“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre....”
Gálatas 6:1
Hace algunos años, un compañero de la facultad, que era cristiano, cometió un pecado muy grave. Pensando en el tremendo escándalo que sería. El día en que se supo la noticia, un miembro de la facultad reunió en la capilla y nos contó lo que había sucedido. Después leyó un pasaje de Gálatas: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.
El camino de Cristo es este, afirma Pablo: arrepentimiento, perdón, aceptación y restauración. Debemos restaurar al hermano que cayó, no con espíritu de condenación, sino con espíritu de humildad. El cristiano no puede abandonar o despreciar al pecador – darle la espalda, sentirse superior, ni apuntarle con el dedo. Por el contrario, debe acercarse y ayudarlo a pararse nuevamente.
Fue eso exactamente lo que el Señor Jesús hizo por nosotros. Él se inclinó y nos extendió la mano, cuando estábamos muertos en delitos y pecados. Nosotros, que somos espirituales, no podemos ser diferentes. Por otro lado, dice Pablo, puede llegar el día que en que nosotros mismos necesitemos ser restaurados... y Dios quiera que en ese momento encontremos personas espiritualmente maduras, que aman.
Piensa
Debemos restaurar al hermano que cayó, no con espíritu de condenación, sino con espíritu de humildad.
Ora
Padre misericordioso, que siempre nos das la mano, mantén encendida la lámpara de la fe, restaura nuestras vidas y haznos instrumentos de amor para con nuestro prójimo. En nombre de Cristo Jesús.Amén.
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