«Cuando tenía seis años, mi madre y mi padre discutían mucho. Mi madre intentó suicidarse muchas veces delante de mí y de mi hermanita. Mi madre quería morirse porque mi padre tenía una amante y una hija con ella.
»Hemos superado esos malos momentos, pero no estamos del todo sanados. No me gusta que mi padre coquetee con las mujeres jóvenes. Y no me gusta que mi madre siga recordando el pasado y que siempre nos diga que quiere irse de la casa. Yo con este problema me siento cansada, dolida, triste, que no soporto más. ¿Qué hago para ya no sufrir?»
«Estimada amiga:
»Tu caso nos entristece. En tus pocos años de vida, tu hogar siempre ha sido un lugar de confusión y conflicto. Nunca has disfrutado del refugio que el hogar debiera ser para todos, especialmente para los niños pequeños.
»Yo recuerdo que cuando era niña, y luego como adolescente, sentía lo mismo que sientes tú ahora. Al principio mis padres discutían y gritaban, a veces hasta que los vecinos llamaban a la policía. Luego se divorciaron, y tuvimos la esperanza de que al fin habría un poco de paz en nuestro hogar. Pero no pasó mucho tiempo antes de que mi mamá se juntara con mi padrastro, y las discusiones subieron de tono y se volvieron aún más frecuentes. Yo soñaba con el día en que pudiera irme de esa casa para siempre.
»Sugiero que hagas tres cosas específicas a fin de prepararte para el futuro que te espera. En primer lugar, estudia todo lo que puedas para sacar las mejores calificaciones posibles. Cuanto mejores sean tus calificaciones, mejores serán las opciones que tengas de ser aceptada en una buena universidad, y posiblemente de recibir becas que te ayuden a costear los gastos.
»En segundo lugar, busca un empleo a la mayor brevedad y ahorra todo el dinero que puedas de lo que ganes. El llegar a ser independiente en tu economía es lo que algún día hará posible que salgas de esa casa.
»En tercer lugar, y más importante que nada, cultiva una relación personal con Dios. Pídele en el nombre de su Hijo Jesucristo que te perdone tus pecados y que te dé la ayuda que necesitas hoy y en el futuro. Él te guiará y te dará la sabiduría necesaria para planear el resto de tu vida.
»Cuando yo era una adolescente, le pedí a Cristo que entrara en mi vida. Con todo, no había paz en mi hogar, pero yo tenía paz en el corazón, lo que me ayudó a superar las largas noches de confusión. Encontré una iglesia en la que otras personas tenían una relación personal con Dios, y muchas de esas personas llegaron a ser como miembros de mi familia, al comprender los problemas en mi hogar e invitarme al suyo. Durante esas visitas comencé a imaginarme la clase de vida que tendría algún día yo misma. Tú puedes hacer lo mismo.»
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