sábado, 28 de mayo de 2011

«FUI VÍCTIMA DE ABUSO SEXUAL»

«De niña fui víctima de abuso sexual por parte de mi padre y mi padrastro, y mi perfil ha sido siempre de baja autoestima y depresiva, sobre todo porque he intentado suicidarme y tengo la tendencia a hacerme daño a mí misma. Recuerdo que lo hago desde niña.... Me siento sucia por ello; me odio a mí misma.....
»He sufrido interminables noches de llanto y soledad por mi actuar....
»Considero que a nuestro Creador le ofende tanta inmundicia en mi ser.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Nos quebranta el corazón escuchar el dolor y el sufrimiento que usted ha experimentado. Pero sabemos que quebranta aún más el corazón de su Padre celestial.
»Se supone que cada padre protege y valora a sus hijos. En cambio, en el caso suyo tanto su padre como su padrastro hicieron todo lo contrario.... Las acciones de ellos le enseñaron a usted una mentira: que usted era prescindible y desechable. Pero lo cierto es que usted es una creación sin igual, hecha a imagen y semejanza de Dios y digna de ser amada, valorada y apreciada.
»Usted ha tenido muy baja autoestima porque ha basado su realidad en la mentira que ellos le enseñaron. Usted misma se ha hecho daño porque la mentira de ellos le hizo sentir que usted no merecía nada mejor. Todas las historias que usted misma se cuenta se basan en mentiras que los hechos de ellos le hicieron creer.
»¡Ya es hora de que le ponga fin al poder de esas mentiras en su vida!... La persona sucia no es usted. Ni es usted responsable de nada de lo que ellos le hicieron. Su Padre celestial sabe que usted era una niña inocente.
»¿Qué puede hacer usted ahora para dejar de creer esas mentiras?
»Le recomendamos que busque ayuda. Su Padre celestial está esperando a que usted le pida ayuda. Dígale que usted no quiere seguir teniendo esos pensamientos, sino que quiere que su Hijo Jesucristo entre en su corazón y la acompañe en cada paso que dé desde ahora en adelante. Pídale perdón por cualquier ofensa que usted haya cometido, pero no le pida que la perdone por las ofensas que han cometido otros. Eso es algo de lo que ellos tienen que arrepentirse....
»Arme una defensa para vencer las mentiras enemigas que ha creído, repitiendo los siguientes versos de los Salmos, dirigiéndose a su Padre celestial: «¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!»1 Esa es la verdad. Venza las mentiras con la verdad. Al principio, es posible que sean sólo palabras que no esté usted pronunciando de corazón. Pero a medida que las repite y medita en ellas, poco a poco reemplazará las mentiras con la verdad.
»Por último, consulte con su médico si continúa sufriendo la tentación de hacerse daño. La tentación en sí no es pecado. Pero la manera como respondemos a ella sí puede serlo. Es posible que las mentiras la hayan acompañado tanto tiempo que han causado ligeros cambios en las sustancias químicas de su cuerpo.
»Con afecto fraternal,

jueves, 26 de mayo de 2011

«NUNCA HE CONTADO CON [MI PADRE]»

«Mi madre... se quedó embarazada de mí hace treinta y siete años. Mi padre es casado y tiene cuatro hijos. Él engañó [a mi madre diciéndole] que era divorciado.
»Nunca he contado con él. Suele verme cuando tiene cargos de conciencia. Él piensa que yo debo aceptar la situación, y punto. El que me oculte ante el mundo no piensa que está mal.
»Actualmente estoy felizmente casada. Tengo tres hijos hermosos, y abrí las puertas de mi casa a mi padre, tratando de mejorar la relación y limpiar mi corazón; pero él es muy frío. A mis hijos los conoció porque yo [se lo pedí]. Realmente no veo verdadero amor en él hacia mí, y mucho menos hacia mis hijos....
»Quiero saber cuál debe ser mi comportamiento y relación con mi padre que no ofendan a Dios, pues actualmente he preferido alejarme de él para no seguir sufriendo y no seguir sintiendo su frialdad y fingido cariño.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Nos entristece que a usted le haya tocado soportar tanto. No es justo que ningún hijo sienta que carece de amor y de aceptación, cualquiera que sea su edad. El hecho de que usted tenga treinta y siete años no quiere decir que el dolor deje de sentirse.
»Al parecer usted es una mujer atenta y amorosa que se preocupa por hacer lo correcto con relación a su padre biológico y lo correcto a los ojos de Dios. La felicitamos por su actitud a pesar del dolor que siente. Usted es una persona que tiene la madurez necesaria para evitar que sus emociones determinen su conducta.
»Sin embargo, hay algo en que está equivocada. Usted nos ha dado la impresión de que cree que su padre biológico debiera formar parte de su vida a pesar de la manera en que la trata. En eso no estamos de acuerdo con usted. Ese hombre aportó el elemento biológico que le dio a usted la vida, pero de ninguna manera la ha tratado como lo hace un verdadero padre. Usted no tiene ninguna obligación ni razón para volver a verlo, ni seguir siendo objeto de su frialdad. Y en definitiva no debe exponer a sus hijos a su indiferencia.
»Sin embargo, no va a ganar nada con enojarse, tratarlo mal o guardarle rencor. No hay duda de que a usted le sobran motivos para sentir enojo y resentimiento, pero bien sabe que esas emociones son negativas y no agradan a Dios. De modo que así como Dios está dispuesto a perdonarnos a nosotros por todas las cosas horribles y malvadas que hemos hecho, también usted debe perdonar a su padre biológico.
»Pero tenga por seguro que el perdonarlo de ninguna manera quiere decir que usted debe permitir que él la hiera a usted o lastime a su familia una y otra vez. Usted puede tomar la decisión de perdonar, y luego recordarse a sí misma, cada vez que piensa en él, que usted ha optado por perdonarlo. Pídale a Dios que la perdone por cualquier pensamiento pecaminoso y que haga que sus malos recuerdos se vayan desvaneciendo....
»Le deseamos lo mejor,

sábado, 21 de mayo de 2011

«NO PUEDO DEJAR ESE VICIO»

«Un día en la universidad me invitaron a beber alcohol, y fue mi destrucción. Ese maldito vicio me llevó a fallar a... toda mi familia. Ahora soy profesional y trabajo en una industria, pero no puedo dejar ese vicio.... Es algo increíble....
»Hace una semana volví a caer en el alcohol, y hay algo dentro de mí que me carcome. Me arrepiento de mi pecado, pero lastimosamente vuelvo a caer.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimado amigo:
»¿Sabía usted que prácticamente citó al apóstol Pablo? Él dijo: «No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.»1 De modo que la naturaleza humana no ha cambiado en los últimos dos mil años. Los seres humanos de todos los tiempos han tenido que luchar con vicios, malos hábitos y lo que se ha llamado su «naturaleza pecaminosa». ¡Así que no se sienta solo!
»Tanto mi madre como mi padre y mi padrastro fueron alcohólicos. Debido a esto, ellos me fallaron como padres así como usted dice que le ha fallado a su familia. Como niña, nunca pude comprender por qué mis padres al parecer amaban más la botella que lo que me amaban a mí.
»Los días festivos en particular eran muy difíciles. Como mis padres no tenían que trabajar, comenzaban a beber alcohol desde temprano en la mañana. De modo que aun antes del anochecer ya estaban borrachos, y eso se manifestaba, por lo regular, en griterías y discusiones. Mi padrastro tenía tendencia a lanzar objetos al suelo cuando estaba bebiendo. En una Navidad, él tiró el árbol de Navidad con todas sus decoraciones al patio de enfrente. ¡Ya se podrá imaginar lo que pensaron de nosotros los vecinos!
»Mi padre murió a causa de cirrosis hepática, que se contrae debido al consumo de grandes cantidades de alcohol. Hay millares de personas en la actualidad como él, carcomidas por el alcoholismo, con todo un caos a su alrededor. No tenían la intención de llegar a ser alcohólicos, como tampoco la tenía usted.
»¿De veras cuánto quiere usted mejorar en este sentido? ¡Únase a un grupo de rehabilitación de alcohólicos, tal como Alcohólicos Anónimos, hoy mismo!... Millones de personas han dejado de beber alcohol y, aunque no es fácil, usted también puede hacerlo.
»En cuanto a la naturaleza pecaminosa, sepa que ésta siempre seguirá con usted. Pero el pecado mismo no tiene usted que sobrellevarlo como un cargo de conciencia. Jesucristo quiere perdonarlo hoy mismo por cada ofensa que usted haya cometido. Él quiere darle un nuevo comienzo junto con la esperanza de un futuro prometedor. Pídale que le perdone sus pecados y que viva en su corazón. Tal vez el sentirse libre de la culpabilidad contribuirá a darle fuerzas para la tarea difícil que tiene por delante.
»Con afecto fraternal,


1Ro 7:15

jueves, 19 de mayo de 2011

«ME GUSTA ENTRAR AL CHAT PERO DESCONOZCO LOS PELIGROS DE LA INTERNET»

«ME GUSTA ENTRAR AL CHAT PERO DESCONOZCO LOS PELIGROS DE LA INTERNET»
«Tengo quince años. A mí me gusta entrar al chat. En una de esas, conocí a un chico que me pidió que fuera su novia, y yo acepté. Ese mismo día nos conocimos. Él me pidió tener relaciones íntimas, y yo accedí. Esto lo hice porque me sentía sola. Luego de eso, me sentí mal. Había fallado a Dios y a mi familia.
»Creo que Dios jamás me perdonará y que no merezco el amor que Él me da. No sé cómo alcanzar el perdón de Dios.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»¡Cuánto lamentamos tu situación! Aprendiste demasiado tarde que hay algunas decisiones a las que no se les puede dar marcha atrás. Jamás podrás volver a ser virgen, y por eso estás tan apenada.
»A pesar de las imágenes sexuales que nos rodean, los programas de televisión y las películas, la pornografía en la Internet, y la proliferación de actividad sexual entre adolescentes, en lo profundo de tu ser ahora reconoces que entregaste algo muy valioso. Y como no hubo sentimientos de amor de por medio, no pasó mucho tiempo sin que te dieras cuenta del terrible error que cometiste....
»Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias para ti! Dijiste que les fallaste a Dios y a tu familia, y que ya no mereces el amor de Dios. Tienes razón. Pero es igual para todo ser humano. Todos les hemos fallado a Dios y a nuestra familia, y ninguno de nosotros merece el perdón.1 Es por eso precisamente que Dios el Padre tuvo que entregar a su único Hijo Jesucristo para pagar el precio por lo que hemos hecho. Por eso Cristo tuvo que morir en la cruz. ¡No lo merecemos! ¡Pero Él lo hizo por nosotros porque nos ama!2 Cuando le pidas perdón, Él te perdonará. Quedarás completamente limpia y sin pecado.3
»... Te recomendamos que nunca más chatees con desconocidos por Internet. Con todo y el gran error que cometiste, debes estar agradecida de que aquel tipo no resultó ser un homicida. Chatear por Internet es una actividad muy peligrosa. Casi a diario sabemos de casos en los que alguien fingió ser otra persona a fin de cometer un delito, incluso un asesinato. Te rogamos que te comuniques únicamente con personas a las que conozcas, y que nunca accedas a encontrarte con un desconocido por ninguna razón. Con el tiempo, comprenderás que hay hombres perversos que están al acecho en la Internet, a fin de aprovecharse de la ingenuidad de muchachos y de jovencitas como tú.
»En cuanto a la soledad que sientes, has aprendido que puede llevarte a tomar malas decisiones. Haz planes para reunirte con otras personas en un ambiente seguro. Hazte miembro de un club o de un equipo deportivo o de un grupo de jóvenes. Dona tu tiempo como voluntaria en una obra de caridad o en un hospital. Tal vez no suceda de inmediato, pero tarde o temprano conocerás a personas como tú con las que podrás cultivar una amistad confiable.
»¡Mantente a salvo y protegida!
1Ro 3:23
2Jn 3:16
31Jn 1:9

domingo, 15 de mayo de 2011

Estrategias del Diablo

Estrategias del Diablo





Satanás convocó una convención mundial de demonios. En su discurso de apertura dijo:

No podemos hacer que los cristianos dejen de ir a sus reuniones espirituales.


No podemos evitar que lean la Biblia y conozcan la verdad. que sepan y crean que son HIJOS DE DIOS y que Dios tiene un proposito con sus vidas.


No podemos evitar que formen una relación intima con su Salvador. Una vez que establecen esa conexión con Dios, nuestro poder sobre ellos se pierde.



No podemos dejar de que entienda el Poder de la CRUZ, de la SANGRE y del NOMBRE de JESUS.


Así que déjenlos asistir a sus congregaciones; déjenlos que tengan sus cenas familiares con platos y cubiertos, pero róbenles su tiempo, de manera que no tengan tiempo para desarrollar una relación con Dios...

Esto es lo que quiero que hagan:
"Distráiganlos durante todo el día."

¿Como haremos eso?, Gritaron los demonios.


Manténgalos ocupados en los afanes de la vida e inventen innumerables proyectos que ocupen sus mentes respondió Satanás.


Tiéntenlos a gastar, gastar y gastar. Persuadan a las esposas para que vayan a trabajar por largas horas y a los esposos a trabajar de 6 a 7 días cada semana y de 10 a 12 horas al día, hasta que queden cansados y sus bolsillos vacíos.


Por nada del mundo los dejen pasar tiempo con sus hijos y seres queridos, nunca permitan que dialogen con ellos y que saquen un tiempo especial para cada hijo.


A medida de que sus familias se fragmenten, pronto, sus hogares no serán un escape a las presiones del trabajo.


Sobre estimulen sus mentes para que NO puedan escuchar esa VOZ (la de Dios), aumenten sus fortalezas sobre al economia y levante argumentos de escasez.


Tiéntenlos a que escuchen sus radios siempre que conduzcan sus vehículos, nunca permitan que adoren a Dios y menos que agradezcan a Dios por cada milagro recibido.


A que mantengan constantemente encendidos, en sus hogares su TV, DVD, INTERNET y su mundo toque constantemente música degradante con letras obscenas.


Llenen las mesas de centro con revistas y periódicos.


Bombardeen sus mentes con noticias las 24 horas del día, e influyanles mucho temor por cada cosa.


Inunden su correo con basura, catálogos, rifas, servicios y falsas esperanzas.


Pongan modelos bellas y delgadas en las revistas en la TV , para que los esposos crean que la belleza exterior es lo que importa y se sientan insatisfechos con sus esposas.


Mantengan a las esposas demasiado agotadas, para NO amar a sus esposos por las noches, ellos empezarán a buscar en otra parte rápidamente.


Emociónenlos con las nuevas tecnologías a sus hijos, para que lleguen a pensar que las cosas materiales son importantes y que se encaprichen para que ellos controlen los hogares...


Aun en horas de distracción y esparcimiento, háganlos que sean excesivos. Que regresen agotados.


Y cuando tengan reuniones de tipo espiritual, involúcrenlos en chismes y charlatanería, para que salgan de ahí con sus conciencias perturbadas y que se rebelen a las autoridades....


Pronto estarán trabajando con sus propias fuerzas, sacrificando su salud y su familia por el bien de la causa.

¡Funcionará! agregó triunfante.

Ah, se me olvidaba, manténgalos ocupados cuando les lleguen mensajes como este, para que no los puedan reenviar ( agrego el diablo) y así no sepan lo que planeamos.

La pregunta es: '¿Ha tenido éxito el diablo con su plan?'


'¿Qué crees tú?'

Por favor pasa este mensaje si no estás tan OCUPADO

sábado, 14 de mayo de 2011

«CUANDO ACARICIO A MIS HIJOS»

En este mensaje tratamos de manera anónima el caso que nos contó una mujer en las siguientes palabras:
«Hace aproximadamente diez años, tomé la espantosa decisión de abortar a mi pequeño hijo, el mismo que fue procreado con un hombre que era casado, al cual me entregué por primera vez. Cuando él lo supo, me pidió que lo abortara. Me dolió mucho que me lo dijera. No quise hacerlo, pero después de unos días le dije que fuéramos a hacerlo. Y así fue que yo maté a mi propio hijo.
»Pasó el tiempo, me casé, tuve un hijo, y mi esposo y yo nos separamos. Después de un tiempo nos reconciliamos. Teníamos relaciones de vez en cuando, y sin darme cuenta salí embarazada. Yo le pedí que lo abortáramos, y lo hicimos.
»¡Ay, Dios, cómo me duele recordarlo! Y saber que soy una asesina de mis propios hijos.... Sólo le pido a Dios que me perdone. ¡Que me perdone! No sé si Él puede hacerlo, perdonar a una mujer que deliberadamente mató a sus propios hijos en su propio vientre.
»Esto yo no se lo había contado a nadie....
»Ahora tengo dos hijos. Amo mucho a mis hijos, y ruego a Dios que ellos nunca pasen por lo que estoy pasando, por este sentimiento de culpabilidad que me atormenta cada día. A veces pienso cómo serían esos niños que aborté, sobre todo cuando acaricio a mis hijos.
»Dios mío, ¡perdóname!»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Miles de mujeres sienten el mismo dolor que usted. También ellas sufren todos los días de su vida. ¡Cuánto quisieran poder volver a hacerlo todo de nuevo! Anhelan tener en sus brazos a aquellos niños que perdieron para siempre.
»Lo más importante que podemos decirle es que Dios está dispuesto a perdonarla. No importa lo que usted haya hecho. Él está listo, esperando poder limpiarla por completo. Pero usted tiene que pedírselo, creyendo de todo corazón que Cristo vino a este mundo para llevar la culpa del pecado que usted ha cometido. En otras palabras, Dios nuestro Padre celestial puede perdonarla debido a que su Hijo Jesucristo ya sufrió el castigo. Cuando Cristo murió en la cruz hace dos mil años, murió por los pecados de usted y por los nuestros. Así que ahora, cuando usted le pide a Dios que la perdone, en el nombre de Cristo, es como si Dios tomara el pecado que usted ha cometido y escribiera a su lado el nombre de Jesucristo, seguido de: “Cancelado” y “Perdonado”.1
»Allí donde se encuentra, en sus propias palabras, dígale a Dios lo arrepentida que está y pídale que la perdone en el nombre de Cristo. Dígale que usted cree que Cristo murió para que usted pudiera recibir el perdón. Y luego dele gracias a Dios por estar dispuesto a sacrificar a su único Hijo para que todo esto fuera posible.
»Una vez que haya terminado de orar, el peso del pecado y de la culpabilidad que siente desaparecerán, y se sentirá limpia y libre. ¡Escríbanos y cuéntenos cuán bien se siente al haber sido perdonada! ¡Así podremos compartir su alegría!
»Con afecto fraternal,


1Col 2:14

DIARIO DE UNA JOVEN ASESINA

Era su librito de apuntes diarios, apuntes que iba haciendo, cada día, una joven de catorce años de edad. ¿Qué cosas podría escribir en ese diario? Cosas juveniles: impresiones de muchachos, actividades de colegio, paseos, fiestas.
Pero un día, justamente el primero de enero, la joven escribió: «Querido diario: Es principio de año, y ya no aguanto más. Tengo que quitarme de encima una carga que ya no puedo llevar. Yo maté a mi hermanita.»
El diario sigue narrando: «Fui hasta su cuarto y le dije que la quería mucho. Cubrí, entonces, su boca, y la sofoqué. Tú, mi querido diario, eres a quien primero le cuento. Gracias. Ahora me siento mejor.»
Ya hacía cinco meses que esta adolescente había matado a su hermanita de cuatro años de edad. Cuando hallaron el cuerpo de la chiquita, el médico forense determinó que era «muerte por asfixia traumática». La investigación no produjo ningún resultado. Pero sucedió que los padres de la hija mayor descubrieron su diario.
Por más que querramos callar la voz de nuestra conciencia, no podemos. Tarde o temprano su grito se oirá.
¿Qué está pasando en los hogares, en las familias, en los adolescentes? Esta joven no carecía de nada. Tenía buenos padres, buena casa, buen colegio, buenos amigos, buena ropa, buen calzado, buenas cosas. ¿Por qué, de un modo sorpresivo y brutal, mató a su hermanita?
En parte tiene que ver con la violencia que los adolescentes ven en la televisión, la cual se va acumulando en su psiquis. Cuando ésta se llena a más no poder, el adolescente no tarda en poner en práctica más de alguna de esas cosas.
Tampoco se descarta la posibilidad de los contactos con sectas extrañas. Lo que padres incautamente podrán llamar «chifladuras de adolescentes» puede que sean relaciones, incluso satánicas, cosa que está más extendida de lo que parece.
La fuerza moral más potente del mundo está en Jesucristo. Si nosotros, como padres, descuidamos nuestra propia vida espiritual, con eso dirigimos a nuestros hijos por el camino de la perdición.
Hagamos de Cristo el Señor de nuestra vida. Tanto nosotros como nuestros hijos necesitamos ese poder. Sólo Cristo nos pone a salvo de toda fuerza maligna. Él desea ser nuestro Señor. Coronémoslo Rey de nuestra vida hoy mismo.

«A MI ESPOSO LE GUSTA MUCHO VER PORNOGRAFÍA»

«A mi esposo le gusta mucho ver pornografía, y eso a mí me molesta y duele. Yo le digo que eso no le hace bien a nuestro hogar y que... me hace sentir miserable [y] pensar... que no soy suficiente para él. Yo le pregunto por qué lo hace, y me dice que todos los hombres son así.
»¿Es verdad eso? ¿Es posible que los hombres no puedan contener ese vicio?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Sus preguntas son buenas, pero no tienen respuestas sencillas. Permítanos explicarle qué queremos decir con eso.
»Su esposo dice que todos los hombres son así, y usted nos pregunta si eso es verdad. La respuesta es sí y no.
»Sí, todos los hombres (y todas las mujeres) nacen con una tendencia a hacer cosas que no les convienen ni a ellos ni a los demás. Niños de dos años de edad se pegan entre sí y se pelean por obtener algo que no les pertenece. Nadie tiene que enseñarles que hagan cosas que los pondrán en peligro o que perjudicarán a los demás. Eso lo hacen como algo natural.... De modo que cuando su esposo dice que todos los hombres son así, es verdad que todos los hombres tienen la tendencia a pecar....
»Sin embargo, no es verdad que todos los hombres tengan la costumbre de usar la pornografía como un medio de satisfacción personal. Tampoco es verdad que todos los hombres piensen que está bien ver pornografía. Y el hecho de que su esposo justifique y trate que se considere normal su vicio es el aspecto más problemático de su situación. Debido a que no lo considera destructivo para sí mismo ni para su matrimonio, al parecer él no tiene ningún deseo de abandonarlo....
»Como no es él quien nos está pidiendo ayuda, de nada serviría decirle a usted lo que él necesita hacer para librarse del dominio de la pornografía. En el Caso 7, dimos algunas sugerencias para los que quieren vencer sus vicios.
»Estamos totalmente de acuerdo con usted en que la pornografía no le hace bien a su hogar ni a su matrimonio.... Conduce al descontento... y al deseo de escapar de la realidad, rechazando a su compañera que tiene aliento de vida y cambiándola por relaciones virtuales. A algunos hombres, puede llevarlos a la comunicación en la Internet o mensajes de texto electrónico con otras mujeres, y eso está a un solo paso del adulterio, del riesgo de contraer alguna enfermedad venérea, incluso el SIDA, y de llevar una vida doble.
»Le recomendamos que cultive una relación personal con Dios, quien le dará la sabiduría que necesita para influir en su esposo. Cuando ore, Dios le dará su paz divina en su interior y la fortaleza de carácter que usted necesita. Y apelará a la conciencia de su esposo, de modo que él no siga justificando su conducta, sino que quiera cambiar su vida.

sábado, 7 de mayo de 2011

«MI MADRE... ME CULPÓ DE TODO»

«Durante toda mi vida, la relación con mi madre no ha sido buena.... En la etapa de la adolescencia, con mi primer novio, mi madre se encariñó mucho con él, y cuando la relación se terminó... ella me culpó de todo y no creyó todo lo que le conté de lo violento que mi novio se había vuelto y de cómo me hacía sufrir. Además,... como acostumbra hacerlo, [mi madre] dijo cosas muy hirientes, como que estaba decepcionada de tenerme como su hija...»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»... ¿Por qué no tienen [una madre buena] todos los niños? ¿Será que Dios ama más a unos que a otros? ¿Acaso algunos niños tienen más valor o potencial que otros?... ¡Mil veces no!
»Dios diseñó y creó un mundo perfecto. Él hizo a la primera pareja, y aquellos dos llegaron a ser la primera familia. Dios pudo haberlos hecho como robots, cada uno con los mismos brazos fuertes y amorosos, corazón tierno y mente sabia. Pudo haber decidido no darles ninguna opción acerca de lo que harían, de quiénes serían o de cómo vivirían, de modo que siempre fueran buenos, amorosos, tiernos y sabios, y siempre fueran padres perfectos. Pero Dios no quería que sus hijos lo amaran por obligación.
»... [Por eso] Dios les dio a Adán y a Eva pautas a seguir, y luego les dio la libertad de tomar sus propias decisiones. Casi de inmediato, escogieron el mal. Hicieron uso de su libre albedrío para hacer caso omiso de las pautas y ejercer más bien su propia voluntad. ¿Tuvo Dios la culpa de esto?... No, ellos fueron los únicos culpables de sus propias malas decisiones.
»Así es hoy en día.... Algunos [padres] actúan con sabiduría al decidir cuánta responsabilidad debieran tener sus hijos; otros ponen sus propios intereses por encima de los de sus hijos y se aprovechan injustamente de la relación que tienen con ellos....
»Mis padres eran alcohólicos que decidieron pasar por alto casi todas las pautas bíblicas con relación a esta vida. Como resultado, crecí en un hogar sin estabilidad ni seguridad, y con frecuencia violento. Mi madre no logró superar su propia formación, y eso la predispuso a perpetuar ese ciclo en sus propios hijos. Una vez, totalmente borracha, se me vino encima armada de un cuchillo que afortunadamente logré quitarle. Sobra decir que jamás tuve una relación madre‑hija como la que usted también anhela.
»Desde muy temprana edad, determiné que estas dificultades contribuirían a hacerme más fuerte y que mi meta en la vida sería ponerle fin a ese ciclo.... Tuve la bendición como adolescente de pedirle a Jesucristo que morara en mi vida, y Él me dio la fuerza necesaria para vencer toda situación adversa y ofrecerles una vida mejor a nuestros cinco hijos....1
»¡El pasado ha terminado!2... Usted es fuerte, y por eso ha llegado hasta aquí. Puede no sólo vencer las dificultades del pasado, sino también hacer una vida mejor para sus hijos. Usted puede frenar el ciclo de la mala crianza de los hijos. Y puede ser la primera en seguir el ejemplo de Dios. La animo a que lea la Biblia y encuentre las pautas que necesita seguir para ayudarla a comenzar a llevar una vida mejor....

1Fil 4:13
22Co 5:17

TODA LA VIDA JUNTAS

Nacieron juntas porque eran mellizas. Y vivieron juntas toda la vida, hasta morir en enero de 1993 a los cuarenta y tres años de edad. Eran Yvonne e Yvette, dos hermanas de Long Beach, California.
A los seis años de edad comenzaron a cantar juntas. Juntas, y con otros grupos, cantaron por todo el país. Juntas actuaron en circos y en televisión, y juntas estudiaron enfermería. Siempre estaban juntas porque Yvonne e Yvette no podían separarse. Eran hermanas siamesas, unidas físicamente por la cabeza.
En la ceremonia fúnebre el pastor de ellas, John Shepherd, dijo: «Juntas nacieron, juntas vivieron, juntas alabaron a Dios en canto, juntas partieron de este mundo, y juntas llegaron al cielo.»
He aquí una historia como para hacer una película. Cuando Yvonne e Yvette nacieron, su madre, que era muy pobre y estaba separada de su esposo, tenía ya cinco hijos. Cuando le dijeron que debía internar a las siamesas en alguna institución especializada, la buena mujer contestó: «Dios me ha enviado estas niñas, y Él me enseñará como criarlas.»
¿Cómo pueden dos hermanas siamesas vivir cuarenta y tres años juntas y ser felices? ¿Cómo pudieron, a los seis años de edad, cantar juntas en la iglesia, y luego continuar su vida actuando en circos y en televisión? ¿Cómo pudieron viajar por todo el país con otros conjuntos, y sin embargo estudiar la carrera de enfermería?
Pudieron hacer todo eso conservando un carácter alegre y optimista, porque su madre confió en Dios y puso a las siamesitas en sus manos. La fe en Dios produce fuerzas increíbles donde éstas no existen.
Hay personas que niegan la realidad de un Salvador viviente. Niegan que Dios es amor. Niegan que la fe en Cristo tenga poder. Niegan que Dios puede y quiere intervenir en nuestra vida. Niegan todo lo que es cristiano, espiritual, divino y eterno. Por eso viven en la amargura, la derrota y la miseria. Y por eso mueren sin esperanza, porque nunca quisieron creer en el Dios de la esperanza. Pero vidas como las de Yvonne e Yvette McCarther son un rotundo mentís a todas esas personas que niegan la eficacia del amor de Dios.
Cristo vive, y puede dar perdón, salvación y triunfo sobre todas las contrariedades de la vida. Cuando alguien clama a Cristo en medio de sus frustraciones, Cristo está a su lado, dispuesto a tenderle una mano de salvación. Él desea ser nuestro refugio. Confiemos en Él.

jueves, 5 de mayo de 2011

«ME PREOCUPA EL ESTADO PSICOLÓGICO DE MIS HIJAS»

« Mi esposa [y yo] tenemos tres niñas de catorce, doce y nueve años, las cuales se quejan de que la madre, cuando yo no estoy en casa, las maltrata física y verbalmente. Pero [ellas me piden que] no le diga nada a la mamá porque, cuando yo no esté, ella se encargará de castigarlas....
»No sé qué hacer. He pensado en dejarla a ella sola e irme con mis hijas, pero no sé si es la mejor solución.... Me preocupa el estado psicológico de mis hijas, porque crecerán con ese problema de no querer contarle a nadie lo que pasa cuando yo no estoy en casa.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»¡Lo felicitamos por tener una relación tan estrecha con sus hijas! Es formidable que ellas se sientan a gusto contándole a usted sus ideas y sus secretos. Ese tipo de relación con ellas es muy positivo para el bienestar psicológico de ellas.
»En cambio, la relación que usted tiene con su esposa no parece ser muy estrecha. El hecho de que usted haya considerado dejarla indica que ustedes dos tienen otros conflictos en su relación y que su matrimonio no es como ustedes quisieran que fuera.
»Nos es muy difícil aconsejarle en cuanto a su situación específica porque tenemos preguntas que no podemos hacerle. Las dos preguntas más importantes que debe hacerse a sí mismo son si sus tres hijas siempre están de acuerdo con respecto a los pormenores que le cuentan a usted, y si las tres sienten la misma preocupación por la manera en que las trata la madre.... A pesar de que tal vez sus hijas nunca le mentirían a usted, sus percepciones de los hechos pudieran ser muy poco realistas, y sus actitudes pudieran influir en lo que recuerdan de lo sucedido. Si son totalmente consecuentes sus versiones de los hechos, y si las tres parecen estar igual de preocupadas, entonces es importante que usted tome las medidas pertinentes.
»Estas son algunas medidas que puede considerar: Vuelva a casa sorpresivamente a diferentes horas del día. Si eso le es imposible, entonces trate de que un familiar cercano o un amigo vaya a su casa sin previo aviso. Piense en una razón por la que un amigo o familiar diferente se aloje algunos días o algunas semanas en su casa. Cualquier adulto en el que usted confíe puede servir de testigo que corrobore lo que está ocurriendo....
»¿Lo maltrata a usted verbalmente su esposa? ¿A veces pierde ella los estribos? ¿Se porta ella de un modo consecuente con lo que le cuentan sus hijas? De ser así, usted puede hablar con ella acerca de esos problemas sin tener que revelar el secreto de las niñas. Y pueden consultar juntos a un consejero profesional para tratar acerca de los problemas en su matrimonio (comenzando con la mala comunicación y la desconfianza) como también acerca de la preocupación que usted siente por la conducta de ella.
»Pídale a Dios que le dé la sabiduría que necesita para resolver este problema como también los otros problemas de su vida.
»Le deseamos lo mejor,

miércoles, 4 de mayo de 2011

«LA OTRA MUJER»

En una revista del año 2005 apareció la siguiente anécdota del escritor Daniel Nyarirangwe:
«Después de veintiún años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Hacía poco había comenzado a salir con otra mujer. Eso fue idea de mi esposa.
»—Sé que la amas —me dijo un día tomándome por sorpresa.
»—Pero yo te amo a ti —le respondí.
»—Lo sé. Pero también la amas a ella.
»La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara era mi madre, que es viuda desde hace diecinueve años. Las exigencias de mi trabajo y mis tres hijos habían contribuido a que sólo la visitara de vez en cuando. Esa noche la llamé para invitarla a cenar e ir al cine.
»—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? —me preguntó.
»Mamá es el tipo de persona que supone que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es [o, son] indicio de malas noticias.
»—Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo —le respondí.
»—Los dos solos...
»Luego de pensarlo por un momento, dijo:
»—Me gustaría muchísimo.
»Ese jueves, después del trabajo, me sentía algo nervioso mientras conducía el auto para recogerla. Cuando llegué a su casa, vi que ella también parecía estar nerviosa. Me esperaba en la puerta con el abrigo puesto. Se había rizado el cabello y llevaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas. Irradiaba una sonrisa como la de un ángel.
»—Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo, y eso las impresionó mucho —me dijo mientras subía al auto—. Están locas por enterarse de los pormenores de nuestra velada.
»Fuimos a un restaurante que, aunque no era elegante, sí era muy acogedor. Mi madre se aferró a mi brazo como si fuera la Primera Dama de la nación. Una vez que nos sentamos, tuve que leerle el menú. Ella no podía leer más que letras grandes. Luego de que comenzamos a comer, levanté la vista y vi que mamá me estaba mirando fijamente. Una sonrisa nostálgica se dibujaba en sus labios.
»—Era yo quien tenía que leer el menú cuando eras pequeño —me dijo.
»—Ahora te toca a ti relajarte y permitirme que haga lo mismo —respondí.
»Durante la cena tuvimos una conversación amena, nada extraordinario, sólo poniéndonos al día el uno al otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine. Cuando llegamos de regreso a su casa, ella dijo:
»—Estoy dispuesta a volver a salir contigo, pero sólo si me dejas ser la que invita.
»—¡De acuerdo! —le contesté.
»—¿Cómo estuvo la velada? —me preguntó mi esposa cuando llegué a casa aquella noche.
»—Muy agradable —le respondí—; mucho más de lo que pudiera haberme imaginado.
»Días más tarde mamá murió de un infarto. Fue tan súbita su muerte que no tuve oportunidad de hacer nada para ayudarla.
»Pasado algún tiempo recibí un sobre con una cuenta del restaurante donde había cenado con mi mamá. Tenía además una nota que decía: “Pagué esta cena por adelantado. Estaba casi segura de que no iba a poder acompañarte, pero igual pagué por dos comidas: una para ti y una para tu esposa. Jamás podrás imaginarte lo mucho que aquella noche significó para mí. ¡Te amo!”
»En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: “Te amo”, y de darles a nuestros seres queridos el tiempo que se merecen. No hay nada en la vida más importante que Dios y nuestra familia.»

martes, 3 de mayo de 2011

VIOLENCIA FAMILIAR

Eran tres niños, hermanitos los tres, de seis, siete y ocho años de edad. Con ojos aterrorizados y temblando de miedo, no podían dejar de mirar. ¿Qué estaban mirando? Veían cómo su padre le daba una paliza brutal a su madre. La escena la describe un diario de América Latina.
El hombre enfurecido, a la vista de sus tres hijitos, golpeaba brutalmente a su esposa. ¿Cuál era la causa? Nadie sabe. Los niños sólo decían: «Papá estaba muy enojado.» Pero una palabra lo describe todo: violencia.
La violencia doméstica, aunque en la vida diaria no es nada nuevo, en las crónicas de los diarios y en los tribunales sí lo es. Es algo que ha recrudecido en las últimas décadas. Y esta crónica nos obliga a tocar dos puntos: la violencia entre padres, y su efecto en los hijos.
Algunos dicen que la violencia familiar la incita la familia misma, pero eso es ver el asunto de una manera superficial. La violencia nace en el corazón. Está adentro de uno como lo estaba en el corazón de Caín, y sólo necesita una muy pequeña provocación para estallar.
Decimos que es culpa de la mujer, o de los hijos, o del jefe o de otro, pero no lo es. Procede del corazón herido y confundido que vierte su frustración sobre los que están más cerca. Cuando el tronco está malo, todo el árbol lo está. Cuando el corazón vive en amargura, la persona en la que late reacciona con violencia.
¿Y qué de los hijos? No hay nada en todo el mundo que frustre y confunda y atemorice más al niño que ver a sus padres peleándose, especialmente cuando son encuentros violentos. Y si la criatura tiene dos, tres o cuatro años de edad, esos disgustos tienen efectos desastrosos que afectan toda su vida. Un sociólogo investigador dijo: «Cuanto más violenta es la pareja, de las que hemos entrevistado, más violentos son los hijos.» Por cierto, la violencia en los padres viene de la violencia en los progenitores de ellos.
¡Cuánto necesitamos paz y tranquilidad en nuestro corazón! ¡Cuánto necesitamos al Príncipe de paz! Y ese Príncipe de paz existe. Es Jesucristo, el Hijo de Dios. Él dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27).
Entreguémosle nuestro corazón a Cristo. Si el enojo ha sido nuestra debilidad, hagamos una sincera declaración de humilde arrepentimiento. Cristo conoce nuestra intención y Él quiere ayudarnos. Permitámosle entrar en nuestro corazón. Él nos renovará en lo más profundo de nuestro ser.