miércoles, 18 de enero de 2012

"LA LENGUA DEL MAL AMIGO..."

LA LENGUA DEL MAL AMIGO...




El niño tenía muy mal genio, así que su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera los estribos debía introducir un clavo en la cerca del patio de la casa. ¡El primer día el niño clavó treinta y siete clavos en la cerca! Pero poco a poco fue calmándose al descubrir que era mucho más fácil controlar ese mal genio que meter los clavos en la cerca.
Por fin llegó el día en que el muchacho ya no perdía los estribos fácilmente. Cuando fue a comunicárselo a su padre, éste le sugirió que por cada día que tuviera éxito controlando su carácter, sacara un clavo de la cerca.
Con el paso de los días el joven pudo finalmente informarle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Ante esto, el padre lo llevó de la mano a la cerca del patio y le dijo: «Mira, hijo, has hecho bien. Pero ahora quiero que te fijes en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Esta cerca jamás volverá a ser la misma de antes. Cuando dices o haces cosas con enojo, dejas una cicatriz como este agujero en la cerca. Es como meterle un cuchillo a una persona. Aunque lo vuelvas a sacar, no puedes hacer que desaparezca la herida, pues queda la cicatriz. No importa cuántas veces pidas perdón, la herida permanece y la cicatriz la acompaña. Y una herida física es igual de grave que una herida verbal. Los amigos son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Te apoyan y te animan a mejorar, te escuchan y te dan palabras de aliento. Siempre tienen el corazón dispuesto a recibirte. Por eso, trata a tus amigos de tal manera que no tengas que lamentar el haberlos herido con tus palabras.»
Aquel padre tenía toda la razón. Cuando herimos a otros con nuestras palabras, podemos pedirles perdón, pero siempre queda el recuerdo. No podemos exigirles que jamás vuelvan a acordarse de esas palabras tajantes. De ahí el refrán que dice: «La lengua del mal amigo más corta que el cuchillo.» Es por eso que en la lección que el padre le dio a su hijo, se concentró en la relación que tenemos con nuestros amigos. Esa relación es como una hermosa planta que debemos cultivar, no sea que la descuidemos y destruyamos.
Más vale que sigamos el consejo del sabio Salomón. «El que refrena su boca y su lengua se libra de muchas angustias»,1 afirma el proverbista, mientras que «el ligero de labios provoca su ruina».2 Porque así como insinúa el refrán: «El charlatán hiere con la lengua como con una espada».3
Hoy más que nunca es difícil hallar un buen amigo. Sin embargo, corremos el riesgo de perderlo por simple descuido. ¿Por qué no determinamos ser buenos amigos nosotros mismos? Resolvamos evitar a toda costa pronunciar a la ligera cualquier palabra que pueda herir a un amigo. Así no tendremos que desclavar palabras que han de dejar cicatrices desagradables.


1.Pr 21:23
2.Pr 13:3
3.Pr 12:18

martes, 17 de enero de 2012

ALCOHOOL MORTAL

CIEN MUERTOS DE ALCOHOL




El fin de semana llegó como siempre, alegre y bullicioso, al poblado de Baroda, estado de Gujarat, India. Las prostitutas salieron a ejercer su oficio, y los salones de bailes se llenaron de bailarines.
Gujarat es el único estado de la India donde se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas. Ese sábado por la tarde 251 personas habían sido hospitalizadas, y de ellas murieron paralizadas cien. Otras veinticinco quedaron ciegas, y el resto gravemente enfermas. ¿Cuál era la causa? Tres irresponsables habían vendido clandestinamente licor hecho en las casas con alcohol metílico, un veneno mortal.
El fin de semana dejó de ser alegre para volverse trágico. Los habitantes de Baroda, India, pueblo que ya había tenido tres veces tragedias de esta clase, habían bebido licor hecho con veneno.
En realidad, toda bebida alcohólica es veneno. No todas están hechas con alcohol metílico, pero todas tienen su pequeña o gran dosis de tóxico, que va adormeciendo y entorpeciendo la mente, y convirtiendo al bebedor en un individuo de capacidad disminuida.
La propaganda comercial de licores puede ser muy elegante, muy bien preparada, realizada por expertos del arte; pero los hospitales, las cárceles, los manicomios y los cementerios cuentan una historia muy distinta. Allí no hay placer ni delicias como las mencionadas por la propaganda, sino vómito, sangre, locura, idiotez y muerte.
¿Somos víctimas del alcohol? No tratemos de ocultar nuestra esclavitud. ¿Podemos pasar una semana sin beber? ¿Lo hemos tratado? Muchas veces lo que decimos poder hacer es una cosa y lo que realmente podemos hacer es otra. Seamos sinceros. ¿Podemos de veras pasar una semana sin beber alcohol? Si la respuesta es negativa, necesitamos ayuda.
Hay un grupo llamado Alcohólicos Anónimos que ayuda a las personas esclavizadas por el alcohol. Para reforzar esa ayuda con algo que puede cambiar todo nuestro ser, tenemos que invitar a Cristo a que sea el Rey y Señor de nuestra vida.

viernes, 13 de enero de 2012

" JOVENES LOCOS Y DEMENTES"

«HÁBITOS INSANOS»




David Fortson era alto, de más de dos metros, atlético, alegre, inteligente, y de apenas diecinueve años de edad. Era el mejor jugador de básquetbol de su colegio en Santa Mónica, California. Pero tuvo una discusión acalorada con un compañero suyo.
En el calor de la contienda, David, que era toda una promesa, recibió un balazo en el pecho. Él murió poco después, mientras que a su asesino lo encontraron en la casa de su novia y lo arrestaron.
El homicida pertenecía a una banda juvenil que tenía por lema una frase impresa en las camisetas de los miembros de la banda, que decía: «Hábitos insanos». Esa frase, hábitos insanos, es lo que le da importancia a esta noticia.
El diccionario describe la primera acepción de la palabra «insano» con dos vocablos: loco y demente. En efecto, podemos calificar de locos y dementes esos hábitos de adolescentes y jóvenes que son la pesadilla actual de padres, maestros, policías, jueces y clérigos. La juventud parece enloquecida. Cada día hay noticias de algún acto insano de parte de jóvenes estudiantes, de muchachas adolescentes y de niños que aún no han doblado el cabo de los diez años.
Quizá no sea tan extraño el hecho de que estos hábitos insanos son siempre actos de violencia, o de rebeldía, o de fiestas licenciosas en que se bebe licor a mares, se usan drogas y narcóticos sin medida y se practica el sexo libre, que nunca es libre, y todo esto, sin conciencia.
Algo que contribuye a esta insania es la televisión. No hace mucho una sociedad estudiantil manifestó que mucha de la delincuencia en la juventud se debe a la influencia de la televisión. «La televisión nos está deformando la mente y los sentimientos —dijeron los jóvenes en una dramática declaración—. Si no mejoran los programas de televisión, no hay esperanza para el joven.»
No obstante, la televisión mundial, al igual que el cine y las revistas, es una industria superpoderosa, y éstas, por la gran cantidad de dinero que producen, no cambiarán sus proyectos por nada en la vida.
¿Y qué del joven? ¿Hay algún modo de cambiar sus «hábitos insanos»? Sí, lo hay. Es posible tocar el corazón del joven y la señorita. Se han visto cambios increíbles en jóvenes que, según su propio testimonio, habían perdido toda noción de moralidad. Esto ocurre cuando Jesucristo entra en el corazón humano. La única fuerza capaz de contrarrestar la fuerza que tiene el mal es Jesucristo.
Por nuestra parte, los padres necesitamos darles a nuestros hijos un genuino ejemplo cristiano. Ellos necesitan ese modelo. Y nuestros jóvenes necesitan reconocer que sólo Cristo es su salvación, no sea que sigan andando por el camino que lleva a la destrucción.

" NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA"

MAL POR BIEN




Había un pobre zapatero del siglo diecisiete que tenía más hijos de los que podía mantener. Con todo, su fecunda esposa volvió a dar a luz, así que él decidió poner al recién nacido en el torno que estaba a la entrada de la casa de huérfanos de Lima. Daba la casualidad de que en aquel establecimiento había sido tan grande el número de niños abandonados en los últimos días que la superiora había puesto en marcha un plan para descubrir al individuo que, al amparo de las sombras, había estado llevando a tantos pequeños huéspedes al orfanato. Por ese motivo, tan pronto como el zapatero se acercó a la puerta, cuatro fornidos vigilantes le cayeron encima sin percatarse siquiera de una desdichada madre que en ese mismo instante colocaba a su hijo en el torno.
Al desafortunado padre lo llevaron ante la superiora, que le dijo que era el colmo que le hubiera estado trayendo de continuo niños de dos en dos, y que si no se llevaba de una vez a los que traía esa noche, iba a acusarlo ante la Inquisición de tener pacto con el diablo o fábrica de hacer muchachos.
—Pero, señora —dijo tembloroso el zapatero al oír lo de la Inquisición—, sólo uno es mío; quédese usted con el otro.
—¡Largo de aquí, so arrastrado, y llévese su par de diablitos! —le gritó la mujer.
El zapatero no tuvo más remedio que regresar a su casa cabizbajo con un bulto de más. Pero a su desconsolada esposa la reconfortó la noticia del insólito suceso, tanto que lo animó a él con estas palabras:
—Dios, que lo ha dispuesto así, te dará fuerzas para buscar dos panes más. En vez de diez hijos tendremos una docena que mantener.
Cuál no sería su sorpresa cuando, después de acariciar y desnudar al extraño, se dio cuenta de que llevaba puesto un cinturón que contenía cien onzas de oro y una nota que decía: «Está bautizado y se llama Carlitos. Ese dinero es para que no resulte una carga el criarlo. Sus padres esperan en Dios poder reclamarlo algún día.»
Así fue como en el momento menos pensado el zapatero dejó de ser pobre. Invirtió bien el dinero y prosperó. Y al niño adoptado a la fuerza, a quien crió su esposa como si fuera suyo, cuando cumplió seis años lo recogieron sus padres naturales, quienes, por razones ajenas al caso, no habían conseguido legitimar antes sus relaciones.1
¡Por algo será que a este extraordinario relato que forma parte de su obra maestra Tradiciones peruanas, el célebre cuentista peruano Ricardo Palma le puso por título: «No hay mal que por bien no venga»! Y si llegó a cumplirse ese refrán en el caso de un pobre zapatero limeño de la época colonial, con mayor razón se cumplirán en nosotros hoy día las palabras afines de San Pablo de que todo actúa para el bien de quienes aman a Dios,2 con tal de que mostremos con nuestras acciones que de veras lo amamos.


1.Ricardo Palma, Tradiciones peruanas (Bogotá: Editorial Norma, 1991), pp. 67-70.
2.Ro 8:28

EL CHISME Y SUS CONSECUENCIAS

«Hace unos meses viajé a [otro país] para así trabajar y sacar adelante a mi familia. Pero... [a los] tres meses... mi hermana salió con el chisme de que mi señora estaba saliendo con otro.... Yo llamé a mi señora y ella, con llanto, me juraba por Dios y me decía: “¿Cómo piensa tu hermana que yo voy a hacer eso?”
»... Yo confío en mi mujer, pero en mi pensamiento está: “¿Le creo, o no le creo?” ¿Qué consejo me pueden dar?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Las palabras con que usted describe lo que pasó son muy reveladoras. Usted dice que su hermana “salió con el chisme”. Eso nos da a entender que usted sabe, de una manera u otra, que el motivo de su hermana no fue el amor que ella le tiene a su familia.
»Examinemos lo que motiva a una persona a que cuente un chisme. El que cuenta chismes lo hace a fin de alcanzar prestigio o influencia al dar la impresión de que sabe algo que el oyente no sabe.... El problema que afronta... es que los verdaderos hechos del caso tal vez no sean lo bastante interesantes o picantes como para captar el interés del oyente.... [Así que] el chismoso añade un poco de especulación a fin de que el cuento sea más interesante.... Cuando el oyente le cuenta el caso a otra persona, ya no se observa ninguna diferencia entre los hechos y la especulación. Cualquiera que escucha el caso ahora cree que todos los datos son verídicos.
»Al chismoso le importa mucho más el alcanzar prestigio o poder que los sentimientos ajenos que pudiera haber herido o que la vida de las personas implicadas en el cuento. En el caso suyo, es probable que su esposa nunca le cayera bien a la hermana de usted, y ahora que usted no está allí para mediar entre ellas, su hermana está aprovechando las circunstancias para contar este chisme a fin de causar un conflicto entre usted y su esposa, y tal vez separarlos. En uno de sus proverbios, el sabio Salomón dice que “el chismoso divide a los buenos amigos”.1 ¿Acaso hay amigos mejores que el esposo y la esposa? ¡No permita que este chisme los divida a ustedes!
»Usted dice que confía en su esposa. Cuando se casó con ella, usted tomó la decisión de confiarle hasta su vida misma. El caso que usted nos ha contado no da a conocer ninguna razón en absoluto por la que no deba seguir confiando en ella. Sin embargo, si usted, por el contrario, sigue acusándola y desconfiando de ella, va a enemistarla con usted y a crear un conflicto verdadero entre los dos.
»El estar separados no conduce a una buena relación. Lo instamos a que busque la manera de vivir junto con su esposa. Hemos recibido muchísimos casos de parte de parejas que están teniendo dificultades por estar viviendo en dos lugares diferentes....
»Le deseamos un matrimonio saludable,
1.Pr 16:28

EL DON DEL HIJO AL PADRE

El diagnóstico: leucemia. El pronóstico, no menos funesto: tal vez un año más de vida. Acababa de recibir esa terrible noticia Simón Bird, muchacho de catorce años, cuando salió del hospital acompañado por su padre. ¡Sólo un año más para vivir! En la flor de la adolescencia, vendría la muerte inexorable a segar su vida.
El valiente muchacho de Yeovil, Inglaterra encaró con firmeza su destino y aprovechó la oferta que le hizo una institución benéfica llamada «Los sueños se hacen realidad». Esa entidad ofrecía regalos a los adolescentes moribundos. Pero Simón no pidió nada para él mismo sino para su padre. Pidió que a su progenitor le regalaran un pequeño tractor de jardín para que éste pudiera ganarse la vida. Ese fue el supremo don del hijo al padre.
Esta tierna historia levanta el espíritu de quienes todos los días tienen que hacer la crónica de todo lo malo que ocurre en el mundo. El chico moribundo pudo haber pedido cualquier cosa para él mismo —un auto, una moto, un viaje, un equipo de sonido, un televisor—, pero cuando más razón tenía para pensar en sí mismo, pensó más bien en su padre.
Hay acciones generosas que debemos destacar. No todo en este mundo es drogadicción, narcotráfico, asalto, robo, asesinato, guerrilla y terrorismo. También hay gestos nobles, acciones generosas y sentido humanitario.
Simón pasó a la presencia de Dios. Cuando sus padres y hermanos contemplaron el espléndido tractor que les había conseguido como recurso económico para la familia, comentaron: «En la última hora de su vida, Simón pensó en nuestro bienestar. No vivió en vano ni murió en vano. En su corta existencia tuvo tiempo de dejarnos lo que nos ayudaría a vivir.»
La Biblia dice: «No son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos» (2 Corintios 12:14). Esa es la norma sana de vida. Los padres deben dejarles a sus hijos la mejor herencia. Pero en este caso se produjo la bendición a la inversa: el hijo le dejó una herencia al padre.
Dios, que inspiró al escritor del texto Bíblico anterior, hizo lo que ese texto manda. Nos dejó a nosotros los seres humanos la mejor, la más grande, pura y perfecta de las herencias: nada menos que a su propio Hijo Jesucristo. Y junto con Cristo nos dejó todo: el perdón, la regeneración, la paz y, para el final, la vida eterna. Hay, pues, un regalo, un don gratuito y grandioso, que Dios nos ofrece. Y nosotros no tenemos que hacer más que aceptarlo.