El reporte señala que los delitos más recurrentes son los cometidos contra la propiedad, además que es el narcotráfico la criminalidad organizada y las Maras o pandillas los principales actores de los delitos contra la vida, la integridad y el patrimonio. “Abrir espacios a la seguridad ciudadana y el desarrollo humano"
Sólo en El Salvador, según cifras oficiales, 12 personas son asesinadas a diario en diferentes circunstancias. En ese contexto la Iglesia Católica ha pedido, en reiteradas ocasiones, el desarme de la sociedad, además de planes de seguridad que eviten la fuerza y la violación a los derechos humanos de la ciudadanía.
Recientemente el Ministerio de la Defensa salvadoreño propuso, públicamente, restricciones a la libertad de circulación, registro de viviendas sin orden judicial y otras medidas para frenar la violencia en los municipios más peligrosos de este país centroamericano.
El Informe de Naciones Unidas, el cual ha sido presentado en dos ocasiones en El Salvador; también destaca que hay otro tipo de delitos silenciosos que son los cometidos contra las mujeres y la corrupción que se apodera a pequeña y gran escala del patrimonio colectivo.
El extenso documento apunta que la violencia tiene su respuesta en los desajustes sociales, agravados por la globalización.
Recientemente Peter Brune, un experto en seguridad, sugirió a las iglesias impulsar una teología de la seguridad humana, con énfasis en la incidencia en la industria de las armas.
Según la prensa local, en El Salvador el costo de la violencia sobrepasa el millón de dólares mensuales: las empresas optan por un ejército de seguridad privada, mucho mayor en números al de la propia Policía Nacional Civil; la población refuerza la infraestructura hogareña e invierte en sistemas de seguridad; además, la violencia transgrede a la población económicamente activa que, en ocasiones, representa la principal fuente de economía familiar.
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