«SIENTO IMPULSOS AGRESIVOS» | |
por Carlos Rey |
«Cuando era niño, mi mamá me maltrataba mucho. Me crié sin mi papá, puesto que él nos dejó cuando tenía tres años.... He estado trabajando duro en [ese aspecto], tratando de olvidar por completo los malos momentos que viví cuando era niño... pero se me hace muy difícil a veces controlar y manejar lo que pienso y siento. Siento impulsos agresivos que me hacen sentir que puedo hacerles daño a las personas sin ninguna razón específica, y me hace sentir triste eso puesto que jamás quisiera agredir o maltratar a nadie.... Necesito su ayuda para lograr eliminar por completo estos sentimientos y pensamientos que tanto me hacen sentir mal.» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Lamentamos mucho que haya vivido una niñez tan difícil. A pesar de todo lo que sufrió, al parecer usted ha llegado a ser un hombre honorable con sueños de llevar una vida diferente y de formar un hogar estable.... »Cuando piense en las cosas que le sucedieron, en lugar de concentrarse en el horror, trate de enfocarse en cómo esas situaciones traumáticas han contribuido a lo que usted ha llegado a ser. Trate de agregarle una cualidad positiva a cada memoria negativa y tenga presente la manera positiva en que lo formó la adversidad. Es probable que usted sea independiente, decidido, autosuficiente y motivado precisamente porque quiere... una vida diferente de la que tuvo [en su niñez].... »Su enojo bien pudiera disminuir a medida que comience a pensar de un modo diferente acerca de su pasado. Sin embargo, también debe buscar formas positivas de desahogar ese enojo en lugar de sólo desear que desaparezca. Una buena manera es anotar las cosas que sucedieron y cómo hicieron que se sintiera cuando era niño. Escriba descripciones completas de cómo esas memorias hacen que se sienta hoy día. No deje de escribir hasta que sienta cierto alivio, y vuelva a hacerlo la próxima vez que sienta aflorar ese enojo. »Luego anote enseñanzas de la Palabra de Dios que pueden ayudarlo cuando surgen esos sentimientos negativos. Una de esas enseñanzas, escrita por el apóstol Santiago, es: “Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.”1 Memorice ese pasaje y otros, y recítelos varias veces cada día. Pídale a Dios que lo ayude a desahogar ese enojo de formas positivas para que no sienta el impulso de manifestar un enojo destructivo. »Adopte la costumbre de alejarse de cualquier situación en la que sienta un enojo destructivo.... Si usted se aparta de las personas cuando siente ese enojo, jamás agredirá o maltratará a nadie.»
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1:19 Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 1:20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. |
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