Me divorcié, marqué a mis hijos, deshice once años de [matrimonio], y todo por egoísta.... Ahora ella me dice que los abandoné y que destruí su vida (aun cuando fue un divorcio por mutuo consentimiento), y que marqué y dañé la vida de mis hijos. No digo nada; sólo me quedo en silencio....
Me casé de nuevo dos años después de mi divorcio. Ahora tengo siete años de casado con un hijo.... Pero llevo una culpa que me aflige y me castiga todos los días.... Ahora la comunicación con mis hijos está muy distante. No he sido el padre que debo ser en ningún sentido. No me siento bien. Todos los días me retumba la culpa de muchas maneras... pero no sé qué hacer. Creo que [si hago] algo, perderé a mi esposa y a mi hijo, y [causaré] más dolor...
CONSEJO
Estimado amigo:
Hay dos pasos que debe dar a fin de librarse del sentido de culpa: pedir perdón y hacer restitución. ¿Les ha pedido perdón a sus hijos? ¿Le ha pedido perdón a su ex esposa? Hay que ser un hombre valeroso para tener la humildad necesaria para pedir perdón. ¿Tiene usted suficiente valor para hacerlo?
A no ser que su ex esposa y sus hijos sean seguidores de Cristo y comprendan el perdón, es probable que no estén listos para perdonarlo. Lamentablemente para ellos, el dolor que sienten bien pudiera llevarlos a desear hacerlo sufrir a usted, y al negarse a perdonarlo ellos pudieran convencerse de que así usted recibiría su merecido. No hay modo de que sepan que usted ya está sufriendo el tormento de la culpa. Y es posible que no comprendan que el negarse a perdonarlo les hará más daño a ellos que a usted. El negarse a perdonar, la amargura y el resentimiento no hacen más que causar mayor infelicidad y más dolor emocional.
Sin embargo, ya sea que ellos lo perdonen o no lo perdonen, a usted le corresponde pedirles que lo hagan. Es posible que le respondan con palabras hirientes y con acusaciones que podrían causarle mucha molestia. De todos modos, el primer paso que debe dar para librarse del sentido de culpa es pedirles perdón.
El segundo paso, la restitución, durará el resto de su vida. No es algo que se hace una sola vez; es un continuo cambio de actitud y de conducta con relación a aquellos a quienes ha perjudicado. Si para pasar tiempo con sus hijos usted tiene que ver a su ex esposa, entonces sea amable y respetuoso con ella. No le diga nada cuando ella lo critique y se queje.
Hay un muro de separación entre usted y sus hijos debido al dolor emocional que ellos sienten. Es a usted a quien le corresponde derrumbar ese muro al interesarse en la vida que llevan, asistir a las actividades y celebraciones en las que participan, y comunicarse a menudo con ellos. No importa si responden o no en seguida de una manera positiva. Si uno de ellos está participando en un juego de béisbol, vaya a ver el juego y anímelo desde las graderías. Si hay una actividad escolar, asista a ella. Si uno de ellos tiene una necesidad económica, ayúdelo conforme a sus posibilidades. No deje de hacer lo debido, y verá que tarde o temprano ellos corresponderán a sus atenciones.
Hable con su esposa actual acerca del sentido de culpa que lo aflige. Explíquele que sus hijos no merecían que usted los abandonara, y que usted era el responsable de esos hijos antes de conocerla a ella. Asegúrele que no hay razón alguna por la que ella debiera sentirse amenazada por la atención que usted les brinde a sus hijos, y que bien puede acompañarlo a cualquier actividad a la que usted asista. Si ella lo ama, le importará a tal grado lo que usted siente que le brindará apoyo emocional.
Dios no es como nosotros en el sentido de que siempre nos perdona cuando le pedimos perdón. Él no guarda rencor ni nos recuerda nuestro pasado. Pero sí espera que cambiemos de actitud y de comportamiento a fin de no repetir ninguna conducta destructiva.
Le deseamos lo mejor,
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