jueves, 30 de mayo de 2013

EL MALTRATO A MENORES DE EDAD ES CASTIGADO POR LA JUSTICIA EN COLOMBIA: BUSQUE AYUDA PARA QUE NO TENGA QUE IR A LA CARCEL

CASO 87.
Soy madre de cuatro niñas mujeres. Sus edades van de tres [a] quince años. Hace dos semanas castigué a mi hija mayor con un látigo muy fuerte, ya que ella no estaba obedeciendo. [Luego de que] ella [salió], mostrando las marcas [del castigo] en los brazos,... me sentí mal. Nunca lo había hecho de esa manera, pero quería que ella reaccionara.
Mi pregunta es: ¿Hasta qué edad debo corregir a mi hija físicamente? ¿Dice algo sobre esto la Biblia?
CONSEJO
Estimada amiga:
Sus preguntas son de interés para muchos padres de familia. La Biblia sí menciona la disciplina física de los hijos varias veces en el libro de los Proverbios. Sin embargo, no dice nada específico en cuanto a la edad apropiada ni a los métodos apropiados para ejercerla. Ante todo, los proverbios dejan en claro que es bueno disciplinar a los hijos a fin de que aprendan a portarse bien y a respetar a las autoridades a lo largo de su vida.
Aunque la disciplina bien pensada es algo que siempre vale la pena aplicar, la disciplina física es un tema tan polémico que hasta ha llegado a prohibirse en algunos países. La gran cantidad de casos de abuso físico infantil ha llevado a algunos legisladores a decidir que, a fin de evitarlo, a los adultos no se les debe dar la opción de disciplinar a los niños físicamente. En definitiva, la disciplina a la que se refiere la Biblia no es ninguna corrección que pudiera considerarse abuso físico.
Como padres que somos de cinco hijos, nosotros llegamos a la conclusión de que el darle una palmada en la mano a un niño pequeño era un modo eficaz de evitar que tocara una estufa caliente o un tomacorriente. La mayoría de los niños menores de tres años de vez en cuando necesitan que se les dé una palmadita en la mano o en las nalgas para evitar que corran peligro. Sin embargo, tan pronto como nuestros hijos llegaron a la edad en que podían comprender las consecuencias, cambiamos nuestros métodos. De ahí en adelante empleamos alternativas a la disciplina física porque estábamos convencidos de que esas alternativas eran más eficaces.
Cuando se le aplica la disciplina física a un niño pequeño, es sumamente importante que no se haga con enojo. Muchos padres hacen caso omiso de la desobediencia hasta que el niño hace que se enojen. Entonces la emprenden a golpes contra los hijos, pegándoles en los brazos, en las piernas y hasta en el rostro. Eso nunca es aceptable. El castigo físico apropiado sólo debe aplicarse en la mano o en las nalgas del niño pequeño, y sólo debe dolerle uno o dos segundos y nunca dejarle una marca. Nosotros creemos que la mano es el mejor instrumento de castigo debido a que uno puede sentir la fuerza con que está dando la palmada.
Siempre que sea posible, las consecuencias deben guardar relación con la manera específica en que el niño desobedeció. Por ejemplo, si la niña no entra en la casa cuando uno la llama, entonces no debe permitírsele salir al día siguiente. Si el niño deja su bicicleta en la calle, debe quitársele la bicicleta por algunos días. Las mejores consecuencias, y las más eficaces, son las consecuencias naturales.
Hay tres razones por las que creemos que usted se equivocó al castigar a su hija con un látigo. En primer lugar, ella es muy grande para que se le castigue físicamente. En segundo lugar, usar un látigo no es la manera aceptable de castigar a un niño. Y por último, el castigo le dejó marcas en el cuerpo, lo que quiere decir que usted empleó demasiada fuerza. Le recomendamos que le diga a su hija que lo siente mucho, y que le explique por qué estaba usted tan alterada. Además, haga una lista de consecuencias apropiadas para la edad que tiene ella y explíquele que se valdrá de esas consecuencias para castigar cualquier desobediencia futura.
¡El ser padre o madre no es nada fácil!
Linda y Carlos Rey
«CASTIGUÉ Y GOLPEÉ CRUELMENTE A MI HIJA»
por Carlos Rey


«¡Hoy me siento muy mal, pésimamente mal! Soy madre de dos niños, una de diez años y otro de dos y medio. Castigué y golpeé cruelmente a mi hija, y no quiero volver a hacerlo. Fue [porque me mintió acerca de] una tarea de la escuela.
»¿Cómo no enfurecerme? Le iba a dar dos correazos, pero ella corrió por toda la casa gritando y, a lo que la iba a castigar, me quitó la correa. Entonces me enloquecí y saqué el cable del DVD. La verdad, le di muy fuerte....
»Hoy me enteré por mi mamá que mi hija tiene marcado su cuerpo. Les juro que estoy tan arrepentida porque jamás quise hacerle daño, y menos de esa manera.... ¡Me siento tan mal! No sé qué hacer.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»Lo primero que debe hacer es pedirle perdón a su hija. Explíquele que lamenta mucho el haberla castigado de ese modo. Es cierto que ella necesitaba un castigo, pero usted no lo hizo como era debido. Si usted no le pide perdón, no merecerá el respeto que espera que ella le muestre.
»La disciplina nunca debe depender de cuál es la persona más fuerte o la que puede dominar a la otra físicamente, y sin embargo esa es la impresión que usted le dio a su hija. En vez de motivarla a enmendar su conducta, usted la motivó a defenderse a como diera lugar.... Para más información acerca de la disciplina corporal, le recomendamos que lea el Caso 87 [en nuestro sitio www.conciencia.net] y que trate de poner en práctica esos principios.
»La disciplina eficaz nunca se aplica en términos generales. Se aplica de manera específica al comportamiento que debe corregirse. Así que, cuando el comportamiento tiene que ver con las tareas, la disciplina tiene que aplicarse a las tareas.... Hable en seguida con la maestra a fin de poner en marcha un sistema diario o semanal de notas, mensajes electrónicos o llamadas telefónicas para hacerle rendir cuentas a su hija. Casi todos los maestros están dispuestos a colaborar con los padres de sus alumnos a fin de que éstos sean más responsables en sus estudios. Su hija pensará que esa comunicación constante con su maestra es una forma de disciplina.... Además de procurar que su hija se haga más responsable, a usted le conviene hacer una lista de las consecuencias que ella tendrá que afrontar cada vez que no termine de hacer tareas o mienta al respecto. Puede, por ejemplo, quitarle tiempo frente a las pantallas del televisor y de la computadora, como también tiempo en compañía de sus amigos.
»Cuando se dé cuenta de que está enojándose con su hija, salga del lugar en que se encuentra. La disciplina jamás debe administrarse estando enojado. Espere a que esté calmada antes de afrontar cualquier conflicto. Nunca haga amenazas ni dé a conocer consecuencias a no ser que esté calmada y con pleno dominio de sus emociones. Y de ser posible, busque ayuda de parte de un consejero profesional o asista a clases que le enseñen a dominar su enojo sin recurrir a la violencia.».


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