viernes, 7 de enero de 2011

«PIENSO QUE ALGÚN DÍA... ME QUEDARÉ SOLA»

«Hace tres años conocí al papá de mi hijo. Éste, al darse cuenta de que estaba embarazada, se desatendió de toda obligación económica.... Mis padres me perdonaron, y yo... me quedé a vivir en mi casa con mi hijo, y decidí en mi corazón dedicarme sólo a Dios, a la familia y a mi bebé.

»Pero... he tenido un sentimiento como de nostalgia por no haber podido casarme y tener mi propia familia.... Pienso que algún día mi hijo crecerá y se casará, y mis padres se [morirán] y yo me quedaré sola. No quiero dejarme dominar por ese sentimiento, ya que me podría llevar a [tomar] decisiones erróneas.»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimada amiga:

»¡La felicitamos por dedicarse a Dios, a su familia y a su hijo! Tiene usted una madurez envidiable al comprender lo que más le conviene con relación a su futuro y al futuro de su hijo.

»Cada semana recibimos cartas de jovencitas que han quedado embarazadas antes de casarse. Nos escriben porque sus casos son difíciles y tristes. ¡Pero usted es diferente! Sus padres han sido comprensivos y le han brindado un ambiente sano donde vivir. Y usted tuvo la madurez necesaria como para saber que no debía casarse con un hombre que no le convenía simplemente porque estuviera embarazada. Usted valoró la vida de su hijo y se ha ocupado de su bienestar. Es usted un buen ejemplo de lo que es saber lo que más importa y de tomar decisiones sabias.

»Usted nos ha consultado porque ha sido víctima de una emoción muy común. Se trata de la ansiedad. Ésta hace que uno se preocupe, no por los verdaderos problemas de hoy o de mañana, sino por los problemas de aquí a unos veinte años.

»Jesucristo trata sobre el problema de la ansiedad en el Sermón del Monte, en el que nos recuerda que las aves no se preocupan por lo que han de comer y que las flores no se preocupan por lo que han de vestir. Luego nos da a conocer el siguiente principio que debiera regir nuestra vida: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”1 Con eso Cristo se refiere al reino de Dios y a la justicia de Dios. Nos asegura que, cuando le damos la prioridad en nuestra vida, Dios promete encargarse de todo lo demás que necesitemos.

»¿Qué significa darle a Dios la prioridad en su vida? En primer lugar, debe saber cuál es la voluntad de Dios para usted. Al leer la Biblia, descubrirá los principios de Dios y sus prioridades. Al hablar con Él en oración, Dios le dará la sabiduría que necesita para tomar decisiones acertadas todos los días. Así que no tendrá que preocuparse por lo que sucederá mañana, o la semana que viene, o el año entrante. Más bien se ocupará en agradar a Dios cada día. Él sabe que usted desea tener un esposo y tener su propia familia, y se encargará de que los tenga en el momento oportuno. ¡Puede confiar en Dios! Él la ama, y quiere lo mejor para usted.

»Permita que Dios se haga cargo de su futuro,
1 Mt 6:33

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