Efesios 6 : 4
CUANDO COMENZAMOS NUESTRA VIDA CONCIENTE EN UN AÁMBITO FAMILIAR, NUESTRA MIRADA A LOS PADRES, GENERALEMENTE, ES DE ADMIRACIÓN, POR ELLO, LOS NIÑOS QUIEREN SER COMO LOS PADRES Y LOS TIENEN COMO SUPERHÉROES. LUEGO QUE LLEGAMOS A LA ADOLESCENCIA, NUESTRA MIRADA CAMBIA Y EN VEZ DE ADMIRAR, CRITICAMOS A NUESTROS PADRES POR QUE NO NOS DEJAN EJERCER EL LIBRE DERECHO DE HACER LO QUE QUEREMOS. CUANDO LLEGAMOS A LA JUVENTUD, TOMAMOS LA DECISIÓN DE NO TENER A NUESTROS PADRES EN CUENTA EN NUESTRAS DECISIONES. PERO CUANDO LLEGAMOS A SER PADRES, NUESTRA MANERA DE PENSAR CAMBIA Y SOLO QUEREMOS QUE NUESTROS HIJOS LLEGUEN A SER LOS MEJORES PARA LA SOCIEDAD. ESTOY CONVENCIDO QUE ESO QUERÍAN MIS PADRES Y MUY POSIBLEMENTE LOS TUYOS.
PERO ES NECESARIO DISCIPLINAR Y AMONESTAR CUANDO NO HACEN LO CORRECTO O SE ESTAN DESVIANDO DEL CAMINO CORRECTO. LA ENORME DIFERENCIA ES COMO LO HACEMOS Y LA PALABRA DE DIOS NOS DICE QUE TENEMOS QUE HACERLO SIN PROVOCAR LA IRA DE ELLOS. ES NECESARIO QUE NUESTROS HIJOS SEPAN QUE LOS AMAMOS AUN EN EL MOMENTO DE LA DISCIPLINA Y DE LA AMONESTACIÓN. UN GRAN AUTOR CRISTIANO DECÍA: CUANDO VAMOS A CASTIGAR A NUESTROS HIJOS, DEBEMOS PREGUNTARLES ANTES 3 COSAS:
1. TU SABES QUE TE AMO. POR QUE ESTO LE DEMUSTRA QUE NO FUE UN ACCIDENTE, SINO UN SER HUMANO DESEADO Y AMADO Y QUE EL CASTIGO ES PARA SU BIEN.
2. TU SABES QUE AMO A TU MADRE. POR QUE ESTO LE DEMUSTRA QUE EL AMOR FUE LA RAZON DE SU LLEGADA Y NO EL ACCIDENTE CON EL METODO DE PLANIFICAR.
3. TE GUSTARÍA TENER UN HOGAR COMO EL NUESTRO. POR QUE EL SABRÁ QUE LA AMONESTACIÓN ES POR AMOR A ÉL Y NO POR ODIO Y SABRA QUE DEBE HACER LO MISMO CUANDO TENGA SUS PROPIOS HIJOS.
SI LA RESPUESTA ES NEGATIVA EN CUALQUIERA DE LAS 3 PREGUNTAS, EL CASTIGO SERÁ PARA DAÑO, PUES EL PENSARÁ QUE NO ES AMADO Y ESTO PROVOCARÁ SU IRA.
AMONESTEMOS A NUSTROS HIJOS, CON EL AMOR Y LA SABIDURÍA QUE TIENE NUESTRO PADRE CELESTIAL CUANDO LO HACE CON NOSOTROS. ABRACEMOS ESTA SEMANA A NUESTROS HIJOS Y EXPRESÉMOSLES CUANTO LOS AMAMOS.
QUE DIOS LOS BENGIGA.
CESAR
lunes, 31 de mayo de 2010
viernes, 28 de mayo de 2010
«MI ESPOSO... ME DA MIEDO»
«Tengo dieciséis años. Ya voy a cumplir un año de casada. Hace aproximadamente cuatro meses [que] mi esposo me golpea.... Él antes no era así, y hay veces que me da miedo. Me mete en la [ducha] con agua fría cuando él está muy enojado conmigo.... Me cela mucho y se enoja por nada. Él teme que [quede embarazada], y [a veces] me presiona el estomago.... No me gusta que me abofetee o me agarre del cabello. Hay veces en las que no puedo llorar de la impotencia de no poder hacer nada, y me siento como si yo fuera un artículo sexual solamente....
»Yo vengo de una familia en donde mis padres me golpeaban y me gritaban también. Estoy muy desilusionada. Hay veces en las que no sé qué hacer con mi vida.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Es muy probable que una de las razones principales por las que usted quería casarse a tan temprana edad era la de escapar del abuso de sus padres. Sin embargo, en lugar de mejorar su situación, lo que hizo fue empeorarla....
»En ciertos países, el abuso cometido por parte de su esposo se calificaría como violencia conyugal, y podría costarle que lo encarcelen por agredirla a usted físicamente. No estamos al tanto de las leyes que rigen en el país en que vive usted, pero le sería provechoso investigar a ver si su sistema judicial le brinda alguna protección. Aunque usted ama a su esposo y es probable que no quisiera que a él se le acuse de un delito, el llamar a la policía pudiera ser la mejor manera de evitar que él la maltrate aún más de lo que ya lo ha hecho....
»Luego de golpearla, su esposo seguramente le dice que lo lamenta y que no volverá a hacerlo. Tal vez le haga promesas y le ruegue que lo perdone. Y es posible que de veras esté arrepentido; pero sepa que él volverá a golpearla, [y tal vez hasta llegue a matarla]. Después de todo, lo más probable es que le haya lavado el cerebro a tal grado que la ha convencido de que usted de alguna manera tiene la culpa de ese maltrato y que usted es una fracasada y una inútil sin él. Así que, cuando él quebrante sus promesas y vuelva a golpearla, ¡él se habrá convencido de que la culpa la tiene usted!
»Muchas personas se equivocan al creer que Dios quiere que una esposa físicamente maltratada siga viviendo en casa con su agresor.... Nosotros, por el contrario, creemos que Dios le ha dado a usted la capacidad intelectual y el instinto físico de protegerse siempre que sea posible. Si el estar sola con su esposo da como resultado el maltrato físico, entonces usted no debe estar sola con él. ¿Tiene a un familiar o a una amiga que la acoja en su casa? Le rogamos que haga lo que esté a su alcance para evitar que su esposo vuelva a maltratarla de ese modo....
»A Dios le interesa su situación, como también nos interesa a nosotros.
»Yo vengo de una familia en donde mis padres me golpeaban y me gritaban también. Estoy muy desilusionada. Hay veces en las que no sé qué hacer con mi vida.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Es muy probable que una de las razones principales por las que usted quería casarse a tan temprana edad era la de escapar del abuso de sus padres. Sin embargo, en lugar de mejorar su situación, lo que hizo fue empeorarla....
»En ciertos países, el abuso cometido por parte de su esposo se calificaría como violencia conyugal, y podría costarle que lo encarcelen por agredirla a usted físicamente. No estamos al tanto de las leyes que rigen en el país en que vive usted, pero le sería provechoso investigar a ver si su sistema judicial le brinda alguna protección. Aunque usted ama a su esposo y es probable que no quisiera que a él se le acuse de un delito, el llamar a la policía pudiera ser la mejor manera de evitar que él la maltrate aún más de lo que ya lo ha hecho....
»Luego de golpearla, su esposo seguramente le dice que lo lamenta y que no volverá a hacerlo. Tal vez le haga promesas y le ruegue que lo perdone. Y es posible que de veras esté arrepentido; pero sepa que él volverá a golpearla, [y tal vez hasta llegue a matarla]. Después de todo, lo más probable es que le haya lavado el cerebro a tal grado que la ha convencido de que usted de alguna manera tiene la culpa de ese maltrato y que usted es una fracasada y una inútil sin él. Así que, cuando él quebrante sus promesas y vuelva a golpearla, ¡él se habrá convencido de que la culpa la tiene usted!
»Muchas personas se equivocan al creer que Dios quiere que una esposa físicamente maltratada siga viviendo en casa con su agresor.... Nosotros, por el contrario, creemos que Dios le ha dado a usted la capacidad intelectual y el instinto físico de protegerse siempre que sea posible. Si el estar sola con su esposo da como resultado el maltrato físico, entonces usted no debe estar sola con él. ¿Tiene a un familiar o a una amiga que la acoja en su casa? Le rogamos que haga lo que esté a su alcance para evitar que su esposo vuelva a maltratarla de ese modo....
»A Dios le interesa su situación, como también nos interesa a nosotros.
jueves, 27 de mayo de 2010
AUN EN LA BASURA NACE EL AMOR
Eran dos montones de basura. Dos montones de sufrimiento. Dos montones de fracaso. Dos montones de abandono. Él se llamaba Juan Bojorque, y tenía sesenta y un años de edad. Ella, Sandy Estrada, y tenía cincuenta y uno. Ambos vivían en los basureros de una de las capitales del mundo.
Desocupados los dos, marginados los dos, sin recursos los dos, se juntaron para calentarse una noche de frío, y allí nació el amor; porque el amor puede nacer en cualquier parte, incluso en un basurero. Unos meses después, el clérigo Lorenzo Martín los unió en matrimonio. «El amor es como un lirio —expresó el sacerdote—. Puede nacer aun en el fango.»
Caso interesante. Dos personas, arrojadas a los basureros por los fracasos de la vida, sin dinero, sin empleo, sin esperanza, se conocen una noche de intenso frío. Con sólo mirarse a los ojos ya saben que, para siempre, serán el uno para el otro. Y al fin se casan, delante de Dios y de la ley. Seguirán, quizá, sufriendo las desventuras de la vida, pero como marido y mujer.
El amor no siempre nace en lujosos salones, bailando valses vieneses y bebiendo champaña francesa. Es interesante que el proverbista Salomón ya había previsto el hecho de que la pobreza no es obstáculo para amarse. He aquí sus palabras: «Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio» (Proverbios 15:17).
Juan Bojorque y Sandy Estrada tal vez siguieran comiendo las legumbres marchitas que encontraran en los desperdicios de los restaurantes, pero se amaban, y por eso les sabría como faisán al horno.
El amor es la esencia de la vida. Desgraciadamente el amor bueno e inmutable ha perdido su lugar en una sociedad donde la lascivia y la lujuria predominan. Pero no ha perdido, ni puede nunca perder, su refulgencia y su gloria, precisamente por su carácter íntegro, puro y santo.
Amor así no viene por sí solo. Hay que cultivarlo y hay que sustentarlo. Pero ese es el amor que une profundamente al hombre y a la mujer, que dignifica el matrimonio y que honra a Dios. Es también el amor que sobrelleva la enfermedad, que soporta la pobreza y que sobrevive toda tempestad.
A todo esposo y a toda esposa les conviene vivir esa clase de amor. Dios quiere que el amor de toda pareja sea así, y Él desea, intensamente, dárselo a cada una. Él hará que su matrimonio sea uno de armonía y permanencia, y transformará su unión en remanso de paz. Pero los dos cónyuges, juntos, tienen que desearlo y pedirlo. Más vale que lo hagan hoy mismo.
Desocupados los dos, marginados los dos, sin recursos los dos, se juntaron para calentarse una noche de frío, y allí nació el amor; porque el amor puede nacer en cualquier parte, incluso en un basurero. Unos meses después, el clérigo Lorenzo Martín los unió en matrimonio. «El amor es como un lirio —expresó el sacerdote—. Puede nacer aun en el fango.»
Caso interesante. Dos personas, arrojadas a los basureros por los fracasos de la vida, sin dinero, sin empleo, sin esperanza, se conocen una noche de intenso frío. Con sólo mirarse a los ojos ya saben que, para siempre, serán el uno para el otro. Y al fin se casan, delante de Dios y de la ley. Seguirán, quizá, sufriendo las desventuras de la vida, pero como marido y mujer.
El amor no siempre nace en lujosos salones, bailando valses vieneses y bebiendo champaña francesa. Es interesante que el proverbista Salomón ya había previsto el hecho de que la pobreza no es obstáculo para amarse. He aquí sus palabras: «Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio» (Proverbios 15:17).
Juan Bojorque y Sandy Estrada tal vez siguieran comiendo las legumbres marchitas que encontraran en los desperdicios de los restaurantes, pero se amaban, y por eso les sabría como faisán al horno.
El amor es la esencia de la vida. Desgraciadamente el amor bueno e inmutable ha perdido su lugar en una sociedad donde la lascivia y la lujuria predominan. Pero no ha perdido, ni puede nunca perder, su refulgencia y su gloria, precisamente por su carácter íntegro, puro y santo.
Amor así no viene por sí solo. Hay que cultivarlo y hay que sustentarlo. Pero ese es el amor que une profundamente al hombre y a la mujer, que dignifica el matrimonio y que honra a Dios. Es también el amor que sobrelleva la enfermedad, que soporta la pobreza y que sobrevive toda tempestad.
A todo esposo y a toda esposa les conviene vivir esa clase de amor. Dios quiere que el amor de toda pareja sea así, y Él desea, intensamente, dárselo a cada una. Él hará que su matrimonio sea uno de armonía y permanencia, y transformará su unión en remanso de paz. Pero los dos cónyuges, juntos, tienen que desearlo y pedirlo. Más vale que lo hagan hoy mismo.
domingo, 23 de mayo de 2010
UN INCENDIO INÚTIL-NO ACTUAR CON HONESTIDAD
Las calificaciones estaban ahí y eran malas. Malas debido a la desidia, la dejadez y la holgazanería. Si sus padres veían esas malas notas escolares, habría fuertes castigos y no habría vacaciones.
Así que los dos muchachos, ambos de doce años de edad, no hallaron mejor medio de eliminar sus notas que prenderle fuego al escritorio de la maestra. El fuego consumió todo el mueble y aún más, causando daños por dos mil quinientos dólares. Pero el incendio no dio resultado. La maestra había archivado las notas electrónicamente en el sistema computarizado de la escuela.
De este incidente se desprenden varias lecciones. La primera es que si un escolar no se aplica en sus lecciones, ni le dedica tiempo a la lectura de los libros de texto ni atiende seriamente a las enseñanzas de la maestra, no puede sacar buenas notas en los exámenes. Y es posible que sufra los efectos el resto de su vida.
La segunda lección es que la ira es siempre mala consejera, y jugar con fuego es siempre peligroso. La quemazón del mueble pudo haber provocado un incendio con peores consecuencias, causando grandes daños personales. Esto ocurre en muchos casos.
La tercera lección que aprendemos es que quemar un mal informe no soluciona el problema de fondo, que es la falta de honestidad. Esa tendencia tendrá repercusiones perjudiciales toda la vida.
La cuarta lección que nos enseña es que con las computadoras y sus bases de datos, que almacenan todos los datos con más seguridad que cualquier caja fuerte, es inútil quemar documentos comprometedores. Una mala nota documentada no se borra quemando papeles si hay un sistema seguro que la tiene archivada.
La quinta lección es que lo que no ven los maestros, lo ve Dios. Y Dios tiene su manera de marcar permanentemente en nuestra conciencia todas nuestras maldades. No hay lugar en todo el universo donde podamos escondernos de nuestra conciencia. A esta poderosa lección la respalda el principio bíblico que dice: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7).
Cualquiera que quebrante las leyes morales de Dios, sea niño o adulto, pequeño o grande, iletrado o sabio, pagará las consecuencias. Tarde o temprano la computadora divina revelará todas nuestras infracciones. Y tras esa revelación compareceremos, irremisiblemente, ante el Juez divino.
Sometamos, pues, nuestra voluntad al señorío de Jesucristo. Él desea ser nuestro Salvador. No lo ignoremos. No tratemos de eludir sus leyes. Humillémonos, más bien, ante Cristo en contrito arrepentimiento. Él será nuestro fiel amigo.
Así que los dos muchachos, ambos de doce años de edad, no hallaron mejor medio de eliminar sus notas que prenderle fuego al escritorio de la maestra. El fuego consumió todo el mueble y aún más, causando daños por dos mil quinientos dólares. Pero el incendio no dio resultado. La maestra había archivado las notas electrónicamente en el sistema computarizado de la escuela.
De este incidente se desprenden varias lecciones. La primera es que si un escolar no se aplica en sus lecciones, ni le dedica tiempo a la lectura de los libros de texto ni atiende seriamente a las enseñanzas de la maestra, no puede sacar buenas notas en los exámenes. Y es posible que sufra los efectos el resto de su vida.
La segunda lección es que la ira es siempre mala consejera, y jugar con fuego es siempre peligroso. La quemazón del mueble pudo haber provocado un incendio con peores consecuencias, causando grandes daños personales. Esto ocurre en muchos casos.
La tercera lección que aprendemos es que quemar un mal informe no soluciona el problema de fondo, que es la falta de honestidad. Esa tendencia tendrá repercusiones perjudiciales toda la vida.
La cuarta lección que nos enseña es que con las computadoras y sus bases de datos, que almacenan todos los datos con más seguridad que cualquier caja fuerte, es inútil quemar documentos comprometedores. Una mala nota documentada no se borra quemando papeles si hay un sistema seguro que la tiene archivada.
La quinta lección es que lo que no ven los maestros, lo ve Dios. Y Dios tiene su manera de marcar permanentemente en nuestra conciencia todas nuestras maldades. No hay lugar en todo el universo donde podamos escondernos de nuestra conciencia. A esta poderosa lección la respalda el principio bíblico que dice: «Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7).
Cualquiera que quebrante las leyes morales de Dios, sea niño o adulto, pequeño o grande, iletrado o sabio, pagará las consecuencias. Tarde o temprano la computadora divina revelará todas nuestras infracciones. Y tras esa revelación compareceremos, irremisiblemente, ante el Juez divino.
Sometamos, pues, nuestra voluntad al señorío de Jesucristo. Él desea ser nuestro Salvador. No lo ignoremos. No tratemos de eludir sus leyes. Humillémonos, más bien, ante Cristo en contrito arrepentimiento. Él será nuestro fiel amigo.
viernes, 21 de mayo de 2010
«PARA HACERLE UN FAVOR»
Las discusiones eran continuas. Cada vez que se veían, tras unos momentos de charla cariñosa, comenzaban las desavenencias. Se amaban, pero al tocar cierto punto, ahí comenzaba la tormenta.
Un día, el joven, Ricardo Lallis, de veintiséis años de edad, no aguantó más, y en un rapto de locura mató a su novia Andrea Young. Cuando a los tres días fue detenido, Ricardo les dijo a los detectives: «La maté para hacerle un favor. La amaba, pero era la única manera de librarla del infierno de la cocaína.»
Ricardo les relató a los detectives que durante muchos meses había estado tratando de convencerla, con toda clase de argumentos, de que dejara el vicio. La joven le hacía promesas de enmienda y, por momentos, parecía estar libre, pero luego volvía a caer.
Para Ricardo cada caída era un nuevo golpe, una nueva desilusión, un nuevo dolor. Fue así como un día se le metió en la cabeza esa idea atroz de eliminarla de su adicción. Se convenció de que la muerte era la única solución para Andrea. Lo demás es historia. Pero, ¿solucionó algo Ricardo con quitarle la vida a su novia? Al contrario. La perdió a ella, y perdió su propia libertad.
Matar a una persona no es nunca la solución. Es la derrota más grande de la vida. Es cortar por la mitad una vida que, de esperar con paciencia, pudiera haber sido brillante y victoriosa. Aparte del daño irreparable que causa la muerte prematura, está el daño y el dolor que se les causa a los que están cerca, ya sean parientes o amigos íntimos.
Y hay otro factor. Toda persona, al partir de esta vida, se enfrenta al instante con Dios, el Juez Supremo. Y el que parte a la eternidad sin Cristo no está aún preparado para ese encuentro eterno.
La buena noticia es que hay una solución para el problema de la drogadicción así como para todo problema de esta vida. Esa solución es Cristo. Él tiene el poder para librar a cualquier persona de cualquier vicio, y no sólo de cualquier vicio sino de sus depresiones, sus congojas, sus tristezas y sus fracasos.
Es posible librarnos de toda especie de mal, porque hay poder en Jesucristo. Si nos sometemos al Todopoderoso Salvador, esa entrega nos librará de las garras del diablo. Ninguno de nosotros tiene que ser esclavo del pecado. Cristo ya compró nuestra salvación. Aceptémosla hoy mismo.
Un día, el joven, Ricardo Lallis, de veintiséis años de edad, no aguantó más, y en un rapto de locura mató a su novia Andrea Young. Cuando a los tres días fue detenido, Ricardo les dijo a los detectives: «La maté para hacerle un favor. La amaba, pero era la única manera de librarla del infierno de la cocaína.»
Ricardo les relató a los detectives que durante muchos meses había estado tratando de convencerla, con toda clase de argumentos, de que dejara el vicio. La joven le hacía promesas de enmienda y, por momentos, parecía estar libre, pero luego volvía a caer.
Para Ricardo cada caída era un nuevo golpe, una nueva desilusión, un nuevo dolor. Fue así como un día se le metió en la cabeza esa idea atroz de eliminarla de su adicción. Se convenció de que la muerte era la única solución para Andrea. Lo demás es historia. Pero, ¿solucionó algo Ricardo con quitarle la vida a su novia? Al contrario. La perdió a ella, y perdió su propia libertad.
Matar a una persona no es nunca la solución. Es la derrota más grande de la vida. Es cortar por la mitad una vida que, de esperar con paciencia, pudiera haber sido brillante y victoriosa. Aparte del daño irreparable que causa la muerte prematura, está el daño y el dolor que se les causa a los que están cerca, ya sean parientes o amigos íntimos.
Y hay otro factor. Toda persona, al partir de esta vida, se enfrenta al instante con Dios, el Juez Supremo. Y el que parte a la eternidad sin Cristo no está aún preparado para ese encuentro eterno.
La buena noticia es que hay una solución para el problema de la drogadicción así como para todo problema de esta vida. Esa solución es Cristo. Él tiene el poder para librar a cualquier persona de cualquier vicio, y no sólo de cualquier vicio sino de sus depresiones, sus congojas, sus tristezas y sus fracasos.
Es posible librarnos de toda especie de mal, porque hay poder en Jesucristo. Si nos sometemos al Todopoderoso Salvador, esa entrega nos librará de las garras del diablo. Ninguno de nosotros tiene que ser esclavo del pecado. Cristo ya compró nuestra salvación. Aceptémosla hoy mismo.
conversaciones con la Palabra de Dios sobre hombres
Números 22, 23 y 24 nos habla de la Historia de Balaam y la intención de Balac hijo de Zipor, para maldecir al pueblo de Israel.
Muchos han supuesto en esta lectura que esto es una Fábula, por que solo en un relato de éste tipo, un animal puede hablar. Pero si recordamos lo que la misma Palabta de Dios dice que "para Dios no hay nada IMPOSIBLE", tenemos que creer que la asna, si oyó, vió y obedeció al ANGEL DE JEHOVÁ. Lo más destacado de todo esto, no es que la asna hablara, o que la asna viera al angel, lo más importante y destacable, es que la maldición de un hombre para un pueblo, ATRAVÉZ DE UN PROFETA DE DIOS, se convirtió en una BENDICIÓN PARA ESE PUEBLO DE DIOS, ATRAVÉZ DEL MISMO PROFETA. La actitud de Balaam de permitir que se negociara una maldición, criticada más adelante en las escrituras del nuevo testamento ( 2ª de Pedro 2:15), fue cambiada por el mismop JEHOVÁ, para que el mismo profeta declarará la BENDFICIÓN para el pueblo de israel.
Si bien la narración es llamativa y entretenida, debemos destacar que la narración nos deja una clara enseñanza para nuestra vida de varones Santos, Servidores de Cristo y Sacerdotes de nuestro hogar: UN VARÓN EN EMINENCIA COMO LO ES UN PADRE O UN LIDER, NUNCA,BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, DEBE INTENTAR MALDECIR, SINO SOLO BENDECIR. Santigo dice que " de una misma boca procede bendición y maldición. hermanos mios, ESTO NO DEBE SER ASÍ" ( Sant 3:10 ).
Nuestra boca solo esta hecha por Dios para bendecir a quienes nos rodean, nos aman y aun nos odian.
Que el Dios todo Poderoso, les de la paz en ÉL.
Cesar Hernandez herrera
Muchos han supuesto en esta lectura que esto es una Fábula, por que solo en un relato de éste tipo, un animal puede hablar. Pero si recordamos lo que la misma Palabta de Dios dice que "para Dios no hay nada IMPOSIBLE", tenemos que creer que la asna, si oyó, vió y obedeció al ANGEL DE JEHOVÁ. Lo más destacado de todo esto, no es que la asna hablara, o que la asna viera al angel, lo más importante y destacable, es que la maldición de un hombre para un pueblo, ATRAVÉZ DE UN PROFETA DE DIOS, se convirtió en una BENDICIÓN PARA ESE PUEBLO DE DIOS, ATRAVÉZ DEL MISMO PROFETA. La actitud de Balaam de permitir que se negociara una maldición, criticada más adelante en las escrituras del nuevo testamento ( 2ª de Pedro 2:15), fue cambiada por el mismop JEHOVÁ, para que el mismo profeta declarará la BENDFICIÓN para el pueblo de israel.
Si bien la narración es llamativa y entretenida, debemos destacar que la narración nos deja una clara enseñanza para nuestra vida de varones Santos, Servidores de Cristo y Sacerdotes de nuestro hogar: UN VARÓN EN EMINENCIA COMO LO ES UN PADRE O UN LIDER, NUNCA,BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, DEBE INTENTAR MALDECIR, SINO SOLO BENDECIR. Santigo dice que " de una misma boca procede bendición y maldición. hermanos mios, ESTO NO DEBE SER ASÍ" ( Sant 3:10 ).
Nuestra boca solo esta hecha por Dios para bendecir a quienes nos rodean, nos aman y aun nos odian.
Que el Dios todo Poderoso, les de la paz en ÉL.
Cesar Hernandez herrera
CONVERSACIONES CON LA PALABRA DE DIOS SOBRE HOMBRES
En Mateo 25:14 - 15 leemos que Jesús narra una parabola a sus discípulos sobre los talentos, pero hay dos palabras que necesitamos hoy comprender cuando buscamos la santidad, el servicio a Dios y el sacerdocio.
La primera Palabra es "SIERVOS" : Jesús narra que el Reino de los Cielos ES COMO un hombre (JESUCRISTO) que se fue lejos ( A LA DIESTRA DEL PADRE HASTA SU SEGUNDA VENIDA ) y llamó a sus siervos; note que no llamó a cualquiera, no llamo al que pasaba, llamó a sus siervos, es decir, a quienes le servian y a quienes Él CONOCIA, por que la Palabra dice que " y cada uno CONFORME a su CAPACIDAD". El siervo no demuestra su capacidad cuando es llamado,, demuestra su capacidad antes de ser llamado, cuando es llamado y cuando está sirviendo. La capacidad en las manos de Dios, no solo depende del don regalado, sino del deseo de corazón de servir al Señor. Un verdadero siervo de Dios, está dispuesto a entregarlo todos por el Señor que lo llamó. Hay que amar la obra y amar al Dios de la obra. Note en el versículo 15, que el Señor, entregó a cada uno, una cantidad de Talentos diferente según lo que Él vió en cada uno, segun lo que había visto, era su capacidad de administrar. Dios no te entrega, lo que no eres capaz de administrar para Él, de ahí que nuestras disculpas, no le son validas.
La segunda Palabra es "ENTREGAR". El verbo expresa, no solamente darle, sino poner en sus manos un bien con la responsabilidad que tiene el tenerla como suya SIN SERLO. Cuando los dos primeros siervos hacen BUEN uso de los bienes del señor, éste les felicita y los llama "BUEN SIERVO Y FIEL", dandoles una promesa, pero cuando el tercero solo entrega el talento NO BIEN UTILIZADO, el señor lo llama "SIERVO MALO Y NEGLIGENTE", dándole un castigo inmediato. Cuando Dios nos entrega sus REDIMIDOS, LAS OVEJAS DE SU PRADO y LOS TALENTOS PARA MANEJARLAS, debemos procurar CUIdarlos con amor, entrega y dedicación, además de celo. Cuando JESÚS nos entrega sus hermanos, es nuestro, responsabilizarnos de ellos
Les amo en el Señor, Dios los Bendiga ricamente.
Cesar Hernandez herrera
La primera Palabra es "SIERVOS" : Jesús narra que el Reino de los Cielos ES COMO un hombre (JESUCRISTO) que se fue lejos ( A LA DIESTRA DEL PADRE HASTA SU SEGUNDA VENIDA ) y llamó a sus siervos; note que no llamó a cualquiera, no llamo al que pasaba, llamó a sus siervos, es decir, a quienes le servian y a quienes Él CONOCIA, por que la Palabra dice que " y cada uno CONFORME a su CAPACIDAD". El siervo no demuestra su capacidad cuando es llamado,, demuestra su capacidad antes de ser llamado, cuando es llamado y cuando está sirviendo. La capacidad en las manos de Dios, no solo depende del don regalado, sino del deseo de corazón de servir al Señor. Un verdadero siervo de Dios, está dispuesto a entregarlo todos por el Señor que lo llamó. Hay que amar la obra y amar al Dios de la obra. Note en el versículo 15, que el Señor, entregó a cada uno, una cantidad de Talentos diferente según lo que Él vió en cada uno, segun lo que había visto, era su capacidad de administrar. Dios no te entrega, lo que no eres capaz de administrar para Él, de ahí que nuestras disculpas, no le son validas.
La segunda Palabra es "ENTREGAR". El verbo expresa, no solamente darle, sino poner en sus manos un bien con la responsabilidad que tiene el tenerla como suya SIN SERLO. Cuando los dos primeros siervos hacen BUEN uso de los bienes del señor, éste les felicita y los llama "BUEN SIERVO Y FIEL", dandoles una promesa, pero cuando el tercero solo entrega el talento NO BIEN UTILIZADO, el señor lo llama "SIERVO MALO Y NEGLIGENTE", dándole un castigo inmediato. Cuando Dios nos entrega sus REDIMIDOS, LAS OVEJAS DE SU PRADO y LOS TALENTOS PARA MANEJARLAS, debemos procurar CUIdarlos con amor, entrega y dedicación, además de celo. Cuando JESÚS nos entrega sus hermanos, es nuestro, responsabilizarnos de ellos
Les amo en el Señor, Dios los Bendiga ricamente.
Cesar Hernandez herrera
sábado, 8 de mayo de 2010
ASOCIACIÓN ILÍCITA
Koh Bak Kin, de treinta años de edad, era un rico comerciante de Singapur. Se dedicaba a la comercialización de madera fina para muebles, un negocio honrado a todas luces. Gozaba de prestigio social y de solvencia económica.
Bin Fazalda, de treinta y cuatro años, era profesor de escuela secundaria en Singapur. Gozaba de buen nombre en su colegio, donde se le reconocían sus dotes profesionales. Ganaba buen salario. Estaba casado y era padre de cinco hijos. Su vida transcurría tranquilamente en medio de satisfacciones.
Un día, estos dos hombres se unieron para realizar un negocio. Se trataba de transportar veinte kilogramos de heroína a Roma. Adaptaron a sus maletas un doble fondo, solicitaron visa de turismo, sacaron pasaje de avión y partieron para la capital de Italia.
Sin embargo, en el aeropuerto internacional Leonardo da Vinci de Roma los esperaba la INTERPOL. Una denuncia anónima los había delatado. Koh Bak Kin y Bin Fazalda fueron descubiertos, detenidos, requisados y encarcelados. «Asociación ilícita» fue el cargo del que los acusaron.
¿Qué es una asociación ilícita? Es la sociedad que realizan dos o más personas para hacer algo que está penado por las leyes. Estos dos hombres se asociaron para realizar un contrabando de heroína. Los dos pusieron capital. Los dos planearon el negocio. Los dos se comprometieron a ser fieles al contrato y los dos se estrecharon la mano como prueba de su asentimiento. Pero el negocio era delictivo, y la asociación, ilícita.
Así pasa también en el ámbito moral de nuestra vida. La jovencita que a espaldas de sus padres planea una fiesta con sus amigos, y en esa fiesta se bebe licor, se usa droga y se practica la inmoralidad sexual, está realizando una asociación ilícita. El caballero que a espaldas de su esposa planea una salida al teatro, o un paseo en auto en la noche con su secretaria, y esto con fines inconfesables, está realizando una asociación ilícita.
El mal no consiste sólo en que un hecho sea o no ilegal sino en sus consecuencias destructivas. ¡Cómo necesitamos poner todos nuestros negocios, toda nuestra vida, bajo el control de las leyes morales de Dios! Sólo así salvamos nuestra vida. Sólo así nos aseguramos el parabién divino. Sólo así podemos vivir en paz.
Bin Fazalda, de treinta y cuatro años, era profesor de escuela secundaria en Singapur. Gozaba de buen nombre en su colegio, donde se le reconocían sus dotes profesionales. Ganaba buen salario. Estaba casado y era padre de cinco hijos. Su vida transcurría tranquilamente en medio de satisfacciones.
Un día, estos dos hombres se unieron para realizar un negocio. Se trataba de transportar veinte kilogramos de heroína a Roma. Adaptaron a sus maletas un doble fondo, solicitaron visa de turismo, sacaron pasaje de avión y partieron para la capital de Italia.
Sin embargo, en el aeropuerto internacional Leonardo da Vinci de Roma los esperaba la INTERPOL. Una denuncia anónima los había delatado. Koh Bak Kin y Bin Fazalda fueron descubiertos, detenidos, requisados y encarcelados. «Asociación ilícita» fue el cargo del que los acusaron.
¿Qué es una asociación ilícita? Es la sociedad que realizan dos o más personas para hacer algo que está penado por las leyes. Estos dos hombres se asociaron para realizar un contrabando de heroína. Los dos pusieron capital. Los dos planearon el negocio. Los dos se comprometieron a ser fieles al contrato y los dos se estrecharon la mano como prueba de su asentimiento. Pero el negocio era delictivo, y la asociación, ilícita.
Así pasa también en el ámbito moral de nuestra vida. La jovencita que a espaldas de sus padres planea una fiesta con sus amigos, y en esa fiesta se bebe licor, se usa droga y se practica la inmoralidad sexual, está realizando una asociación ilícita. El caballero que a espaldas de su esposa planea una salida al teatro, o un paseo en auto en la noche con su secretaria, y esto con fines inconfesables, está realizando una asociación ilícita.
El mal no consiste sólo en que un hecho sea o no ilegal sino en sus consecuencias destructivas. ¡Cómo necesitamos poner todos nuestros negocios, toda nuestra vida, bajo el control de las leyes morales de Dios! Sólo así salvamos nuestra vida. Sólo así nos aseguramos el parabién divino. Sólo así podemos vivir en paz.
SALVADA DE LAS FAUCES DE UN CAIMÁN
Era una mañana clara y despejada, típica de la región de La Mosquita en la costa nordeste de Honduras. Unas mujeres, que despreocupadas lavaban la ropa, oyeron de repente los gritos despavoridos de una niña. Alzaron los ojos hacia el sitio desde donde provenían los gritos, y apenas alcanzaron a ver la figura de la niña arrastrada por debajo del agua. La madre instintivamente supo lo que era: ¡un caimán! Así que agarró un palo y salió corriendo hacia el temible reptil, sin pensar en lo que pudiera pasarle a ella misma.
Las otras mujeres le gritaron que era imposible salvar a su hija, que no se metiera en el agua porque el caimán podría matarla a ella también. Pero la madre no les hizo caso, ya que sólo le importaba salvar a su hija. Con el palo en la mano, se lanzó sobre el peligroso reptil e hizo lo primero que se le ocurrió: puyó los ojos del caimán hasta hacerlos sangrar. A causa del dolor y de la ceguera, el caimán soltó a la niña, se retorció en el agua y desapareció.
Temblando por el esfuerzo que había hecho y por la emoción que sentía, la madre tomó en los brazos a su hija malherida y con gran ternura hizo lo que pudo para tranquilizarla asegurándole que ya no había peligro. Afortunadamente, con el tiempo y gracias al cuidado médico, la niña, que sólo tenía diez años de edad, se sanó por completo.
No tenemos que ser médicos ni enfermeros para saber que en una emergencia somos capaces de hacer hazañas que jamás pudiéramos realizar bajo condiciones normales. Pero sí dependemos del estudio de la medicina para saber de qué se trata y a qué se debe este fenómeno. Resulta que cuando más lo necesitamos, nuestro cuerpo libera adrenalina, llamada la hormona de la emergencia, a fin de estimular y fortificar nuestro organismo para contrarrestar el peligro que lo amenaza. La adrenalina aumenta el ritmo y la fuerza de flujo de la sangre del corazón, y sirve de mediadora química para transmitir los impulsos nerviosos a los órganos destinados a responder al estímulo.1
Lo cierto es que en una emergencia nuestro cuerpo no hace más que seguir la norma establecida por su Creador. Frente al peligro del pecado que nos separa de Dios eternamente, el Padre celestial, cuando más lo necesitábamos, envió a su Hijo Jesucristo al mundo, liberándolo a Él como adrenalina a fin de liberarnos a nosotros. Cristo, nuestra Adrenalina divina, nos da la fuerza necesaria para contrarrestar ese peligro mortal del pecado, pero no mediante un mayor flujo de sangre nuestra sino mediante el flujo de su propia sangre que vertió al morir en una cruz por nosotros. Y ahora, en calidad de único Mediador entre Dios y los hombres, nos transmite sus impulsos divinos a fin de socorrernos cuando somos tentados. Mediante su estímulo poderoso, se dispone a rescatarnos del peligro del pecado cada vez que lo afrontamos.
Las otras mujeres le gritaron que era imposible salvar a su hija, que no se metiera en el agua porque el caimán podría matarla a ella también. Pero la madre no les hizo caso, ya que sólo le importaba salvar a su hija. Con el palo en la mano, se lanzó sobre el peligroso reptil e hizo lo primero que se le ocurrió: puyó los ojos del caimán hasta hacerlos sangrar. A causa del dolor y de la ceguera, el caimán soltó a la niña, se retorció en el agua y desapareció.
Temblando por el esfuerzo que había hecho y por la emoción que sentía, la madre tomó en los brazos a su hija malherida y con gran ternura hizo lo que pudo para tranquilizarla asegurándole que ya no había peligro. Afortunadamente, con el tiempo y gracias al cuidado médico, la niña, que sólo tenía diez años de edad, se sanó por completo.
No tenemos que ser médicos ni enfermeros para saber que en una emergencia somos capaces de hacer hazañas que jamás pudiéramos realizar bajo condiciones normales. Pero sí dependemos del estudio de la medicina para saber de qué se trata y a qué se debe este fenómeno. Resulta que cuando más lo necesitamos, nuestro cuerpo libera adrenalina, llamada la hormona de la emergencia, a fin de estimular y fortificar nuestro organismo para contrarrestar el peligro que lo amenaza. La adrenalina aumenta el ritmo y la fuerza de flujo de la sangre del corazón, y sirve de mediadora química para transmitir los impulsos nerviosos a los órganos destinados a responder al estímulo.1
Lo cierto es que en una emergencia nuestro cuerpo no hace más que seguir la norma establecida por su Creador. Frente al peligro del pecado que nos separa de Dios eternamente, el Padre celestial, cuando más lo necesitábamos, envió a su Hijo Jesucristo al mundo, liberándolo a Él como adrenalina a fin de liberarnos a nosotros. Cristo, nuestra Adrenalina divina, nos da la fuerza necesaria para contrarrestar ese peligro mortal del pecado, pero no mediante un mayor flujo de sangre nuestra sino mediante el flujo de su propia sangre que vertió al morir en una cruz por nosotros. Y ahora, en calidad de único Mediador entre Dios y los hombres, nos transmite sus impulsos divinos a fin de socorrernos cuando somos tentados. Mediante su estímulo poderoso, se dispone a rescatarnos del peligro del pecado cada vez que lo afrontamos.
miércoles, 5 de mayo de 2010
EL PODER SIN IGUAL DEL AMOR
Hace muchos años, en una aldea de Escocia, una mujer acostó a su bebé, bien envuelto en una frazada, sobre un montón de heno en el campo donde ella trabajaba. De pronto, una enorme sombra pasó sobre los trabajadores y, antes de que alguien pudiera impedirlo, una gigantesca águila se llevó entre sus garras al pequeño con frazada y todo. No hubo tiempo para reaccionar: la reina de las aves se elevó con la misma rapidez con que había bajado en picada, y ascendió hasta perderse de vista en la cúspide de la montaña.
Un fornido marinero se ofreció a escalar la montaña donde el águila tenía su nido, pero luego de intentarlo se dio por vencido y regresó sin nada. Acto seguido, emprendió el ascenso un robusto leñador con el mismo propósito, pero las fuerzas le faltaron y volvió frustrado.
La pobre mujer había cifrado sus esperanzas en que uno de los dos hombres rescatara a su hijito, pero nada pudieron hacer. Así que determinó que no había más remedio que hacer el intento ella misma. Cuanto más procuraron disuadirla de su empeño por los peligros que había, más resuelta estuvo a arriesgarlo todo por salvar a su hijo.
La angustiada madre, presa del terror pero armada de valor, comenzó el penoso ascenso de la montaña y, a pesar del intenso dolor que le provocó la fatiga, no se detuvo hasta que llegó al enorme nido del águila. Allí, con mucho cuidado rescató del nido el precioso envoltorio, se lo ató al pecho y descendió con él hasta llevarlo de vuelta a su aldea, sano y salvo.
¿Cómo se explica que aquella mujer, a pesar de tenerlo todo en contra, lograra lo que no habían sido capaces de hacer ni el marinero ni el leñador? La respuesta está en que a ella la impulsó un poder extraordinario, el poder del vínculo invisible que la unía espiritualmente a su hijo. ¡Era el poder del amor!
Así como aquella pequeña criatura cayó presa del águila, también el mundo ha caído presa del pecado. Sólo que Jesucristo nuestro Salvador, a diferencia de la madre de esta historia, no sólo resolvió arriesgarlo todo por salvarnos, sino que dio su vida para lograrlo. Consciente de su misión, Cristo mismo dijo: «Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.»1 Con eso nos dio a entender lo que lo impulsó a morir en una cruz para rescatarnos de las garras del pecado. ¡Era la inmensidad de su amor, que tiene un poder sin igual!
Ahora Cristo nos invita a que aceptemos su amor incomparable, y nos manda que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. A Dios gracias que Él no sólo nos dio ejemplo, como lo dio la valiente madre frente al águila, sino que también nos ayuda a amar a los demás tal y como Él nos amó a nosotros.
1 Jn 15:13
Un fornido marinero se ofreció a escalar la montaña donde el águila tenía su nido, pero luego de intentarlo se dio por vencido y regresó sin nada. Acto seguido, emprendió el ascenso un robusto leñador con el mismo propósito, pero las fuerzas le faltaron y volvió frustrado.
La pobre mujer había cifrado sus esperanzas en que uno de los dos hombres rescatara a su hijito, pero nada pudieron hacer. Así que determinó que no había más remedio que hacer el intento ella misma. Cuanto más procuraron disuadirla de su empeño por los peligros que había, más resuelta estuvo a arriesgarlo todo por salvar a su hijo.
La angustiada madre, presa del terror pero armada de valor, comenzó el penoso ascenso de la montaña y, a pesar del intenso dolor que le provocó la fatiga, no se detuvo hasta que llegó al enorme nido del águila. Allí, con mucho cuidado rescató del nido el precioso envoltorio, se lo ató al pecho y descendió con él hasta llevarlo de vuelta a su aldea, sano y salvo.
¿Cómo se explica que aquella mujer, a pesar de tenerlo todo en contra, lograra lo que no habían sido capaces de hacer ni el marinero ni el leñador? La respuesta está en que a ella la impulsó un poder extraordinario, el poder del vínculo invisible que la unía espiritualmente a su hijo. ¡Era el poder del amor!
Así como aquella pequeña criatura cayó presa del águila, también el mundo ha caído presa del pecado. Sólo que Jesucristo nuestro Salvador, a diferencia de la madre de esta historia, no sólo resolvió arriesgarlo todo por salvarnos, sino que dio su vida para lograrlo. Consciente de su misión, Cristo mismo dijo: «Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.»1 Con eso nos dio a entender lo que lo impulsó a morir en una cruz para rescatarnos de las garras del pecado. ¡Era la inmensidad de su amor, que tiene un poder sin igual!
Ahora Cristo nos invita a que aceptemos su amor incomparable, y nos manda que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. A Dios gracias que Él no sólo nos dio ejemplo, como lo dio la valiente madre frente al águila, sino que también nos ayuda a amar a los demás tal y como Él nos amó a nosotros.
1 Jn 15:13
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