DISGUSTADA CONSIGO MISMA
«Soy una joven de veintitrés años. Tengo un niño de tres, pero nos [separamos del] padre. No recibo ayuda de su parte, y a raíz de eso tomé una actitud desagradable. Me he acostado con cuatro hombres diferentes en menos de un año. Estoy desesperada; no sé qué hacer, porque no quiero seguir así. ¿Qué me aconseja?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»La felicitamos por haber evaluado la forma en que se ha estado portando y por haber decidido que no quiere seguir actuando así.... Muchas personas continúan en las mismas actividades destructivas sin pensar jamás en las consecuencias; en cambio, usted ha reconocido algunas de las consecuencias negativas y ha decidido cambiar su manera de actuar. Pero para lograrlo necesitará cambiar también su manera de pensar.
»Al contarnos su caso, usted le echa la culpa al padre de su hijo por no darle nada para su sustento y por consiguiente hacer que usted se acueste con otros hombres. Estamos de acuerdo en que él tiene la obligación de contribuir al sustento de su hijo. Pero la falta de ese sustento no es algo que justifique que usted rebaje su moral acostándose con cualquier otro....
»Le resultará difícil dejar de actuar así a no ser que reconozca y acepte las verdaderas razones que la impulsan a hacerlo. Nos ha dado usted la impresión de que una de esas razones es el enojo que siente hacia el padre de su hijo. Está enojada por la manera como él la trató a usted y porque no contribuye al sustento de su hijo. Y está tratando de castigarlo y de disminuir la influencia que él ejerce sobre usted. También es probable que en parte usted sienta que él la ha rechazado, aunque usted lo haya rechazado a él al mismo tiempo. Ese rechazo que siente tal vez la esté llevando a buscar aceptación de parte de otros hombres....
»Su pequeño hijo necesita que el padre de él forme parte de su vida.... Si usted lo anima a que desarrolle una relación estrecha con su hijo, es más probable que él se haga responsable de las necesidades económicas del niño. Lo peor que usted puede hacer es usar a su hijo como un arma contra su propio padre a fin de obtener lo que usted desea, aun cuando se trate de lo que usted piensa que el niño necesita. Es que si usted impide que su hijo tenga contacto positivo con su padre, es posible que su hijo crezca sintiéndose rechazado, lo cual pudiera causarle traumas emocionales....
»Es evidente que usted se siente muy culpable por la vida que ha estado llevando. Nos ha dado la impresión de que está disgustada consigo misma. Hay un remedio para ese mal.... Si de veras está arrepentida de su pecado, sólo tiene que orar y pedirle a Dios que la perdone, y que sea el Señor de su vida y que la ayude de aquí en adelante. Él no sólo la perdonará, sino que también hará que se sienta limpia por dentro, sabiendo que todos sus pecados han sido borrados. Suena tan fácil que cuesta creerlo. Pero lo cierto es que el apóstol Juan dijo: «Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.»1 Cuando usted reciba esa limpieza del pecado, le será mucho más fácil reconocer que usted es todo un tesoro que necesita ser protegido y valorado.
»Le deseamos lo mejor,
sábado, 23 de julio de 2011
jueves, 21 de julio de 2011
¿ COMO LOGRAR QUE LOS JOVENES TRABAJEN ?
Cómo lograr que los jóvenes trabajen
La generación “nini” es aquella que se caracteriza por cobijar jóvenes entre 18 y 22 años que ni estudian ni trabajan. “Están sumidos en una dejadez total. En general corresponden a una clase media alta y no sienten la necesidad ni la presión por no saber qué comerán en el minuto siguiente. Eso sí, la ansiedad y angustia que les genera esta situación es cada vez más grave, llegando muchas veces a la depresión y al suicidio”, sostiene el psicólogo argentino Roberto Chevalié.
Características de los jóvenes que no trabajan
· No tienen ideales
· No saben qué hacer en el minuto inmediato de sus vidas
· No sienten inquietud por ninguna profesión
· Saben que la situación social y laboral es compleja y no hacen el esfuerzo por intentar cambiar o mejorar la realidad cercana
· Son extremadamente pesimistas
A estas condiciones hay que sumarle los ya clásicos pensamientos que suele tener un adolescente en estado de rebeldía:
· Piensan que los padres son los enemigos
· Sienten que no los entienden
· Asumen que los adultos solamente quieren manejarles la vida
· Se quejan por sentirse solos, pero no dejan que nadie se les acerque ni brinde ayuda.
· Solamente tienen contestaciones y actitudes agresivas. Están siempre a la defensiva y son víctimas de todos y todo.
Qué hacer para ayudar a los jóvenes a trabajar
· Lo primero que los adultos, padres, profesores o amigos deben entender es que “a ningún joven le gusta ser agresivo ni que le vaya mal en todo. No creo ni por experiencia ni como padre que a los jóvenes o adolescentes les gratifique el no saber qué hacer con sus vidas ni de qué trabajar. Cada uno tiene que encontrar su camino. Los adultos sirven de guía, para transmitir consejos porque ya han pasado por una etapa en donde reinaba el caos, pero ellos solos deben descubrir qué necesitan y de qué manera lo requieren. De nada sirve amenazarlos, encerrarlos u obligarlos”, comenta el especialista.
· En la actualidad, los jóvenes permanecen hasta muy mayores en la casa de los padres. “Los hijos de treinta años siguen viviendo en casa y es complejo hacer que se asuman responsabilidades cuando los roles siguen siendo los mismos que cuando los hijos eran pequeños. Al no sentir la presión ni necesidad por trabajar es complejo que lo hagan por instinto o con naturalidad. Hay muchos que sí lo hacen, pero eso tiene que ver con algo que estos jóvenes no están teniendo y es un claro panorama de lo que quieren de sus vidas”, reflexiona el profesional.
· Hay que impulsarlos a que salgan a buscar un empleo. “Si no tienen claro qué tipo de trabajo quieren, hay que hacer que no importa la tarea que desarrollen, pero que la busquen para que así sepan qué significa ganar el propio dinero. Llegará un momento en que se independizarán. Todos lo hacen y si no les nace de adentro hay que lanzarlos a que lo busquen”, expresa Chevalié.
· No hay nada más desesperante y desilusionante para un padre que ver a su hijo sin rumbo. “Consultar con un terapeuta que pueda ayudar en esta etapa, ya que a veces los jóvenes no se caracterizan por ser dóciles o fáciles de comprender. Siempre es mejor una consulta a tiempo que perder el tiempo y correr el riesgo de que nuestro hijo se pierda definitivamente”, recomienda el psicólogo
No esperes que la suerte golpee a tu puerta y diga: “Tengo un trabajo para ofrecerte; uno que te hará sentir feliz y completo”. Tú puedes (y debes) organizar el futuro de tu carrera profesional. Este curso gratis de Planificación de tu Carrera Profesional te ayudará a lograrlo.
La generación “nini” es aquella que se caracteriza por cobijar jóvenes entre 18 y 22 años que ni estudian ni trabajan. “Están sumidos en una dejadez total. En general corresponden a una clase media alta y no sienten la necesidad ni la presión por no saber qué comerán en el minuto siguiente. Eso sí, la ansiedad y angustia que les genera esta situación es cada vez más grave, llegando muchas veces a la depresión y al suicidio”, sostiene el psicólogo argentino Roberto Chevalié.
Características de los jóvenes que no trabajan
· No tienen ideales
· No saben qué hacer en el minuto inmediato de sus vidas
· No sienten inquietud por ninguna profesión
· Saben que la situación social y laboral es compleja y no hacen el esfuerzo por intentar cambiar o mejorar la realidad cercana
· Son extremadamente pesimistas
A estas condiciones hay que sumarle los ya clásicos pensamientos que suele tener un adolescente en estado de rebeldía:
· Piensan que los padres son los enemigos
· Sienten que no los entienden
· Asumen que los adultos solamente quieren manejarles la vida
· Se quejan por sentirse solos, pero no dejan que nadie se les acerque ni brinde ayuda.
· Solamente tienen contestaciones y actitudes agresivas. Están siempre a la defensiva y son víctimas de todos y todo.
Qué hacer para ayudar a los jóvenes a trabajar
· Lo primero que los adultos, padres, profesores o amigos deben entender es que “a ningún joven le gusta ser agresivo ni que le vaya mal en todo. No creo ni por experiencia ni como padre que a los jóvenes o adolescentes les gratifique el no saber qué hacer con sus vidas ni de qué trabajar. Cada uno tiene que encontrar su camino. Los adultos sirven de guía, para transmitir consejos porque ya han pasado por una etapa en donde reinaba el caos, pero ellos solos deben descubrir qué necesitan y de qué manera lo requieren. De nada sirve amenazarlos, encerrarlos u obligarlos”, comenta el especialista.
· En la actualidad, los jóvenes permanecen hasta muy mayores en la casa de los padres. “Los hijos de treinta años siguen viviendo en casa y es complejo hacer que se asuman responsabilidades cuando los roles siguen siendo los mismos que cuando los hijos eran pequeños. Al no sentir la presión ni necesidad por trabajar es complejo que lo hagan por instinto o con naturalidad. Hay muchos que sí lo hacen, pero eso tiene que ver con algo que estos jóvenes no están teniendo y es un claro panorama de lo que quieren de sus vidas”, reflexiona el profesional.
· Hay que impulsarlos a que salgan a buscar un empleo. “Si no tienen claro qué tipo de trabajo quieren, hay que hacer que no importa la tarea que desarrollen, pero que la busquen para que así sepan qué significa ganar el propio dinero. Llegará un momento en que se independizarán. Todos lo hacen y si no les nace de adentro hay que lanzarlos a que lo busquen”, expresa Chevalié.
· No hay nada más desesperante y desilusionante para un padre que ver a su hijo sin rumbo. “Consultar con un terapeuta que pueda ayudar en esta etapa, ya que a veces los jóvenes no se caracterizan por ser dóciles o fáciles de comprender. Siempre es mejor una consulta a tiempo que perder el tiempo y correr el riesgo de que nuestro hijo se pierda definitivamente”, recomienda el psicólogo
No esperes que la suerte golpee a tu puerta y diga: “Tengo un trabajo para ofrecerte; uno que te hará sentir feliz y completo”. Tú puedes (y debes) organizar el futuro de tu carrera profesional. Este curso gratis de Planificación de tu Carrera Profesional te ayudará a lograrlo.
«NOS HEMOS CASADO... PERO... MI FAMILIA NO LO SABE»
«Tengo veintiocho años de edad. Me enamoré de una mujer soltera... de cuarenta y siete años de edad. Nuestra relación ha sido muy firme. Hemos estado muy felices [y] nos hemos casado... Pero tengo un problema: Mi familia no lo sabe... porque pienso que sería tropiezo para nuestra relación.
»Cada vez que hablo con mi familia, les miento y les digo que estoy solo. Pero mi conciencia no está tranquila.… ¿Qué hago?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»¡Lo felicitamos por su feliz matrimonio! Ojalá que más personas de nuestra audiencia tuvieran matrimonios felices.
»Usted piensa que, si su familia se enterara, sería perjudicial para la relación que tienen. Al parecer, cree que miembros de su familia harían o dirían cosas que pudieran interponerse entre los dos. Como no nos dio más información al respecto, es evidente que usted piensa que su familia no aprobará la diferencia de edades entre usted y su esposa, y que en realidad tratarán de lograr que se separen. Tal vez tenga miedo de que lastimen a su esposa emocionalmente y de que ella lo culpe a usted por lo que digan ellos, o de que ella espere que usted esté de parte suya en contra de ellos, y usted no está seguro si tiene la fuerza de voluntad para hacerlo. Quizá sus padres aún lo traten a usted como un niño, a pesar de que ya tiene veintiocho años y vive a cierta distancia de donde viven ellos.
»Cualquiera que sea la verdad acerca de la relación complicada que usted tiene con sus padres, eso no tiene tanta importancia como el reconocer que el mentir no sólo hará que le remuerda la conciencia, sino que también empeorará lo que sienten de parte y parte el día en que sus padres al fin se enteren de que está casado. Es probable que se sientan mucho más decepcionados por sus mentiras y su vida secreta que por la edad de su esposa. Cada día que usted siga mintiéndoles sólo contribuirá a empeorar la situación.
»Tanto Jesucristo como el apóstol Pablo citaron el pasaje del libro de Génesis que dice que, cuando un hombre se casa, ha de dejar a su padre y a su madre y de unirse a su esposa.1 En este caso, el dejarlos indica no sólo distancia física sino también distanciamiento emocional. El momento en que un hombre toma a su esposa como tal, su mayor lealtad (que pudo haber antes reservado para sus padres) se la debe ahora a su esposa. Sigue amando a sus padres y los honra, pero para que tenga un matrimonio feliz, su esposa siempre tiene que ocupar el primer lugar. Cuando un hombre permite que su familia se interponga entre él y su esposa, desintegra la unidad matrimonial que Dios dispuso que experimentaran como pareja. El vínculo afectivo entre los dos se debilita, y casi siempre resultan otros problemas. Ya es hora de que usted muestre madurez emocional y acepte la responsabilidad de su propia vida, aunque sus padres no estén de acuerdo....
»Le deseamos lo mejor,
1 Gn 2:24; Mt 19:5; Mr 10:7; Ef 5:31
»Cada vez que hablo con mi familia, les miento y les digo que estoy solo. Pero mi conciencia no está tranquila.… ¿Qué hago?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»¡Lo felicitamos por su feliz matrimonio! Ojalá que más personas de nuestra audiencia tuvieran matrimonios felices.
»Usted piensa que, si su familia se enterara, sería perjudicial para la relación que tienen. Al parecer, cree que miembros de su familia harían o dirían cosas que pudieran interponerse entre los dos. Como no nos dio más información al respecto, es evidente que usted piensa que su familia no aprobará la diferencia de edades entre usted y su esposa, y que en realidad tratarán de lograr que se separen. Tal vez tenga miedo de que lastimen a su esposa emocionalmente y de que ella lo culpe a usted por lo que digan ellos, o de que ella espere que usted esté de parte suya en contra de ellos, y usted no está seguro si tiene la fuerza de voluntad para hacerlo. Quizá sus padres aún lo traten a usted como un niño, a pesar de que ya tiene veintiocho años y vive a cierta distancia de donde viven ellos.
»Cualquiera que sea la verdad acerca de la relación complicada que usted tiene con sus padres, eso no tiene tanta importancia como el reconocer que el mentir no sólo hará que le remuerda la conciencia, sino que también empeorará lo que sienten de parte y parte el día en que sus padres al fin se enteren de que está casado. Es probable que se sientan mucho más decepcionados por sus mentiras y su vida secreta que por la edad de su esposa. Cada día que usted siga mintiéndoles sólo contribuirá a empeorar la situación.
»Tanto Jesucristo como el apóstol Pablo citaron el pasaje del libro de Génesis que dice que, cuando un hombre se casa, ha de dejar a su padre y a su madre y de unirse a su esposa.1 En este caso, el dejarlos indica no sólo distancia física sino también distanciamiento emocional. El momento en que un hombre toma a su esposa como tal, su mayor lealtad (que pudo haber antes reservado para sus padres) se la debe ahora a su esposa. Sigue amando a sus padres y los honra, pero para que tenga un matrimonio feliz, su esposa siempre tiene que ocupar el primer lugar. Cuando un hombre permite que su familia se interponga entre él y su esposa, desintegra la unidad matrimonial que Dios dispuso que experimentaran como pareja. El vínculo afectivo entre los dos se debilita, y casi siempre resultan otros problemas. Ya es hora de que usted muestre madurez emocional y acepte la responsabilidad de su propia vida, aunque sus padres no estén de acuerdo....
»Le deseamos lo mejor,
1 Gn 2:24; Mt 19:5; Mr 10:7; Ef 5:31
martes, 19 de julio de 2011
LA MALDAD HASTA EL ULTIMO MOMENTO
«LA MAFIA DE LAS ABUELITAS»
Eran dieciocho mujeres. Mujeres ancianas, de cabello blanco. Mujeres que tenían el porte y el semblante de personas honestas, dignas, aplomadas en lo moral y maduras en lo espiritual. Dieciocho mujeres que iban y venían entre California y otros estados, como quien pasea de lo más desaprensivamente.
Sin embargo, formaban una mafia, «la mafia de las abuelitas», como la llamaron los diarios. Esas ancianas se dedicaban al tráfico de drogas. Y llegaron a acumular una fortuna calculada en veinticinco millones de dólares. Cuando por fin cayeron presas, fue motivo de gran asombro para todos los vecinos y conocidos.
Las blancas cabezas y los serenos semblantes presentaban un agudo contraste con el trabajo que realizaban. «Eran todas mujeres respetables en su comunidad —comentó el jefe de la policía de Los Ángeles—. Pero uno nunca termina de desengañarse de la gente.»
Siempre se ha supuesto que los años, las arrugas y las canas traen consigo la sabiduría. En los años de nuestra juventud se nos concede que hagamos travesuras y locuras, y que violemos normas y leyes. Pero al llegar los años de la senectud, se supone que debemos calmarnos y entrar en una vida reposada, sabia y serena. Aquellas ancianas hicieron todo lo contrario.
Todas ellas, con más de sesenta años de edad y ya abuelas, en lugar de ponerse a tejer conjuntos para sus nietos, como toda abuela normal, entraron en el negocio del narcotráfico. Y escudadas en su edad, su porte, su semblante y su buen nombre, cometieron un delito que las leyes penan severamente.
Es que los años y las canas no compran la sabiduría por sí solos. La vejez no es necesariamente, de por sí, la edad de la bondad, la justicia y la sabiduría. La verdad es que el ser humano puede ser tan malo a los ochenta años como lo fue a los veinte, los treinta o los cincuenta. El corazón no se cambia por sí solo. Carece de fuerza suficiente para ello. Nadie se autorregenera por más que se lo proponga o lo desee. Quien cambia al individuo, a cualquier edad, es Cristo. Y sólo Cristo puede tomar a un pecador, ya sea adolescente, joven, adulto o anciano, y transformarlo por completo.
¡No es posible exagerar la importancia de entregarle nuestra vida y nuestro corazón a Cristo cuanto antes en la vida! «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos», dice la Biblia (Eclesiastés 12:1). Hoy mismo, antes que pase más tiempo, démosle nuestra vida a Cristo.
Eran dieciocho mujeres. Mujeres ancianas, de cabello blanco. Mujeres que tenían el porte y el semblante de personas honestas, dignas, aplomadas en lo moral y maduras en lo espiritual. Dieciocho mujeres que iban y venían entre California y otros estados, como quien pasea de lo más desaprensivamente.
Sin embargo, formaban una mafia, «la mafia de las abuelitas», como la llamaron los diarios. Esas ancianas se dedicaban al tráfico de drogas. Y llegaron a acumular una fortuna calculada en veinticinco millones de dólares. Cuando por fin cayeron presas, fue motivo de gran asombro para todos los vecinos y conocidos.
Las blancas cabezas y los serenos semblantes presentaban un agudo contraste con el trabajo que realizaban. «Eran todas mujeres respetables en su comunidad —comentó el jefe de la policía de Los Ángeles—. Pero uno nunca termina de desengañarse de la gente.»
Siempre se ha supuesto que los años, las arrugas y las canas traen consigo la sabiduría. En los años de nuestra juventud se nos concede que hagamos travesuras y locuras, y que violemos normas y leyes. Pero al llegar los años de la senectud, se supone que debemos calmarnos y entrar en una vida reposada, sabia y serena. Aquellas ancianas hicieron todo lo contrario.
Todas ellas, con más de sesenta años de edad y ya abuelas, en lugar de ponerse a tejer conjuntos para sus nietos, como toda abuela normal, entraron en el negocio del narcotráfico. Y escudadas en su edad, su porte, su semblante y su buen nombre, cometieron un delito que las leyes penan severamente.
Es que los años y las canas no compran la sabiduría por sí solos. La vejez no es necesariamente, de por sí, la edad de la bondad, la justicia y la sabiduría. La verdad es que el ser humano puede ser tan malo a los ochenta años como lo fue a los veinte, los treinta o los cincuenta. El corazón no se cambia por sí solo. Carece de fuerza suficiente para ello. Nadie se autorregenera por más que se lo proponga o lo desee. Quien cambia al individuo, a cualquier edad, es Cristo. Y sólo Cristo puede tomar a un pecador, ya sea adolescente, joven, adulto o anciano, y transformarlo por completo.
¡No es posible exagerar la importancia de entregarle nuestra vida y nuestro corazón a Cristo cuanto antes en la vida! «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos», dice la Biblia (Eclesiastés 12:1). Hoy mismo, antes que pase más tiempo, démosle nuestra vida a Cristo.
ENEMIGOS O AMIGOS POR SIEMPRE
UNIDOS AL FIN
Las puertas de la sala de emergencia se abrieron de par en par. Una camilla conducida por enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el hombre murió.
Treinta minutos más tarde otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital, víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.
Los llevaron, entonces, a la morgue, y los pusieron uno junto al otro.
¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.
Este es un caso patético. Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se habían hablado por cuarenta años, aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en la morgue, hombro a hombro, pero ya muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando tuvieron tiempo de hacer la paz, no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban separados para siempre.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la puerta se haya cerrado para siempre?
La obstinación es uno de los pecados más absurdos del ser humano. Nos herimos a nosotros mismos. Arruinamos nuestra propia vida. Destruimos nuestro propio ser, y todo por el orgullo que no nos deja decir: «Perdóname.»
Lo triste de esta obstinación es que el que sufre es el que no perdona. El que no perdona lleva una vida solitaria. El que no perdona no conoce la paz. El que no perdona sólo conoce amargura. El que no perdona no puede ni perdonarse a sí mismo. Y lo peor de todo es que el que no perdona no puede hallar el perdón de Dios.
La oración más conocida de todos, el Padrenuestro, dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:12). Es como decir: «Perdóname, Señor, de la misma manera en que yo perdono.» Y si nosotros, en obstinación, no perdonamos, no podemos obtener el perdón de Dios.
Cristo nos mostró el camino al reconciliarnos con Dios. Perdonemos nosotros, para vivir en paz y para disfrutar del perdón de Dios.
Las puertas de la sala de emergencia se abrieron de par en par. Una camilla conducida por enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el hombre murió.
Treinta minutos más tarde otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital, víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.
Los llevaron, entonces, a la morgue, y los pusieron uno junto al otro.
¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.
Este es un caso patético. Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se habían hablado por cuarenta años, aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en la morgue, hombro a hombro, pero ya muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando tuvieron tiempo de hacer la paz, no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban separados para siempre.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la puerta se haya cerrado para siempre?
La obstinación es uno de los pecados más absurdos del ser humano. Nos herimos a nosotros mismos. Arruinamos nuestra propia vida. Destruimos nuestro propio ser, y todo por el orgullo que no nos deja decir: «Perdóname.»
Lo triste de esta obstinación es que el que sufre es el que no perdona. El que no perdona lleva una vida solitaria. El que no perdona no conoce la paz. El que no perdona sólo conoce amargura. El que no perdona no puede ni perdonarse a sí mismo. Y lo peor de todo es que el que no perdona no puede hallar el perdón de Dios.
La oración más conocida de todos, el Padrenuestro, dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:12). Es como decir: «Perdóname, Señor, de la misma manera en que yo perdono.» Y si nosotros, en obstinación, no perdonamos, no podemos obtener el perdón de Dios.
Cristo nos mostró el camino al reconciliarnos con Dios. Perdonemos nosotros, para vivir en paz y para disfrutar del perdón de Dios.
lunes, 18 de julio de 2011
«QUISIERA HACER RETROCEDER EL TIEMPO»
«Cuando tenía siete años, un hombre malvado me ofreció dinero para que yo tuviera relaciones [sexuales] con él. En esa época, no tenía una idea clara de lo que estaba haciendo.... Pasó varias veces hasta que un día mi padre se dio cuenta y trató de matar a esa persona, y no volví jamás a tener esta práctica con nadie.
»Hoy en día soy ya un hombre de treinta y tres años, casado, con dos hermosos hijos; pero todavía no he podido hablar con nadie de esta situación. Cada vez que me acuerdo de esto, quisiera hacer retroceder el tiempo; pienso en mí con repugnancia, y quisiera que esto nunca hubiera pasado. Mi mayor miedo es que algún día mis hijos y mi esposa lleguen a enterarse de esto que pasó conmigo, y tengo un cuidado extremo con mis hijos para que esto nunca pase con ellos.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Una de las razones de que escogiéramos su caso como el “Caso de la semana” es que sabemos que usted no es el único que está guardando un secreto como este.... Al igual que usted, muchos han guardado ese secreto durante muchos años, pues la vergüenza que sienten les ha impedido contárselo a alguien....
»A veces nos sentimos culpables debido a información errónea o a pensamientos irracionales... sin tener culpa alguna. Es absurdo pensar que un niño pudiera ser responsable por lo que un adulto lo induce a que haga....
»Si un adulto le dice a un niño de tres años que recoja un florero de cristal muy pesado y que lo lleve al otro extremo de la habitación, ¿de quién será la culpa cuando el florero se le caiga al niño y se rompa? El plan de Dios es que los niños nazcan y se desarrollen en un ambiente de familia precisamente porque todo niño necesita tiempo para crecer y desarrollarse, no sólo física sino también mentalmente, antes que pueda ser responsable de sus hechos. A todo adulto le corresponde proteger de actividades peligrosas a los niños hasta que tengan la madurez necesaria para protegerse por sí solos....
»El apóstol Pablo nos mostró en el primer siglo que él comprendía el desarrollo paulatino intelectual de los niños, al escribir: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño.”1 Usted, amigo, razonaba como niño durante ese horrible episodio de su vida. Ahora que es adulto, ha dejado atrás las cosas de niño. Ya es hora de que también deje atrás esos absurdos sentimientos de culpabilidad que lo han atormentado durante tanto tiempo.
»Lo que usted más teme es que alguien llegue a descubrir su secreto. Sin embargo, nosotros estamos convencidos de que ese secreto lo está dominando precisamente porque usted lo está guardando con tanta tenacidad. Una vez que usted reconozca que no tuvo la culpa de lo que ocurrió, le recomendamos que le revele el secreto a su esposa. Ella puede ayudarlo a recordarse a sí mismo que usted no tuvo la culpa. Y una vez que usted le haya contado el secreto a alguien, ese secreto no volverá a dominarlo.
»Con afecto fraternal,
1 1Co 13:11
»Hoy en día soy ya un hombre de treinta y tres años, casado, con dos hermosos hijos; pero todavía no he podido hablar con nadie de esta situación. Cada vez que me acuerdo de esto, quisiera hacer retroceder el tiempo; pienso en mí con repugnancia, y quisiera que esto nunca hubiera pasado. Mi mayor miedo es que algún día mis hijos y mi esposa lleguen a enterarse de esto que pasó conmigo, y tengo un cuidado extremo con mis hijos para que esto nunca pase con ellos.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Una de las razones de que escogiéramos su caso como el “Caso de la semana” es que sabemos que usted no es el único que está guardando un secreto como este.... Al igual que usted, muchos han guardado ese secreto durante muchos años, pues la vergüenza que sienten les ha impedido contárselo a alguien....
»A veces nos sentimos culpables debido a información errónea o a pensamientos irracionales... sin tener culpa alguna. Es absurdo pensar que un niño pudiera ser responsable por lo que un adulto lo induce a que haga....
»Si un adulto le dice a un niño de tres años que recoja un florero de cristal muy pesado y que lo lleve al otro extremo de la habitación, ¿de quién será la culpa cuando el florero se le caiga al niño y se rompa? El plan de Dios es que los niños nazcan y se desarrollen en un ambiente de familia precisamente porque todo niño necesita tiempo para crecer y desarrollarse, no sólo física sino también mentalmente, antes que pueda ser responsable de sus hechos. A todo adulto le corresponde proteger de actividades peligrosas a los niños hasta que tengan la madurez necesaria para protegerse por sí solos....
»El apóstol Pablo nos mostró en el primer siglo que él comprendía el desarrollo paulatino intelectual de los niños, al escribir: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño.”1 Usted, amigo, razonaba como niño durante ese horrible episodio de su vida. Ahora que es adulto, ha dejado atrás las cosas de niño. Ya es hora de que también deje atrás esos absurdos sentimientos de culpabilidad que lo han atormentado durante tanto tiempo.
»Lo que usted más teme es que alguien llegue a descubrir su secreto. Sin embargo, nosotros estamos convencidos de que ese secreto lo está dominando precisamente porque usted lo está guardando con tanta tenacidad. Una vez que usted reconozca que no tuvo la culpa de lo que ocurrió, le recomendamos que le revele el secreto a su esposa. Ella puede ayudarlo a recordarse a sí mismo que usted no tuvo la culpa. Y una vez que usted le haya contado el secreto a alguien, ese secreto no volverá a dominarlo.
»Con afecto fraternal,
1 1Co 13:11
viernes, 15 de julio de 2011
LA VIOLENTA MUERTE DE COAZINHO
Una multitud encolerizada, con furia compuesta de frustración, abandono, pobreza y ansias de desquite, perseguía a Coazinho. Coazinho, muchacho de diecisiete años, de los arrabales de Río de Janeiro, a su vez corría procurando salvar su vida. Pero lo alcanzaron.
La turba furiosa lo ató a un árbol, le clavó dos hierros en el vientre, puso un cartucho de dinamita entre los hierros y prendió fuego a la mecha. Así fue como Coazinho, apenas un muchachón con historia de robos, asaltos, muertes y violaciones, murió de un modo violento. Esa es una de las muertes más violentas que le puede ocurrir a un hombre: morir dinamitado.
He aquí una historia triste, producida por una sociedad triste, en medio de una época y mundo que poco sabe de alegrías. Coazinho, cuyo verdadero nombre se desconoce, nació y fue criado en medio de la misma violencia que lo mató.
Hijo de una mujer de mala vida que lo dio a luz en un prostíbulo, Coazinho no conoció padre, ni madre, ni hogar, ni escuela ni iglesia. Se crió como pudo, recibiendo golpes, insultos, malos tratos y desprecios. No conoció más escuela que la calle, más iglesia que la taberna, más hogar que el orfanato.
No bien había llegado a la adolescencia cuando salió a vivir por su cuenta. Y vivió rodeado de la violencia y el delito, sumido en la furia y el resentimiento. Falto de educación formal y moral, los bajos instintos del hombre hicieron presa permanente de él.
Un día en que le robó la cartera a un hombre, colmó la copa de sus maldades, según juzgaron los vecinos. Así que lo persiguieron, lo alcanzaron, lo ataron a un árbol y lo dinamitaron por la mitad. A juicio de ellos, una vida que nunca había conocido más que la violencia debía terminar en forma violenta.
Es fácil comentar el caso y emitir palabras cargadas de sentimiento. ¡Pobre Coazinho! ¿Por qué tuvo que terminar de ese modo? Si hubiera sido hijo de la mayoría de nosotros, habría sido otro su destino.
La violencia que tanto perjudica a los niños y a los adolescentes no se encuentra sólo en las calles, en las tabernas, en las casas de vicio. Puede hallarse también en hogares respetables. Por eso mismo nos conviene invitar a Cristo a vivir en nuestro hogar hoy mismo. Porque sólo Cristo puede librarnos de la violencia que marca a los Coazinhos.
La turba furiosa lo ató a un árbol, le clavó dos hierros en el vientre, puso un cartucho de dinamita entre los hierros y prendió fuego a la mecha. Así fue como Coazinho, apenas un muchachón con historia de robos, asaltos, muertes y violaciones, murió de un modo violento. Esa es una de las muertes más violentas que le puede ocurrir a un hombre: morir dinamitado.
He aquí una historia triste, producida por una sociedad triste, en medio de una época y mundo que poco sabe de alegrías. Coazinho, cuyo verdadero nombre se desconoce, nació y fue criado en medio de la misma violencia que lo mató.
Hijo de una mujer de mala vida que lo dio a luz en un prostíbulo, Coazinho no conoció padre, ni madre, ni hogar, ni escuela ni iglesia. Se crió como pudo, recibiendo golpes, insultos, malos tratos y desprecios. No conoció más escuela que la calle, más iglesia que la taberna, más hogar que el orfanato.
No bien había llegado a la adolescencia cuando salió a vivir por su cuenta. Y vivió rodeado de la violencia y el delito, sumido en la furia y el resentimiento. Falto de educación formal y moral, los bajos instintos del hombre hicieron presa permanente de él.
Un día en que le robó la cartera a un hombre, colmó la copa de sus maldades, según juzgaron los vecinos. Así que lo persiguieron, lo alcanzaron, lo ataron a un árbol y lo dinamitaron por la mitad. A juicio de ellos, una vida que nunca había conocido más que la violencia debía terminar en forma violenta.
Es fácil comentar el caso y emitir palabras cargadas de sentimiento. ¡Pobre Coazinho! ¿Por qué tuvo que terminar de ese modo? Si hubiera sido hijo de la mayoría de nosotros, habría sido otro su destino.
La violencia que tanto perjudica a los niños y a los adolescentes no se encuentra sólo en las calles, en las tabernas, en las casas de vicio. Puede hallarse también en hogares respetables. Por eso mismo nos conviene invitar a Cristo a vivir en nuestro hogar hoy mismo. Porque sólo Cristo puede librarnos de la violencia que marca a los Coazinhos.
jueves, 14 de julio de 2011
«MANTENER ESAS RELACIONES PUEDE SER MUY PELIGROSO»
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar de que nunca se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:
«Yo tuve un novio a los quince años, con el cual tuve relaciones sexuales. Quedé embarazada varias veces, y aborté por insistencia de él. Él me hizo mucho daño y se burló de mí muchas veces....
»Yo me casé, y ya le perdoné a ese hombre que me hizo tanto daño. Pero él ahora me llama y dice querer ser mi amigo. Me dice que me ama todavía, aunque él está casado. Yo no quiero saber nada de él. Me escribe al correo, lo borro y bloqueo todo acceso de él a mí....
»Si... no quiero ser amiga de él ni que me llame, ¿es porque en realidad no lo he perdonado? ... No quisiera que mi falta de perdón, si así fuera, me afecte a mí y a mi familia...»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Como resultado de su deseo de hacer lo debido, usted ahora se siente confundida. Hay dos factores diferentes que, al parecer, se contradicen. Por una parte, usted quiere protegerse del dolor que ese hombre pudiera causarle: Él la hirió antes, y usted puede estar segura de que volvería a herirla. Ese impulso de protegerse es propio de personas que disfrutan de salud emocional, y es un instinto que proviene de Dios. Pero aún más fuerte que su deseo de protegerse es su necesidad de proteger a su familia. Eso es fruto del amor que usted les tiene.
»El segundo factor, al parecer en conflicto con su necesidad de protegerse, es su convicción de que el perdón es necesario para la salud emocional. Usted ya ha optado por perdonar a ese hombre, y él ya no ejerce ningún dominio sobre usted ni sobre sus emociones. Usted no ha dejado que el pasado la convierta en una mujer amargada, resentida y vengativa, sino que ha formado una vida feliz. No tiene que dejar que él vuelva a formar parte de su vida para demostrar que de veras lo ha perdonado.
»A los casados les aconsejamos que supriman el contacto personal con todas las personas con las que tuvieron relaciones serias en el pasado. Eso en definitiva incluye a cualquiera con quien la persona casada tuvo relaciones sexuales antes de casarse. El mantener esas relaciones puede ser muy peligroso para cualquier matrimonio. Es muy arriesgado creer que uno puede ser amigo de una persona de la que alguna vez estuvo enamorado, o con quien tuvo relaciones íntimas.
»Es prudente de su parte impedir que ese hombre se comunique con usted por correo electrónico o por teléfono. Tal vez él se sienta culpable por la forma como la trató, y quiera aliviar su conciencia “siendo su amigo”, pero sólo Dios puede resolver asuntos de la conciencia. Lo que él necesita es hacerse amigo de Dios y no de usted.
»Le deseamos lo mejor,
«Yo tuve un novio a los quince años, con el cual tuve relaciones sexuales. Quedé embarazada varias veces, y aborté por insistencia de él. Él me hizo mucho daño y se burló de mí muchas veces....
»Yo me casé, y ya le perdoné a ese hombre que me hizo tanto daño. Pero él ahora me llama y dice querer ser mi amigo. Me dice que me ama todavía, aunque él está casado. Yo no quiero saber nada de él. Me escribe al correo, lo borro y bloqueo todo acceso de él a mí....
»Si... no quiero ser amiga de él ni que me llame, ¿es porque en realidad no lo he perdonado? ... No quisiera que mi falta de perdón, si así fuera, me afecte a mí y a mi familia...»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Como resultado de su deseo de hacer lo debido, usted ahora se siente confundida. Hay dos factores diferentes que, al parecer, se contradicen. Por una parte, usted quiere protegerse del dolor que ese hombre pudiera causarle: Él la hirió antes, y usted puede estar segura de que volvería a herirla. Ese impulso de protegerse es propio de personas que disfrutan de salud emocional, y es un instinto que proviene de Dios. Pero aún más fuerte que su deseo de protegerse es su necesidad de proteger a su familia. Eso es fruto del amor que usted les tiene.
»El segundo factor, al parecer en conflicto con su necesidad de protegerse, es su convicción de que el perdón es necesario para la salud emocional. Usted ya ha optado por perdonar a ese hombre, y él ya no ejerce ningún dominio sobre usted ni sobre sus emociones. Usted no ha dejado que el pasado la convierta en una mujer amargada, resentida y vengativa, sino que ha formado una vida feliz. No tiene que dejar que él vuelva a formar parte de su vida para demostrar que de veras lo ha perdonado.
»A los casados les aconsejamos que supriman el contacto personal con todas las personas con las que tuvieron relaciones serias en el pasado. Eso en definitiva incluye a cualquiera con quien la persona casada tuvo relaciones sexuales antes de casarse. El mantener esas relaciones puede ser muy peligroso para cualquier matrimonio. Es muy arriesgado creer que uno puede ser amigo de una persona de la que alguna vez estuvo enamorado, o con quien tuvo relaciones íntimas.
»Es prudente de su parte impedir que ese hombre se comunique con usted por correo electrónico o por teléfono. Tal vez él se sienta culpable por la forma como la trató, y quiera aliviar su conciencia “siendo su amigo”, pero sólo Dios puede resolver asuntos de la conciencia. Lo que él necesita es hacerse amigo de Dios y no de usted.
»Le deseamos lo mejor,
lunes, 11 de julio de 2011
UN MATRIMONIO SIN HIJOS
UN MATRIMONIO SIN HIJOS
«Notó Augusto que algo insólito le ocurría a su amigo Víctor....
»—Víctor, algo te pasa...
»—Sí, hombre, sí, me pasa una cosa grave. Y como necesito desahogo... te lo contaré.... Ya sabes, Augusto, que me tuve que casar muy joven...
»—¿Que te tuviste que casar?
»—Sí.... Nos casaron nuestros padres, los míos y los de mi Elena, cuando éramos unos chiquillos.... Se enteraron de un desliz nuestro, que tuvo su cachito de escándalo, y sin esperar a ver qué consecuencias tenía, o si las tenía, nos casaron.
»—Hicieron bien.
»—No diré yo tanto. Mas el caso fue que ni tuvo consecuencias aquel desliz.... En lo que menos pensábamos era en constituir un hogar. Éramos dos mozuelos que vivían juntos haciendo eso que se llama vida marital. Pero pasó el año, y al ver que no venía fruto empezamos a ponernos de morro, a mirarnos un poco de reojo, a recriminarnos mutuamente en silencio. Yo no me avenía a no ser padre. Era un hombre ya, tenía más de veintiún años, y francamente, eso de que yo fuese menos que otros, menos que cualquier bárbaro que a los nueve meses justos de haberse casado, o antes, tiene su primer hijo..., a esto no me resignaba.
»—Pero, hombre, ¿qué culpa...?
»—Y, es claro, yo, aun sin decírselo, le echaba la culpa a ella y me decía: “Esta mujer es estéril y me pone en ridículo.” Y ella, por su parte, no me cabía duda, me culpaba a mí, y hasta suponía, que sé yo...
»—¿Qué?
»—Nada, que cuando pasa un año y otro y otro y el matrimonio no tiene hijos, la mujer da en pensar que la culpa es del marido, y que lo es porque no fue sano al matrimonio, porque llevó cualquier dolencia... El caso es que nos sentimos enemigos el uno del otro; que el demonio se nos había metido en casa. Y al fin estalló el tal demonio y llegaron las reconvenciones mutuas y aquello de “tú no sirves” y “quien no sirve eres tú”, y todo lo demás.... Pero curé de aquello... volví a mi mujer y nos calmamos y resignamos. Y poco a poco volvió a reinar en casa no ya la paz, sino hasta la dicha. Al principio de esta nueva vida, a los cuatro o cinco años de casados, lamentábamos alguna que otra vez nuestra soledad, pero muy pronto no sólo nos consolamos, sino que nos habituamos. Y acabamos no sólo por no echar de menos a los hijos, sino hasta por compadecer a los que los tienen.»1
¡Qué cambio de actitud tan radical el que tienen Víctor y su esposa en este capítulo de la novela titulada Niebla del ingenioso escritor español Miguel de Unamuno! Comienzan tratándose como enemigos, culpándose el uno al otro de ser estéril y, por lo tanto, de no poder tener hijos, y acaban «no sólo por no echar de menos a los hijos, sino hasta por compadecer a los que los tienen». Lo cierto es que hicieron bien al «curarse de aquello». Por una parte, no se gana nada con culpar al otro de algo que no puede remediar ni de lo que no tiene culpa alguna, y por otra, el aceptar lo que no puede cambiarse contribuye a la salud emocional de los dos como también del matrimonio. Además, según San Pablo, es cuando somos transformados mediante la renovación de nuestra mente, es decir, cuando comenzamos a pensar de un modo diametralmente distinto a lo habitual, que podemos comprobar cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida.2
1 Miguel de Unamuno, Niebla (Madrid: Ediciones Cátedra, Letras Hispánicas, 2009), pp. 176-78.
2 Ro 12:2
«Notó Augusto que algo insólito le ocurría a su amigo Víctor....
»—Víctor, algo te pasa...
»—Sí, hombre, sí, me pasa una cosa grave. Y como necesito desahogo... te lo contaré.... Ya sabes, Augusto, que me tuve que casar muy joven...
»—¿Que te tuviste que casar?
»—Sí.... Nos casaron nuestros padres, los míos y los de mi Elena, cuando éramos unos chiquillos.... Se enteraron de un desliz nuestro, que tuvo su cachito de escándalo, y sin esperar a ver qué consecuencias tenía, o si las tenía, nos casaron.
»—Hicieron bien.
»—No diré yo tanto. Mas el caso fue que ni tuvo consecuencias aquel desliz.... En lo que menos pensábamos era en constituir un hogar. Éramos dos mozuelos que vivían juntos haciendo eso que se llama vida marital. Pero pasó el año, y al ver que no venía fruto empezamos a ponernos de morro, a mirarnos un poco de reojo, a recriminarnos mutuamente en silencio. Yo no me avenía a no ser padre. Era un hombre ya, tenía más de veintiún años, y francamente, eso de que yo fuese menos que otros, menos que cualquier bárbaro que a los nueve meses justos de haberse casado, o antes, tiene su primer hijo..., a esto no me resignaba.
»—Pero, hombre, ¿qué culpa...?
»—Y, es claro, yo, aun sin decírselo, le echaba la culpa a ella y me decía: “Esta mujer es estéril y me pone en ridículo.” Y ella, por su parte, no me cabía duda, me culpaba a mí, y hasta suponía, que sé yo...
»—¿Qué?
»—Nada, que cuando pasa un año y otro y otro y el matrimonio no tiene hijos, la mujer da en pensar que la culpa es del marido, y que lo es porque no fue sano al matrimonio, porque llevó cualquier dolencia... El caso es que nos sentimos enemigos el uno del otro; que el demonio se nos había metido en casa. Y al fin estalló el tal demonio y llegaron las reconvenciones mutuas y aquello de “tú no sirves” y “quien no sirve eres tú”, y todo lo demás.... Pero curé de aquello... volví a mi mujer y nos calmamos y resignamos. Y poco a poco volvió a reinar en casa no ya la paz, sino hasta la dicha. Al principio de esta nueva vida, a los cuatro o cinco años de casados, lamentábamos alguna que otra vez nuestra soledad, pero muy pronto no sólo nos consolamos, sino que nos habituamos. Y acabamos no sólo por no echar de menos a los hijos, sino hasta por compadecer a los que los tienen.»1
¡Qué cambio de actitud tan radical el que tienen Víctor y su esposa en este capítulo de la novela titulada Niebla del ingenioso escritor español Miguel de Unamuno! Comienzan tratándose como enemigos, culpándose el uno al otro de ser estéril y, por lo tanto, de no poder tener hijos, y acaban «no sólo por no echar de menos a los hijos, sino hasta por compadecer a los que los tienen». Lo cierto es que hicieron bien al «curarse de aquello». Por una parte, no se gana nada con culpar al otro de algo que no puede remediar ni de lo que no tiene culpa alguna, y por otra, el aceptar lo que no puede cambiarse contribuye a la salud emocional de los dos como también del matrimonio. Además, según San Pablo, es cuando somos transformados mediante la renovación de nuestra mente, es decir, cuando comenzamos a pensar de un modo diametralmente distinto a lo habitual, que podemos comprobar cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida.2
1 Miguel de Unamuno, Niebla (Madrid: Ediciones Cátedra, Letras Hispánicas, 2009), pp. 176-78.
2 Ro 12:2
RED BULL: LA BEBIDA DE LA MUERTE
DEBERIAN ELIMINARLA DEL MUNDO
Mi sobrina en 3 años de Medicina quedó en coma despues de tomar RED BULL.
tres años despues todavia cae en terapia cada año, perdió sus estudios, y la enfermedad se ha confundido con todo: Lupus, Inflamacion de la Meningi, derrames cerebrales, parece que se fuera de este mundo y luego sale a fuerza de medicamentos.
la vida de sus padres es un saco de nervios y problemas.
El cerebro no es un vaso para llenar,sino una lámpara para encender La verdad sobre RED BULL, por favor,leelo
LA VERDAD SOBRE LA BEBIDA RED BULL'
Esta bebida se vende en todos los supermercados de nuestro país. Es de venta libre, está de moda, cualquiera de nosotros la puede
consumir y probarla aunque mas no sea por curiosidad. ... y puede ser mortal
RED BULL fue creado para estimular el cerebro en personas sometidas a un gran esfuerzo físico y nunca para ser consumido como una bebida inocente o refrescante. RED BULL se comercializa a nivel mundial con su slogan: 'Aumenta la resistencia física, agiliza la capacidad de concentración y la velocidad de reaccion, brinda más energía y mejora el estado de ánimo'. Todo eso se puede encontrar en una latita de RED BULL, la bebida energizante del milenio, (según sus codiciosos propietarios).
RED BULL ha logrado llegar a casi 100 paises de todo el mundo. La marca del Toro Rojo tiene como principales consumidores a jovenes y deportistas, dos segmentos atractivos que han sido cautivados por el estimulo que produce la bebida.
HISTORIA: Esta bebida fue creada por Dietrich Mateschitz, un empresario de origen austriaco, quien la descubrió en un viaje de negocios a HONG KONG, cuando trabajaba para una Empresa fabricante de cepillos de dientes.
El líquido - basado en una fórmula que contiene cafeina y taurina - causaba furor en ese país ; entonces pensó en el rotundo éxito que esta bebida tendrìa en Europa, donde todavía no existía este producto, ademas de ver una oportunidad de convertirse en Empresario.
PERO LA VERDAD DE ESTA BEBIDA ES OTRA! En Francia y Dinamarca la acaban de prohibir por ser un coctel de la muerte, debido a sus componentes de vitaminas mezcladas con GLUCURONOLACTONE.
GLUCURONOLACTONE es un químico altamente peligroso, desarrollado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en los año 60 para estimular la moral de las tropas acantonadas en VIETNAM, el cual actuaba como una droga alucinogena que calmaba el estress de la guerra. Pero sus efectos en el organismo fueron devastadores y fue descontinuada ante el alto indice de casos de migrañas, tumores cerebrales y enfermedades del hígado que mostraron los soldados que lo consumieron. Y a pesar de ello, en la lata de RED BULL se lee en sus componentes: GLUCURONALACTONE, catalogado medicamente como un estimulante. Pero lo que NO DICE la lata de RED BULL, son las consecuencias de su consumo.
ADVERTENCIAS:
1. Es peligroso tomarlo si despues no haces ejercicio físico, ya que su funcion energizante acelera el ritmo cardíaco y te puede ocasionar un INFARTO FULMINANTE.
2. Corres el peligro de sufrir una HEMORRAGIA CEREBRAL, debido a que el RED BULL contiene componentes que diluyen la sangre para que al corazón le cueste menos bombearla, y así poder hacer un esfuerzo físico con menos agotamiento.
3. Está prohibido mezclar el RED BULL con alcohol, porque la mezcla convierte la bebida en una 'bomba mortal' que ATACA DIRECTAMENTE EL HiGADO, provocando que la zona afectada no se regenere nunca más..
4. Uno de los componentes principales del RED BULL es la vitamina B12, utilizada en medicina para recuperar a pacientes que se encuentran en coma etílico (coma producido por consumo de alcohol). Es por ello que al tomarlo se produce la hipertensión y un estado de excitabilidad, como si estuvieras borracho sin haber tomado bebidas alcoholicas.
5. El Consumo regular de RED BULL desencadena la aparición de una serie de enfermedades nerviosas y neuronales irreversibles (no hay recuperación).
CONCLUSIÓN: Es una bebida que deberia prohibirse en el mundo entero. Venezuela, Republica Dominicana, Puerto Rico y otros paises del Caribe están
alertando a otras naciones, ya que la mezcla de esta bebida con alcohol crea una bomba de tiempo para el cuerpo humano, principalmente entre los adolescentes y adultos ignorantes por su poca experiencia.
Esta bebida se vende en supermercados y comercios del país y cualquiera de nosotros nuestros amigos o nuestros hijos la pueden consumir
para probarla...atraidos por la publicidad, puede ser MORTAL.
Mi sobrina en 3 años de Medicina quedó en coma despues de tomar RED BULL.
tres años despues todavia cae en terapia cada año, perdió sus estudios, y la enfermedad se ha confundido con todo: Lupus, Inflamacion de la Meningi, derrames cerebrales, parece que se fuera de este mundo y luego sale a fuerza de medicamentos.
la vida de sus padres es un saco de nervios y problemas.
El cerebro no es un vaso para llenar,sino una lámpara para encender La verdad sobre RED BULL, por favor,leelo
LA VERDAD SOBRE LA BEBIDA RED BULL'
Esta bebida se vende en todos los supermercados de nuestro país. Es de venta libre, está de moda, cualquiera de nosotros la puede
consumir y probarla aunque mas no sea por curiosidad. ... y puede ser mortal
RED BULL fue creado para estimular el cerebro en personas sometidas a un gran esfuerzo físico y nunca para ser consumido como una bebida inocente o refrescante. RED BULL se comercializa a nivel mundial con su slogan: 'Aumenta la resistencia física, agiliza la capacidad de concentración y la velocidad de reaccion, brinda más energía y mejora el estado de ánimo'. Todo eso se puede encontrar en una latita de RED BULL, la bebida energizante del milenio, (según sus codiciosos propietarios).
RED BULL ha logrado llegar a casi 100 paises de todo el mundo. La marca del Toro Rojo tiene como principales consumidores a jovenes y deportistas, dos segmentos atractivos que han sido cautivados por el estimulo que produce la bebida.
HISTORIA: Esta bebida fue creada por Dietrich Mateschitz, un empresario de origen austriaco, quien la descubrió en un viaje de negocios a HONG KONG, cuando trabajaba para una Empresa fabricante de cepillos de dientes.
El líquido - basado en una fórmula que contiene cafeina y taurina - causaba furor en ese país ; entonces pensó en el rotundo éxito que esta bebida tendrìa en Europa, donde todavía no existía este producto, ademas de ver una oportunidad de convertirse en Empresario.
PERO LA VERDAD DE ESTA BEBIDA ES OTRA! En Francia y Dinamarca la acaban de prohibir por ser un coctel de la muerte, debido a sus componentes de vitaminas mezcladas con GLUCURONOLACTONE.
GLUCURONOLACTONE es un químico altamente peligroso, desarrollado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en los año 60 para estimular la moral de las tropas acantonadas en VIETNAM, el cual actuaba como una droga alucinogena que calmaba el estress de la guerra. Pero sus efectos en el organismo fueron devastadores y fue descontinuada ante el alto indice de casos de migrañas, tumores cerebrales y enfermedades del hígado que mostraron los soldados que lo consumieron. Y a pesar de ello, en la lata de RED BULL se lee en sus componentes: GLUCURONALACTONE, catalogado medicamente como un estimulante. Pero lo que NO DICE la lata de RED BULL, son las consecuencias de su consumo.
ADVERTENCIAS:
1. Es peligroso tomarlo si despues no haces ejercicio físico, ya que su funcion energizante acelera el ritmo cardíaco y te puede ocasionar un INFARTO FULMINANTE.
2. Corres el peligro de sufrir una HEMORRAGIA CEREBRAL, debido a que el RED BULL contiene componentes que diluyen la sangre para que al corazón le cueste menos bombearla, y así poder hacer un esfuerzo físico con menos agotamiento.
3. Está prohibido mezclar el RED BULL con alcohol, porque la mezcla convierte la bebida en una 'bomba mortal' que ATACA DIRECTAMENTE EL HiGADO, provocando que la zona afectada no se regenere nunca más..
4. Uno de los componentes principales del RED BULL es la vitamina B12, utilizada en medicina para recuperar a pacientes que se encuentran en coma etílico (coma producido por consumo de alcohol). Es por ello que al tomarlo se produce la hipertensión y un estado de excitabilidad, como si estuvieras borracho sin haber tomado bebidas alcoholicas.
5. El Consumo regular de RED BULL desencadena la aparición de una serie de enfermedades nerviosas y neuronales irreversibles (no hay recuperación).
CONCLUSIÓN: Es una bebida que deberia prohibirse en el mundo entero. Venezuela, Republica Dominicana, Puerto Rico y otros paises del Caribe están
alertando a otras naciones, ya que la mezcla de esta bebida con alcohol crea una bomba de tiempo para el cuerpo humano, principalmente entre los adolescentes y adultos ignorantes por su poca experiencia.
Esta bebida se vende en supermercados y comercios del país y cualquiera de nosotros nuestros amigos o nuestros hijos la pueden consumir
para probarla...atraidos por la publicidad, puede ser MORTAL.
sábado, 9 de julio de 2011
"LA QUE PAGA LAS CONSECUENCIAS, ES LA HIJA "
«Soy un ingeniero civil, casado hace quince años, y tengo una hermosa niña.... Después de tener un matrimonio feliz, siento que se está acabando [a causa] del desempleo.... Cada vez que no tengo contratos, se me avecina una crisis, pues mi esposa cambia totalmente y se vuelve autoritaria. La que paga las consecuencias es la niña, ya que [su madre] se vuelve agresiva y descarga todas esas energías negativas hacia nosotros....
»Yo no soy un hombre mujeriego, [bebedor], ni vicioso; pero sí soy de carácter, y entro en choque con ella. Agradecería me diera luces de esperanza...»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Lamentamos mucho la dificultad que ha tenido para conseguir empleo. El desempleo provoca tensiones que afectan severamente a toda la familia. Usted dice que su esposa «cambia totalmente», por lo que deducimos que normalmente ella es afable en su trato con usted y con su hija. La presión la está dominando a tal grado que se está portando de un modo extraño.
»Busque un tiempo de calma en el que pueda conversar con su esposa cuando su hija no esté presente. Siéntese, tome la mano de ella y dígale cuánto la ama. Dígale que usted comprende que la presión está afectando a toda la familia, y que quiere que juntos busquen la solución.
»Pregúntele cómo piensa ella que la presión lo ha cambiado a usted. Escuche atentamente mientras ella habla, y no le interrumpa. Pregúntele cómo piensa ella que usted pudiera responder a esa presión de un modo más productivo. Escuche sus sugerencias y tómelas en consideración. Luego pídale que escuche mientras usted explica cómo el comportamiento de ella los ha afectado a usted y a su hija.
»No invierta tiempo describiéndole cómo se porta ella sino cómo eso hace que usted se sienta.... Dígale que... [en el futuro] usted no responderá a ningún ataque de parte de [ella]. Simplemente saldrá [con su hija del lugar del conflicto] sin decir una sola palabra. Una vez que su esposa se haya calmado, usted regresará con su hija y se portará como si nada hubiera ocurrido....
»No nos lo ha dicho específicamente, pero nos ha dado la impresión de que tanto a usted como a su esposa les cuesta trabajo controlar las palabras que se dicen. El apóstol Santiago nos da un sabio consejo con respecto a las palabras que se pronuncian a causa del enojo o de una descarga de agresividad. Él dice que la culpa de llevar a las personas a la ruina la tiene esa pequeña parte del cuerpo que llamamos la lengua. «También la lengua es un fuego, un mundo de maldad —advierte el apóstol—. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.»1
»¿Permitirá usted que su lengua prenda fuego al curso de su vida? ¿O dará más bien ejemplo a su esposa y a su hija al dominar la lengua y evitar así la destrucción total que acarrea el fuego?
»Le deseamos paz en su hogar,
1 Stg 3:6
»Yo no soy un hombre mujeriego, [bebedor], ni vicioso; pero sí soy de carácter, y entro en choque con ella. Agradecería me diera luces de esperanza...»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Lamentamos mucho la dificultad que ha tenido para conseguir empleo. El desempleo provoca tensiones que afectan severamente a toda la familia. Usted dice que su esposa «cambia totalmente», por lo que deducimos que normalmente ella es afable en su trato con usted y con su hija. La presión la está dominando a tal grado que se está portando de un modo extraño.
»Busque un tiempo de calma en el que pueda conversar con su esposa cuando su hija no esté presente. Siéntese, tome la mano de ella y dígale cuánto la ama. Dígale que usted comprende que la presión está afectando a toda la familia, y que quiere que juntos busquen la solución.
»Pregúntele cómo piensa ella que la presión lo ha cambiado a usted. Escuche atentamente mientras ella habla, y no le interrumpa. Pregúntele cómo piensa ella que usted pudiera responder a esa presión de un modo más productivo. Escuche sus sugerencias y tómelas en consideración. Luego pídale que escuche mientras usted explica cómo el comportamiento de ella los ha afectado a usted y a su hija.
»No invierta tiempo describiéndole cómo se porta ella sino cómo eso hace que usted se sienta.... Dígale que... [en el futuro] usted no responderá a ningún ataque de parte de [ella]. Simplemente saldrá [con su hija del lugar del conflicto] sin decir una sola palabra. Una vez que su esposa se haya calmado, usted regresará con su hija y se portará como si nada hubiera ocurrido....
»No nos lo ha dicho específicamente, pero nos ha dado la impresión de que tanto a usted como a su esposa les cuesta trabajo controlar las palabras que se dicen. El apóstol Santiago nos da un sabio consejo con respecto a las palabras que se pronuncian a causa del enojo o de una descarga de agresividad. Él dice que la culpa de llevar a las personas a la ruina la tiene esa pequeña parte del cuerpo que llamamos la lengua. «También la lengua es un fuego, un mundo de maldad —advierte el apóstol—. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.»1
»¿Permitirá usted que su lengua prenda fuego al curso de su vida? ¿O dará más bien ejemplo a su esposa y a su hija al dominar la lengua y evitar así la destrucción total que acarrea el fuego?
»Le deseamos paz en su hogar,
1 Stg 3:6
miércoles, 6 de julio de 2011
¿IZQUIERDISTA O DERECHISTA?
Habían nacido en la antigua Yugoslavia. Él, Bosko Breckic, era serbio y cristiano. Ella, Almira Ismic, era croata y musulmana. Las diferencias políticas, raciales, culturales y religiosas hacían imposible que ellos se hicieran amigos. Pero como el amor no discrimina, aunque eran de bandos contrarios y ambos tuvieron que chocar contra prejuicios de familiares, se conocieron, se enamoraron y se juraron amor eterno. Porque el amor es así.
No obstante, la situación política en la tierra del Danubio había deteriorado horriblemente, y en uno de los tantos tiroteos que se desataron en esa región convulsionada, Bosko Breckic y Almira Ismic se encontraron entre dos fuegos, y murieron abrazados. Así es la hostilidad, y así es el amor.
Con frecuencia flotan sobre las miasmas de la guerra y la violencia un aroma de amor y romance. Y siempre puede escribirse un poema franco e inocente donde el odio racial y la saña religiosa han vertido su furor.
¿Por qué tiene que haber tanto odio, tanto rencor y tanta matanza en el mundo? Hay rasgos de amor que resaltan aun en medio de la guerra. ¿Por qué tienen que ser manchados con sangre producida por bombas y ametralladoras?
A pesar de las diferencias entre Bosko y Almira, el amor entre ellos fue más fuerte que todas ellas. Si se les hubiera preguntado: «¿Qué vale más, los prejuicios raciales o el amor?», la respuesta categórica habría sido: «el amor».
Aun los seres más malvados y crueles del mundo tienen vestigios de amor. ¿A qué se debe, entonces, que esa virtud que Dios le dio a la humanidad se convierta en odio brutal que finalmente estalla en guerras mundiales? Por alguna razón inexplicable preferimos destruirnos a nosotros mismos, dando lugar al odio en vez del amor.
Fue en Honduras, en una rueda de prensa, donde se me preguntó si yo era izquierdista o derechista. «Por favor —les pedí—, no me encasillen así. Si soy izquierdista, debo odiar a todo derechista. Y si soy derechista, debo odiar a todo izquierdista. Y yo no quiero odiar a nadie.
»Hay una tercera postura que ustedes no están tomando en cuenta —les dije—. Es el cristianismo puro, auténtico y bíblico, el cristianismo en que Cristo es Señor absoluto de la vida. Esa postura no contempla el odio.»
No nos sigamos destruyendo. Cristo quiere darnos un nuevo corazón. Él producirá en nosotros una revolución interna total. Dejémoslo entrar.
No obstante, la situación política en la tierra del Danubio había deteriorado horriblemente, y en uno de los tantos tiroteos que se desataron en esa región convulsionada, Bosko Breckic y Almira Ismic se encontraron entre dos fuegos, y murieron abrazados. Así es la hostilidad, y así es el amor.
Con frecuencia flotan sobre las miasmas de la guerra y la violencia un aroma de amor y romance. Y siempre puede escribirse un poema franco e inocente donde el odio racial y la saña religiosa han vertido su furor.
¿Por qué tiene que haber tanto odio, tanto rencor y tanta matanza en el mundo? Hay rasgos de amor que resaltan aun en medio de la guerra. ¿Por qué tienen que ser manchados con sangre producida por bombas y ametralladoras?
A pesar de las diferencias entre Bosko y Almira, el amor entre ellos fue más fuerte que todas ellas. Si se les hubiera preguntado: «¿Qué vale más, los prejuicios raciales o el amor?», la respuesta categórica habría sido: «el amor».
Aun los seres más malvados y crueles del mundo tienen vestigios de amor. ¿A qué se debe, entonces, que esa virtud que Dios le dio a la humanidad se convierta en odio brutal que finalmente estalla en guerras mundiales? Por alguna razón inexplicable preferimos destruirnos a nosotros mismos, dando lugar al odio en vez del amor.
Fue en Honduras, en una rueda de prensa, donde se me preguntó si yo era izquierdista o derechista. «Por favor —les pedí—, no me encasillen así. Si soy izquierdista, debo odiar a todo derechista. Y si soy derechista, debo odiar a todo izquierdista. Y yo no quiero odiar a nadie.
»Hay una tercera postura que ustedes no están tomando en cuenta —les dije—. Es el cristianismo puro, auténtico y bíblico, el cristianismo en que Cristo es Señor absoluto de la vida. Esa postura no contempla el odio.»
No nos sigamos destruyendo. Cristo quiere darnos un nuevo corazón. Él producirá en nosotros una revolución interna total. Dejémoslo entrar.
martes, 5 de julio de 2011
EL ULTIMO ABISMO
El poema fue creación de un alma juvenil, confundida y traspasada de problemas. «Tinieblas —dice el primer verso—, vengan y llévenme al último abismo, donde el dolor y el odio, y la ira y la guerra, ya no queman más.»
Y siguiendo ese mismo tono, la poesía, compuesta de versos graves y tristes, termina con: «El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.» Así concluyó Elisabeth Garrison, de dieciséis años de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.
El alma del poeta se conmueve con las emociones más extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al común entre los mortales.
Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se habían entendido, y a los dieciséis años de edad, en medio de la desesperación, Elisabeth mató a su madre. Inmediatamente después, todavía en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos pedía que se le llevara al «abismo final, donde el dolor cesa. Porque —¡y qué expresión de una muchacha de apenas dieciséis años de edad!— el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.»
Ante esto nos preguntamos: ¿A qué profundidad de dolor, de desesperanza, habrá llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser más querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo más desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han caído en ese abismo.
Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperación nos ahoga, ese es el momento de clamar: «¡Señor, te necesito; por favor, ayúdame!»
El salmista David sufrió, así también, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: «¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.» Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: «Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto... ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!»
Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que lo busquemos con toda sinceridad, Él siempre nos responderá. Pongamos nuestra confianza en Dios. Él jamás nos defraudará.
Salmo 7
Y siguiendo ese mismo tono, la poesía, compuesta de versos graves y tristes, termina con: «El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.» Así concluyó Elisabeth Garrison, de dieciséis años de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.
El alma del poeta se conmueve con las emociones más extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al común entre los mortales.
Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se habían entendido, y a los dieciséis años de edad, en medio de la desesperación, Elisabeth mató a su madre. Inmediatamente después, todavía en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos pedía que se le llevara al «abismo final, donde el dolor cesa. Porque —¡y qué expresión de una muchacha de apenas dieciséis años de edad!— el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.»
Ante esto nos preguntamos: ¿A qué profundidad de dolor, de desesperanza, habrá llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser más querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo más desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han caído en ese abismo.
Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperación nos ahoga, ese es el momento de clamar: «¡Señor, te necesito; por favor, ayúdame!»
El salmista David sufrió, así también, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: «¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.» Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: «Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto... ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!»
Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que lo busquemos con toda sinceridad, Él siempre nos responderá. Pongamos nuestra confianza en Dios. Él jamás nos defraudará.
Salmo 7
sábado, 2 de julio de 2011
«QUISIERA HABER LLEGADO A TIEMPO PARA PEDIR PERDON»
«Mañana hace cuatro años mi padre murió en un accidente de tránsito. Cuando llegué al lugar, ya mi padre yacía inerte en la calle.... No tuve tiempo de despedirme de él, y esto me hace sufrir muchísimo. La noche [anterior] hablé con él por teléfono. [Él] estaba en una fiesta familiar a la que [yo] no pude asistir, y sus palabras al terminar la conversación fueron: “Todo estuvo bien; sólo me hiciste falta tú. Te amo.” En ese momento había gente a mi alrededor y me dio vergüenza contestarle: “Yo también te amo.” Aunque muchas veces se lo dije personalmente, no me perdono el no habérselo dicho esa noche, pues cuando vi a mi padre de nuevo ya era como una piedra fría que no me podía escuchar.
»Hoy, después de cuatro años, sigo con ese dolor en el corazón que me destruye el pecho, pues quisiera haber llegado a tiempo para pedirle perdón por no haber contestado a su “Te amo” con un “Yo igual” [y] para repetirle, como otras veces: “¡Yo también te amo, papito!”»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Usted no nos dice si ya tiene hijos. El tener hijos es una experiencia que le enseña a uno muchas cosas. Una de las primeras es que un niño pequeño se niega a abrazar y a besar a sus padres sin razón aparente. A un niño de cinco años le dará un berrinche y tratará de alejarse del padre que lo esté obligando a hacer algo que no quiere hacer. [Y] un niño de nueve años es capaz de gritar: “¡Te odio!” cuando su padre o su madre lo castiga....
»Dios les da a los padres la oportunidad de tener a sus hijos por unos veinte años para vivir y aprender al lado de ellos. Los padres perdonan a sus hijos, aun cuando éstos no les pidan perdón, porque los aman. La relación entre padres e hijos no puede medirse por un solo momento o por una sola conversación. Es la suma de los años en que se ha ido formando un vínculo afectivo cada vez más estrecho que no se quiebra sólo por una o dos o tres ocasiones en las que la conversación no se dio por terminada con mutuas manifestaciones de afecto.
»Durante la última conversación que usted sostuvo con su padre, él probablemente notó que había personas a su alrededor. Él sabía que usted lo amaba de todo corazón no obstante las palabras que pronunciara. Le aseguramos que él ni lo pensó dos veces cuando colgó el teléfono. Quería más bien que usted supiera que él estaba pensando en usted aunque usted no pudiera acompañarlo....
»Nuestro Padre celestial es el mejor ejemplo que tenemos de amor paternal. Él nos amó aun antes de que naciéramos.1 Nos amó sabiendo que lo heriríamos y lo rechazaríamos. Y nos ama hoy aun cuando no hacemos el menor esfuerzo por pasar tiempo juntos o hablar con él mediante la oración. Nos ama de todos modos, así como aquel hombre a quien usted tuvo la bendición de llamar su padre.
»Con afecto fraternal,
»Hoy, después de cuatro años, sigo con ese dolor en el corazón que me destruye el pecho, pues quisiera haber llegado a tiempo para pedirle perdón por no haber contestado a su “Te amo” con un “Yo igual” [y] para repetirle, como otras veces: “¡Yo también te amo, papito!”»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Usted no nos dice si ya tiene hijos. El tener hijos es una experiencia que le enseña a uno muchas cosas. Una de las primeras es que un niño pequeño se niega a abrazar y a besar a sus padres sin razón aparente. A un niño de cinco años le dará un berrinche y tratará de alejarse del padre que lo esté obligando a hacer algo que no quiere hacer. [Y] un niño de nueve años es capaz de gritar: “¡Te odio!” cuando su padre o su madre lo castiga....
»Dios les da a los padres la oportunidad de tener a sus hijos por unos veinte años para vivir y aprender al lado de ellos. Los padres perdonan a sus hijos, aun cuando éstos no les pidan perdón, porque los aman. La relación entre padres e hijos no puede medirse por un solo momento o por una sola conversación. Es la suma de los años en que se ha ido formando un vínculo afectivo cada vez más estrecho que no se quiebra sólo por una o dos o tres ocasiones en las que la conversación no se dio por terminada con mutuas manifestaciones de afecto.
»Durante la última conversación que usted sostuvo con su padre, él probablemente notó que había personas a su alrededor. Él sabía que usted lo amaba de todo corazón no obstante las palabras que pronunciara. Le aseguramos que él ni lo pensó dos veces cuando colgó el teléfono. Quería más bien que usted supiera que él estaba pensando en usted aunque usted no pudiera acompañarlo....
»Nuestro Padre celestial es el mejor ejemplo que tenemos de amor paternal. Él nos amó aun antes de que naciéramos.1 Nos amó sabiendo que lo heriríamos y lo rechazaríamos. Y nos ama hoy aun cuando no hacemos el menor esfuerzo por pasar tiempo juntos o hablar con él mediante la oración. Nos ama de todos modos, así como aquel hombre a quien usted tuvo la bendición de llamar su padre.
»Con afecto fraternal,
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