pero usted no es el único que ha tomado una mala decisión que ha trastornado su vida. Todos hemos errado en algunas decisiones que nos han llevado a quebrantar la ley de Dios. Dios nos perdonará si le pedimos que lo haga, pero aun así tendremos que afrontar las consecuencias al levantarnos cada mañana. Dios nos absuelve de todo nuestro pecado, pero no nos libra de las consecuencias.
»... Un alto porcentaje de los padres y de las madres de este mundo son solteros, y en la mayoría de los casos no se debe a que hayan escogido vivir sin un cónyuge.... Pero el disfrute de la vida en compañía de sus hijos, contribuyendo a orientar su porvenir y proveyéndoles un hogar estable y tranquilo, les da a estos padres y a estas madres un motivo por el cual vale la pena seguir luchando día tras día, aun cuando las pruebas parezcan abrumadoras.
»Recuerde que sus hijos no hicieron nada para merecer esto. Ellos fueron víctimas del error suyo. Usted nunca podrá compensarlos por el daño que han sufrido, pero sí puede fijarse como meta darles el amor y la estabilidad que tanto necesitan. Si usted se concentrara todos los días en su propia tristeza y soledad, con eso nada más agravaría el dolor que ellos ya han experimentado. Sus hijos necesitan a un padre que se proponga ante todo proporcionarles un hogar con un ambiente feliz y saludable.
»El apóstol Pablo le ofrece el siguiente consejo: “Padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.”1 ¿Cómo puede usted hacer esto? Ante todo, pídale perdón a Dios. Luego reconozca ante sus hijos que usted ha pecado contra Dios y contra ellos. Dígales que está muy arrepentido de ese pecado y que le ha pedido a Dios que lo perdone. Y por último, pídales a ellos que lo perdonen por el sufrimiento que usted les ha causado. Haga de este el punto de partida para aprender usted mismo, y luego para enseñarles a sus hijos, lo acertado que es obedecer la ley de Dios.
»Le deseamos un hogar feliz,
1Ef 6:4
»Hoy me encuentro solo con mis hijos, pues ella nos abandonó, sin mayores explicaciones. La madre biológica de mis hijos se encuentra [fuera de mi país], y no me queda más que enfrentar una realidad muy dura....»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Nos entristece que usted y sus hijos estén experimentando estas dificultades. Usted tomó una decisión equivocada, y ahora no sólo usted sino también sus hijos tienen que afrontar las consecuencias. Pero usted no es el único que ha tomado una mala decisión que ha trastornado su vida. Todos hemos errado en algunas decisiones que nos han llevado a quebrantar la ley de Dios. Dios nos perdonará si le pedimos que lo haga, pero aun así tendremos que afrontar las consecuencias al levantarnos cada mañana. Dios nos absuelve de todo nuestro pecado, pero no nos libra de las consecuencias.
»... Un alto porcentaje de los padres y de las madres de este mundo son solteros, y en la mayoría de los casos no se debe a que hayan escogido vivir sin un cónyuge.... Pero el disfrute de la vida en compañía de sus hijos, contribuyendo a orientar su porvenir y proveyéndoles un hogar estable y tranquilo, les da a estos padres y a estas madres un motivo por el cual vale la pena seguir luchando día tras día, aun cuando las pruebas parezcan abrumadoras.
»Recuerde que sus hijos no hicieron nada para merecer esto. Ellos fueron víctimas del error suyo. Usted nunca podrá compensarlos por el daño que han sufrido, pero sí puede fijarse como meta darles el amor y la estabilidad que tanto necesitan. Si usted se concentrara todos los días en su propia tristeza y soledad, con eso nada más agravaría el dolor que ellos ya han experimentado. Sus hijos necesitan a un padre que se proponga ante todo proporcionarles un hogar con un ambiente feliz y saludable.
»El apóstol Pablo le ofrece el siguiente consejo: “Padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.”1 ¿Cómo puede usted hacer esto? Ante todo, pídale perdón a Dios. Luego reconozca ante sus hijos que usted ha pecado contra Dios y contra ellos. Dígales que está muy arrepentido de ese pecado y que le ha pedido a Dios que lo perdone. Y por último, pídales a ellos que lo perdonen por el sufrimiento que usted les ha causado. Haga de este el punto de partida para aprender usted mismo, y luego para enseñarles a sus hijos, lo acertado que es obedecer la ley de Dios.
»Le deseamos un hogar feliz,
1Ef 6:4
DORMIDO EN LA TORRE DE CONTROL
Uno tras otro, los grandes aviones fueron aterrizando en el aeropuerto. Hacía buen tiempo, y las señales de radio y las luces de aterrizaje funcionaban como debían. Las instrucciones emitidas desde la torre de control del aeropuerto de Ankara, Turquía, eran claras. Fue así como aterrizaron dieciséis aviones esa noche entre las 0 horas y las 6 de la mañana.
Sin embargo, el controlador aéreo Guclu Cevik, que sufría de narcolepsia, había estado dormido la mayor parte del tiempo. Semidormido, había dado, mecánicamente, las instrucciones. Por suerte y de milagro, no ocurrió ningún accidente.
Es terrible cuando, por obligación del cargo o del oficio, el que tiene que estar bien despierto y alerta se duerme en su trabajo.
¿Qué le puede pasar a un autobús repleto de pasajeros, que anda por un camino montañoso, si el chofer se duerme? ¿Qué le puede pasar a un barco ballenero que se arriesga en un mar turbulento, plagado de témpanos de hielo, si el timonel se duerme?
Los centinelas que vigilan el cuartel no deben dormirse. Los agentes de policía que cuidan el vecindario no deben dormirse. Las enfermeras que, en la unidad de cuidados intensivos, controlan los aparatos que regulan los signos vitales no deben dormirse.
Por lo mismo, un padre que tiene hijos pequeños y adolescentes tampoco debe dormirse. Los traficantes de drogas saben cómo iniciar a un joven en la nefanda adicción de marihuana y cocaína. Los programas de televisión saben cómo incitar al incauto en la pornografía y el crimen. Detrás de cada amigo ocasional puede esconderse un secuestrador de mentes, de corazones y de vidas.
Descuidarse en la educación moral, especialmente de los hijos pequeños, es dormirse cuando más necesitan ellos un padre alerta. Permitir que los hijos se críen por su cuenta, sin dirección, sin escuela, sin iglesia y sin Dios, es entregarlos en manos de ladrones del alma, que listos están para chuparse la última gota de sangre moral y espiritual.
Si los que somos padres o madres queremos hijos inteligentes, sanos, limpios y con valores morales, debemos vigilar con celo constante sus actividades. Por todos lados hay peligrosas tentaciones que llaman a los jóvenes con una atracción casi irresistible, y únicamente con un fuerte respaldo hogareño podrán ellos vencer esas tentaciones.
Quien nos ayudará a velar por nuestros hijos es Jesucristo, el Señor viviente. Invitémoslo a vivir en nuestro corazón, de modo que forme parte de nuestra vida y de nuestro hogar.
Sin embargo, el controlador aéreo Guclu Cevik, que sufría de narcolepsia, había estado dormido la mayor parte del tiempo. Semidormido, había dado, mecánicamente, las instrucciones. Por suerte y de milagro, no ocurrió ningún accidente.
Es terrible cuando, por obligación del cargo o del oficio, el que tiene que estar bien despierto y alerta se duerme en su trabajo.
¿Qué le puede pasar a un autobús repleto de pasajeros, que anda por un camino montañoso, si el chofer se duerme? ¿Qué le puede pasar a un barco ballenero que se arriesga en un mar turbulento, plagado de témpanos de hielo, si el timonel se duerme?
Los centinelas que vigilan el cuartel no deben dormirse. Los agentes de policía que cuidan el vecindario no deben dormirse. Las enfermeras que, en la unidad de cuidados intensivos, controlan los aparatos que regulan los signos vitales no deben dormirse.
Por lo mismo, un padre que tiene hijos pequeños y adolescentes tampoco debe dormirse. Los traficantes de drogas saben cómo iniciar a un joven en la nefanda adicción de marihuana y cocaína. Los programas de televisión saben cómo incitar al incauto en la pornografía y el crimen. Detrás de cada amigo ocasional puede esconderse un secuestrador de mentes, de corazones y de vidas.
Descuidarse en la educación moral, especialmente de los hijos pequeños, es dormirse cuando más necesitan ellos un padre alerta. Permitir que los hijos se críen por su cuenta, sin dirección, sin escuela, sin iglesia y sin Dios, es entregarlos en manos de ladrones del alma, que listos están para chuparse la última gota de sangre moral y espiritual.
Si los que somos padres o madres queremos hijos inteligentes, sanos, limpios y con valores morales, debemos vigilar con celo constante sus actividades. Por todos lados hay peligrosas tentaciones que llaman a los jóvenes con una atracción casi irresistible, y únicamente con un fuerte respaldo hogareño podrán ellos vencer esas tentaciones.
Quien nos ayudará a velar por nuestros hijos es Jesucristo, el Señor viviente. Invitémoslo a vivir en nuestro corazón, de modo que forme parte de nuestra vida y de nuestro hogar.
«MI MAMÁ... NO QUIERE [A] MI BEBÉ»
«Tengo seis meses de embarazo, y mi esposo y yo vivimos con mi mamá en la casa que yo construí para ella.... Tenemos muchos problemas, ya que ella [se] pasa [el tiempo] dándonos órdenes y recordándonos día a día que la casa es de ella y que las cosas deben hacerse a su manera. Me dice que no quiere tener nada que ver con mi bebé cuando nazca, y eso me duele demasiado.
»Estamos pensando en mudarnos a otro lugar para que esto no afecte más mi embarazo. Pero yo soy su único sostén, ya que mis hermanos tienen su propia vida y no ven por ella. ¿Qué debemos hacer por el bien de ella y el de mi bebé, ya que estoy muy afectada y lloro mucho?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:»¡Felicitaciones! ¡Muy pronto va a ser mamá!...
»¡Qué bien que haya provisto un hogar en el que pudiera vivir su mamá! Usted de veras la ha honrado al cuidarla durante los últimos años. Ha obedecido el quinto mandamiento al sostenerla económicamente y al velar por su bienestar.
»Sin embargo, usted ahora es una mujer casada y hay un hijo al que debe cuidar y proteger. Ya es hora de que usted y su esposo preparen un hogar en el que haya paz y amorosa aceptación para su hijo. No hay duda de que su mamá le ha dado a entender que el hogar de ella no es el sitio donde deban vivir ustedes.
»Usted dice que sus hermanos “tienen su propia vida” y por lo tanto “no ven por ella”. ¿Acaso no debe usted también “tener su propia vida”? Convoque a sus hermanos a una reunión familiar e infórmeles que usted se está mudando.... Dígales que usted seguirá poniendo su parte, pero que no seguirá siendo la única persona responsable de ella.
»Un día Jesucristo estaba caminando junto al mar de Galilea, y vio a Jacobo y a Juan remendando las redes en su barca junto con su padre.1 La pesca era el negocio de la familia, y se esperaba que Jacobo y Juan ayudaran a sostener a su padre, Zebedeo, y que siguieran en su oficio. De modo que, cuando Jesús llamó a Jacobo y a Juan y los invitó a que se hicieran discípulos suyos, sin duda fue muy difícil para Zebedeo comprender eso, y tal vez sintiera que sus hijos lo estaban abandonando.
»¿Actuó Jesús de un modo insensible a la situación en que se encontraba Zebedeo? ¿Acaso estaba Jesús haciendo que Jacobo y Juan deshonraran a su padre? ¡De ninguna manera! Jesús enseñó mediante este ejemplo que el honrar a los padres no quiere decir que uno tenga que descuidar sus propias responsabilidades con el fin de cuidarlos a ellos. Dios el Padre tenía el plan de que Jacobo y Juan desempeñaran un papel importante en el ministerio de su Hijo Jesucristo, y Jesús sabía que el Padre celestial cuidaría al padre de ellos.
»... Dios espera que usted tome las decisiones acertadas a favor del hijo que va a nacer. Esperamos que tenga el tiempo necesario para establecer su propio hogar con su esposo antes de la llegada del pequeño.
»Le deseamos lo mejor,
1Mr 1:19-20
»Estamos pensando en mudarnos a otro lugar para que esto no afecte más mi embarazo. Pero yo soy su único sostén, ya que mis hermanos tienen su propia vida y no ven por ella. ¿Qué debemos hacer por el bien de ella y el de mi bebé, ya que estoy muy afectada y lloro mucho?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:»¡Felicitaciones! ¡Muy pronto va a ser mamá!...
»¡Qué bien que haya provisto un hogar en el que pudiera vivir su mamá! Usted de veras la ha honrado al cuidarla durante los últimos años. Ha obedecido el quinto mandamiento al sostenerla económicamente y al velar por su bienestar.
»Sin embargo, usted ahora es una mujer casada y hay un hijo al que debe cuidar y proteger. Ya es hora de que usted y su esposo preparen un hogar en el que haya paz y amorosa aceptación para su hijo. No hay duda de que su mamá le ha dado a entender que el hogar de ella no es el sitio donde deban vivir ustedes.
»Usted dice que sus hermanos “tienen su propia vida” y por lo tanto “no ven por ella”. ¿Acaso no debe usted también “tener su propia vida”? Convoque a sus hermanos a una reunión familiar e infórmeles que usted se está mudando.... Dígales que usted seguirá poniendo su parte, pero que no seguirá siendo la única persona responsable de ella.
»Un día Jesucristo estaba caminando junto al mar de Galilea, y vio a Jacobo y a Juan remendando las redes en su barca junto con su padre.1 La pesca era el negocio de la familia, y se esperaba que Jacobo y Juan ayudaran a sostener a su padre, Zebedeo, y que siguieran en su oficio. De modo que, cuando Jesús llamó a Jacobo y a Juan y los invitó a que se hicieran discípulos suyos, sin duda fue muy difícil para Zebedeo comprender eso, y tal vez sintiera que sus hijos lo estaban abandonando.
»¿Actuó Jesús de un modo insensible a la situación en que se encontraba Zebedeo? ¿Acaso estaba Jesús haciendo que Jacobo y Juan deshonraran a su padre? ¡De ninguna manera! Jesús enseñó mediante este ejemplo que el honrar a los padres no quiere decir que uno tenga que descuidar sus propias responsabilidades con el fin de cuidarlos a ellos. Dios el Padre tenía el plan de que Jacobo y Juan desempeñaran un papel importante en el ministerio de su Hijo Jesucristo, y Jesús sabía que el Padre celestial cuidaría al padre de ellos.
»... Dios espera que usted tome las decisiones acertadas a favor del hijo que va a nacer. Esperamos que tenga el tiempo necesario para establecer su propio hogar con su esposo antes de la llegada del pequeño.
»Le deseamos lo mejor,
1Mr 1:19-20
miércoles, 2 de noviembre de 2011
«NO DEBO DESOBEDECER A MI MAESTRA : UN FINAL TRAGICO»
Con mala ortografía y torpe letra el chico comenzó a escribir. Evidentemente el muchacho era rebelde e indisciplinado. Como castigo, la maestra le había asignado una tarea especial. Debía escribir, 300 veces, la frase: «No debo desobedecer a mi maestra.»
Se trataba de Jorge Licea, de origen mexicano. Estaba asistiendo a una escuela pública en la ciudad de Los Ángeles, California. Jorge escribió, y escribió, hasta el fin de la clase. Al día siguiente Jorge llegó temprano a la escuela, pero no se juntó con sus amigos. Estaba como confundido y melancólico.
Quieto y sombrío, se detuvo en la puerta de su aula y comenzó a llorar. Luego, ante el espanto de sus compañeros, sacó de su bolsillo un revólver, se lo puso a la sien y apretó el gatillo. Jorge Licea tenía diez años de edad.
Este caso conmovió a la gran ciudad. Terminada la investigación, se halló que la causa de la tragedia no era la tarea que la maestra le había dado. El castigo sólo hizo estallar una causa que era mucho más profunda que una simple tarea.
La causa, que procedía de la vida del muchacho, tenía que ver con su hogar. Allí estaba evidenciada la fórmula de siempre: pobreza, violencia, drogas, alcohol y maltrato. El niño vivía en un infierno. Con apenas diez años de edad, ya había aguantado todo lo que un ser humano es capaz de aguantar. Y como no vio salida alguna, optó por quitarse la vida.
Así es la vida de muchos niños y niñas en este mundo perdido y desviado en que vivimos. Quizá usted, mi querido joven, se encuentra en una situación parecida. Quizá la vida suya también sea un infierno. ¿Será eso todo lo que este mundo ofrece? La respuesta, positiva y categórica, es: «¡No!»
En cierta ocasión Jesucristo dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos» (Lucas 18:16). Cristo, el autor de la vida, tiene una compasión muy especial por todos los que sufren injustamente.
Permítanme una palabra a ustedes, padres. ¿Será el ambiente de su hogar uno que podría dar lugar a la confusión y al deterioro moral de sus hijos? Su hogar es el único albergue que ellos tienen, y la vida presente y futura de ellos será una copia exacta de lo que es el hogar suyo.
Invitemos a Cristo, queridos padres, a ser el Señor de nuestro hogar. Cuando él reina en el hogar, hay serenidad y madurez y juicio y paz. Sólo Cristo produce cordura y armonía. Él quiere salvar nuestro hogar. Permitámosle entrar.
Se trataba de Jorge Licea, de origen mexicano. Estaba asistiendo a una escuela pública en la ciudad de Los Ángeles, California. Jorge escribió, y escribió, hasta el fin de la clase. Al día siguiente Jorge llegó temprano a la escuela, pero no se juntó con sus amigos. Estaba como confundido y melancólico.
Quieto y sombrío, se detuvo en la puerta de su aula y comenzó a llorar. Luego, ante el espanto de sus compañeros, sacó de su bolsillo un revólver, se lo puso a la sien y apretó el gatillo. Jorge Licea tenía diez años de edad.
Este caso conmovió a la gran ciudad. Terminada la investigación, se halló que la causa de la tragedia no era la tarea que la maestra le había dado. El castigo sólo hizo estallar una causa que era mucho más profunda que una simple tarea.
La causa, que procedía de la vida del muchacho, tenía que ver con su hogar. Allí estaba evidenciada la fórmula de siempre: pobreza, violencia, drogas, alcohol y maltrato. El niño vivía en un infierno. Con apenas diez años de edad, ya había aguantado todo lo que un ser humano es capaz de aguantar. Y como no vio salida alguna, optó por quitarse la vida.
Así es la vida de muchos niños y niñas en este mundo perdido y desviado en que vivimos. Quizá usted, mi querido joven, se encuentra en una situación parecida. Quizá la vida suya también sea un infierno. ¿Será eso todo lo que este mundo ofrece? La respuesta, positiva y categórica, es: «¡No!»
En cierta ocasión Jesucristo dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos» (Lucas 18:16). Cristo, el autor de la vida, tiene una compasión muy especial por todos los que sufren injustamente.
Permítanme una palabra a ustedes, padres. ¿Será el ambiente de su hogar uno que podría dar lugar a la confusión y al deterioro moral de sus hijos? Su hogar es el único albergue que ellos tienen, y la vida presente y futura de ellos será una copia exacta de lo que es el hogar suyo.
Invitemos a Cristo, queridos padres, a ser el Señor de nuestro hogar. Cuando él reina en el hogar, hay serenidad y madurez y juicio y paz. Sólo Cristo produce cordura y armonía. Él quiere salvar nuestro hogar. Permitámosle entrar.
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