jueves, 30 de junio de 2011

¿«ESTAMOS MUY JÓVENES PARA [CASARNOS]»?

«Tengo veinte años, [y estoy] casi graduada de la universidad. Estoy comprometida con un hombre maravilloso de veintitrés años.… Tenemos dos años y cuatro meses de novios. Queremos casarnos, pero los consejos de otras personas son que estamos muy jóvenes para eso, que debemos terminar de estudiar el posgrado (doctorado), y disfrutar la juventud.…

»Todo esto me tiene muy preocupada. Hemos intentado hacer lo indebido una y otra vez, llegando al punto que nos sentimos mal por estas actuaciones. Hemos leído que un noviazgo... sano suele durar entre uno y dos años. Después de esto, corre peligro, y el de nosotros está en ese proceso...»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimada amiga:

»¡La felicitamos por su sabiduría y su paciencia! Usted está tratando de hacerle caso al consejo de los demás, y ha sido paciente al extender su noviazgo en vez de casarse en seguida.

»Tal vez la sorprenda enterarse de que el Hermano Pablo y su esposa Linda ambos tenían veinte años de edad cuando se casaron en 1942, y han dado testimonio de haber disfrutado de la felicidad conyugal muchos años más allá de sus Bodas de Oro. Nosotros también teníamos veinte años de edad cuando nos casamos en 1974, y hemos estado felizmente casados durante todos estos años. Sin embargo, esos dos ejemplos de matrimonios felices no son prueba de que todas las personas jóvenes deban casarse a tan temprana edad.

»De lo que sí estamos convencidos es de que la edad no es el factor determinante para decidir si uno está preparado para casarse. Algunas personas casi a los treinta y aun a los cuarenta años todavía no están preparadas para casarse.

»Hay otros factores que son más importantes que la edad. Estas son algunas preguntas que les conviene hacerse:

»¿Estamos en condiciones de sostenernos del todo económicamente..., independientes de nuestros familiares y sin respaldo económico alguno de ellos?

»¿Vamos a poder sostenernos económicamente de modo que nos sobre tiempo para pasar juntos como pareja y con amigos y familiares?

»¿Tenemos las mismas creencias acerca de Dios, y estamos de acuerdo en cuanto a cómo habrán de aprender acerca de Él nuestros futuros hijos?

»¿Estamos de acuerdo en cuanto a las relaciones que tengamos con nuestras familias respectivas, en particular si alguno de nuestros familiares algún día fuera a recibir ayuda económica de nuestra parte o a vivir con nosotros? ...

»Cuando no estamos de acuerdo, ¿nos tratamos con respeto mutuo y resolvemos nuestras diferencias sin insultarnos, o sin recurrir a la violencia o poner en tela de juicio nuestro amor mutuo?

»¿Podemos prometernos fidelidad mutua para toda la vida? ...

»Los novios que pueden contestar de modo afirmativo y sincero cada una de esas preguntas están listos para casarse. Deben decidir entre sí cuánto tiempo esperar, pero es una gran ventaja si obtienen la aprobación de sus padres de parte y parte.

»Le deseamos lo mejor,

sábado, 25 de junio de 2011

LOS CELOS: «EL NO SABER... ME ESTÁ MATANDO»

«Tengo sospechas de que mi esposo me es infiel con la muchacha de los quehaceres domésticos que tenemos en la casa. No sé si ya tuvieron relaciones sexuales, pero presiento que está a punto de pasar. Creo que lo mejor es sacar a la muchacha, pero la angustia me está matando, el no saber si pasó algo o aún no....

»Estoy desesperada y no sé qué hacer.... [No] he podido conciliar el sueño y tampoco logro comer más de un tiempo, por la desesperación y angustia de no saber lo que está pasando. Si hubo algo, mi esposo no me lo va a decir, y creo que ella tampoco.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»... ¿Es esta la primera vez que usted sospecha que su esposo le ha sido infiel? ¿Qué pruebas tiene de que algo así realmente está sucediendo? ¿Desconfía de su esposo en otros aspectos? ¿Le ha mentido él alguna vez? Si ha sospechado que ha habido relaciones con otras mujeres en el pasado, ¿qué pruebas tuvo en esas ocasiones?

»Debido a que está tan alterada, no nos dio usted ninguna razón por la que crea que hay algo entre su esposo y su empleada doméstica. Reconoció, más bien, que no sabía si la relación entre ellos era sexual. Dijo que presentía que estaba a punto de pasar. Si no tiene usted más que sospechas, sin prueba alguna a la cual señalar, y sin embargo está tan trastornada, yo tendría que suponer que usted tiene una imaginación febril, que es una persona muy emotiva, y que es propensa a tener celos sin motivo alguno.

»Ahora bien, si tiene pruebas presentes y pasadas de que su esposo le ha sido infiel, entonces sí tiene usted motivo de mantenerse alerta con relación a otras mujeres. En ese caso, no me parece aconsejable que tenga una empleada doméstica que no sea una mujer mucho mayor que ustedes. Además, reconsideraría si debiera o no seguir teniendo una relación conyugal íntima con un hombre que bien pudiera tener alguna enfermedad venérea.

»La raíz de su problema es que usted no confía en su esposo, y es evidente que tampoco es usted su mejor amiga. Dios no diseñó el matrimonio para que fuera de ese modo. Cuando Él estableció en el principio que el hombre y su esposa «se funden en un solo ser»,1 se refería a que están tan íntimamente ligados en lo emocional que pueden tener absoluta confianza mutua. Comienzan a saber exactamente qué siente y qué piensa el otro. No hay nada en absoluto que se interponga entre ellos porque están unidos y no separados. Este es un designio divino, y no hay relación que pueda comparársele.

»Cuando tanto el esposo como la esposa han puesto su fe y su confianza en Jesucristo, esa relación es aún más estrecha. Como basan sus creencias en la Biblia, hay menos margen para desacuerdos. Y como Dios está a su lado para ayudarlos, es más difícil separarlos. Ambos confían en Dios y se tienen confianza mutua.

»Con afecto fraternal,

jueves, 23 de junio de 2011

«ME INFECTÓ CON... EL SIDA»

«Crecí con... padres divorciados por infidelidad, [y] yo con desórdenes [de] alimentación tremendos.... Un compañero de la escuela [abusó de mí], pero... creo que yo tuve la culpa porque empecé a conocer cosas que no eran de mi edad muy tempranamente.... Conocí a alguien a quien me entregué en todos los sentidos. Mi error fue que, desde la primera vez que nos vimos, me acosté con él, pero todo esto lo hacía para llenar un gran vacío en mi vida. También abusó de mí verbal y físicamente, pero seguí con él casi dos años, hasta que me di cuenta de que él sólo me usaba para complacerse y robarme mi dinero. Lo dejé, y ahora hace dos años descubrí que él me infectó con el virus que causa el SIDA. ¡Me siento tan fracasada! ... Me siento muy decepcionada y abrumada....

»Mi mayor ilusión era tener una familia, y sé que la realidad mía será que nadie me ame así como yo estoy.... Sé que pequé demasiado y por eso recibí esta consecuencia. Tengo veintiséis años, y siento que mi vida ya no sirve y que no tengo ya un camino que recorrer.»

Este es el consejo que le dimos:

»Estimada amiga:

»Lamentamos todo el trauma que usted ha sufrido a pesar de ser tan joven. Dice que contrajo el virus del SIDA por haber pecado demasiado. Si fuera así, entonces todo el mundo tendría el virus, porque todos hemos pecado demasiado. Como Dios es santo, un solo pecado es demasiado; por lo tanto, cada uno de nosotros ha pecado demasiado para ser aceptado por Él. Por eso Dios entregó a su único Hijo Jesucristo para que muriera en la cruz a fin de pagar por nuestros pecados. Así que ese virus no es un castigo de Dios por los pecados que usted ha cometido.

»Sin embargo, sí hay consecuencias naturales en este mundo. Si usted mete la mano en el fuego, se quemará. No se debe a que Dios quiere que se queme, sino que la naturaleza del fuego es quemar. Cuando opta por tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, la consecuencia natural es que corre el riesgo de contraer el virus del SIDA o una enfermedad venérea. Además, se arriesga a que se quebrante su corazón y a que su vida quede dañada de modo permanente.

»Le recomendamos que comience hoy mismo una relación personal con Dios. Si acepta el perdón de Dios, Él la ayudará a perdonarse a sí misma. Él tiene para usted «planes de bienestar y no de calamidad, a fin de [darle] un futuro y una esperanza».1 Usted tiene mucho que ofrecerle a su comunidad. Puede hallar gozo y amor al servir a los demás, como también a personas que le mostrarán el amor que necesita para el camino que le queda por recorrer.

»Le deseamos lo mejor,

lunes, 20 de junio de 2011

«LO CONVENIENTE PARA MÍ... FUE DEJARLA A SU SUERTE»

«Hace quince años dejé embarazada a una mujer que me amaba. Yo estaba casado y separado. Me comentaron un chisme acerca de ella, y tal vez lo conveniente para mí en ese momento fue dejarla a su suerte y regresar con mi esposa. Nunca traté de hacer ningún acercamiento a ella ni a mi hija, pero tenía ese dolor en mi corazón.... Nunca me ocupé de por lo menos sus necesidades económicas.

»Al cabo de este tiempo, la he buscado. Su madre me ha perdonado, pero mi hija no quiere saber de mí.... Yo comprendo que todo lo que hacemos tiene un precio, pero de verdad este es muy doloroso. Por favor, ¿qué debo hacer?»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimado amigo:

»Usted dice que comprende que nuestra conducta tiene consecuencias, pero pensamos que usted en realidad no lo comprende. ¡Es increíble que al parecer usted crea que esta jovencita (que si bien es su hija biológica, no puede considerársele en realidad como su hija) debiera no sólo comprender lo que usted le ha hecho, sino también perdonarlo! ¿De veras ha meditado en su conducta y ha aceptado la responsabilidad de sus hechos? No es esa la impresión que nos ha dado.

»En primer lugar, usted tuvo relaciones íntimas con una mujer que no era su esposa. Nunca hay nada bueno que pueda resultar de semejante conducta irresponsable e inmoral....

»Luego, cuando esa relación dejó de ser conveniente, usted abandonó a la mujer embarazada y regresó con su esposa. ¿Acaso le dijo a su esposa que le había sido infiel? ¿Fue sincero con ella, o la usó tal y como usó a la otra mujer, sin jamás ser sincero y honrado? No sabemos si usted aún está casado, pero no nos sorprendería que su matrimonio al fin hubiera fracasado y que ahora, una vez más, le es conveniente comenzar a pensar en su hija biológica y en cómo lo que usted ha hecho ha afectado la vida de ella.

»¿Ha pensado acerca de lo que siente alguien que no sabe quién es su padre biológico, pero que sí crece sabiendo que su padre biológico se aprovechó de su mamá y luego la abandonó para que afrontara la vida en total desamparo como una madre soltera? ¿No le parece que una niña crecería con enojo y rencor en el corazón hacia tal hombre? ¿Acaso no es obvio que un individuo capaz de hacer tales cosas no es el hombre que una jovencita quisiera como padre?

»Dios está dispuesto a perdonarnos a pesar de las cosas despreciables que hayamos hecho.1 Pero no espere que esta jovencita lo perdone en el futuro próximo. Tal vez algún día ella llegue a tener una relación personal con Dios y entonces cuente con la ayuda de Él para afrontar el rencor y el resentimiento. De ser así, a la postre ella pudiera perdonarlo. Es probable que esa sea la única esperanza para usted....

«TUVE UN HIJO CON LA MUJER EQUIVOCADA»

«A la edad de veinte años tuve un hijo con la mujer equivocada, porque no estaba enamorado de ella y tuve relaciones por la presión de unos amigos; pero fue una sola vez.

»El problema radica en que hasta la fecha no tengo una buena relación de padre e hijo como quisiera, porque su madre interviene mucho y siempre terminamos discutiendo, motivo por el cual prefiero no visitarlo y estoy alejado de él. Ahora estoy casado con la mujer de mis sueños, y tenemos un hijo que es mi motivo de ser, lo que no ocurre con mi primer hijo y no sé qué hacer.»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimado amigo:

»Gracias a Dios que usted siente la confianza de contarnos su caso y que ha sacado tiempo para escribirnos acerca de su problema, porque esto demuestra que no tiene la conciencia tranquila con respecto a su primer hijo. En lo profundo de su corazón usted sabe que no puede seguir manejando esta situación tal y como lo ha hecho hasta ahora.

»Pensemos en esto desde la perspectiva de su primer hijo. Lo llamaremos Juan, aunque no tenemos ninguna idea de su verdadero nombre. Juan es un niño de diez años que está creciendo con una inseguridad constante. Todos los días se pregunta: “¿Acaso mi padre me ama? ¿Qué hice yo para que mi padre no quiera ser parte de mi vida? Debo de ser malo, o mi padre me amaría. Él ama a su otro hijo; entonces ¿por qué a mí no? ¿Qué tengo yo de malo?”...

»Usted dice que su otro hijo es su “motivo de ser”. Por razones evidentes, usted lo favorece a él. Hay un caso como este en el libro de Génesis en la Biblia. Isaac tiene dos hijos, Esaú y Jacob. Esaú se parece más a su padre en el sentido de ser un cazador y un “macho entre los machos”. Por este motivo, entre otros, Esaú es el hijo favorito de Isaac. Pero ¿qué de Jacob? La madre de Jacob... lo favorece a él y, como resultado, lo ayuda a engañar tanto a su padre como a su hermano. De modo que se crea una contienda que dura muchos años. Y nadie gana, pues nadie consigue lo que quiere ni lo que necesita. La lección que aprendemos de este caso es la importancia que tiene el tratar con equidad a nuestros hijos, sin que importen sus cualidades, distinciones o rasgos individuales.

»Tanto Juan como su medio hermano son hijos de sangre suyos.... Usted debe determinar que de aquí en adelante los va a tratar como iguales. ¿Cómo puede lograrlo? Podemos darle algunas ideas para comenzar, pero usted tendrá que llevarlas a la práctica. Ahora bien, la meta más importante que debe esforzarse por alcanzar es rectificar lo ocurrido hasta ahora, no obstante lo difícil, lo complicado o lo estresante que sea.

»Busque a una persona imparcial que sirva como mediadora entre usted y la madre de Juan.... Concierte una cita con la madre de Juan acompañado de esa persona mediadora. Explique que usted desea, sobre todas las cosas, lo que más le conviene a Juan.... Confiese que en el pasado usted se ha dado por vencido sin haberse esforzado lo suficiente, pero que ahora está dispuesto a redoblar sus esfuerzos. Póngase de acuerdo con ella en cuanto a un horario de visitas que sea conveniente para todos, y luego determine que nunca dejará de cumplir cada cita con Juan. Entre visitas, hable con él por teléfono, envíele cartas o mensajes por correo electrónico, y esfuércese por establecer las bases de una relación paternal con él....

sábado, 11 de junio de 2011

«PORNOGRAFÍA Y... FANTASÍAS SEXUALES» (2a. Parte)

En la primera parte de este mensaje, tratamos los casos que nos contaron de manera anónima tres hombres adictos a la pornografía. El primero de ellos nos pidió: «Quiero que me digan algo para que esto que me perturba la mente me deje en paz»; el segundo dijo: «¡Ya no aguanto más!»; y el tercero: «¡Necesito ayuda urgente!»

Los tres representan a otros que nos han contado que sufren del mismo vicio. La pornografía los tiene cautivos, y no saben cómo librarse de sus garras.


«A medida que usted se expone a la pornografía, va creando... un sendero en la mente.... Ese sendero lo atrae como un imán, aun cuando usted no quiere andar por él. La única manera de detenerse es construir un gran muro de piedra frente a la entrada.

»¿Cómo puede usted construir ese muro? Estas son algunas piedras con las que puede comenzar:

»1. Ponga la computadora en un espacio abierto a todos dentro de su casa. Asegúrese de que cualquiera pueda ver la pantalla.

»2. Si esto no es posible y la computadora está ubicada en su habitación o en una oficina dentro de su casa, póngala de tal modo que cualquiera pueda ver la pantalla al pasar. Siempre deje la puerta abierta cuando esté sentado frente a la pantalla.

»3. Dondequiera que tenga revistas pornográficas, deshágase de ellas y no vuelva jamás a frecuentar los lugares donde las ha comprado en el pasado.

»4. Mantenga a la mano un calendario en el que firma cada día dando constancia de que ha evitado la pornografía. Le servirá de registro gráfico que le recordará cuántos días ha logrado mantenerse alejado de ese sendero destructivo.

»5. Encuentre a una persona con la que se comprometa a rendirle cuentas. Si usted está casado y su esposa está al tanto de su problema, entonces ella puede ser esa persona. Dígale que quiere que ella le pregunte todos los días si usted ha vuelto a tomar ese sendero. ¡Pero no se enoje luego cuando ella le pregunte! Si usted no está casado, confiésele su problema a un amigo de confianza y comprométase con él a rendirle cuentas. Pídale que averigüe con regularidad cómo le está yendo.

»6. Ya que la pornografía puede ocupar mucho tiempo suyo, encuentre otra actividad que ocupe ese tiempo. Así creará otro sendero en su cerebro para cualquier actividad que escoja para tomar el lugar de la pornografía.

»7. Escriba lo que les diría a las siguientes personas si llegaran a descubrir su adicción a la pornografía: sus padres, su esposa o novia, sus hermanos o hermanas, sus amigos o amigas, sus compañeros o compañeras de trabajo. En cada caso, imagínese cómo se explicaría y cómo se sentiría. Piense en cómo éstos lo considerarían o tratarían a usted de una manera diferente en el futuro.

»8. ... Recuerde que cada vez que usted mira imágenes pornográficas está convirtiendo a esas mujeres en objetos sin valor. Cuando usted se concentra en el cuerpo de ellas y nada más, las está despojando de sus sentimientos, su intelecto y su infinita capacidad de amar....

»Usted debe dar pasos firmes para construir esa pared de modo que el sendero caiga en desuso y finalmente disminuya a lo largo y a lo ancho....

[Dios está dispuesto a ayudarlo si usted de veras quiere vencer este vicio. Siga los pasos que le hemos recomendado, y pídale a Dios que le dé la fuerza necesaria para lograrlo.

Le aseguramos que valdrá la pena,]

viernes, 10 de junio de 2011

«PORNOGRAFÍA Y... FANTASÍAS SEXUALES» (1a. Parte)

El primero de ellos confesó: «Soy un adicto a la Internet y veo cosas [indecentes]. Quiero que me digan algo para que esto que me perturba la mente me deje en paz. También quisiera saber un poco de Dios.»

El segundo, a su vez, admitió: «Soy un joven universitario, estudiante de medicina. Desde pequeño he tenido problemas con la pornografía.... ¡Ya no aguanto más! Necesito ayuda. No sé qué hacer.»

El tercero, por su parte, reveló: «Desde mi adolescencia hasta hoy estoy luchando con lujuria, pornografía y diferentes fantasías sexuales. Cada vez que estoy solo, me gana la tentación sexual en diversas maneras. ¡Necesito ayuda urgente! No aguanto más estar en esa situación.»

Este es el consejo que les dimos a los tres de manera individual:

«Estimado amigo:

»No se sienta solo. En las últimas semanas hemos recibido casos de otros hombres que tienen el mismo problema.

»Comencemos con una ilustración que al principio tal vez no comprenda qué tiene que ver con su caso. Imagínese que se encuentra en el campo donde no hay carreteras ni caminos. Cada día usted tiene que avanzar varios kilómetros para llegar a su destino. Pero no hay caminos, así que le toca crear un sendero nuevo por el cual andar. Mientras camina, usted quita los arbustos y las plantas que no lo dejan seguir adelante. El proceso es muy demorado, pero al fin logra llegar.

»En el camino de regreso, usted trata de encontrar el mismo sendero. Es un poco más fácil avanzar por donde ya ha despejado el terreno. El día siguiente usted tiene que volver a emprender el viaje, así que avanza siguiendo el mismo sendero. A medida que pasan los días, se le hace más fácil recorrer el sendero y por eso llega más rápido. Ha logrado usted crear una ruta cómoda que le servirá durante mucho tiempo.

»A medida que usted se expone a la pornografía, va creando, así mismo, un sendero en la mente. Y cuando anda por ese sendero repetidas veces, la pornografía se convierte en un hábito, y el sendero que ha creado en el cerebro se va cimentando. Aún después de que usted se convence de que esa pornografía que invade de continuo sus pensamientos tiene el poder para destruir su vida, usted vuelve a exponerse a ella porque el sendero que ha creado en el cerebro no ha dejado de existir, y por eso se le ha vuelto fácil transitar por él. Ese sendero lo atrae como un imán, aun cuando usted no quiere andar por él. La única manera de detenerse es construir un gran muro de piedra frente a la entrada....

[En la segunda parte de este consejo, damos a conocer algunas piedras con las que puede comenzar a construir ese muro.]

»Actualmente usted se está sintiendo muy culpable porque no ha podido frenar ese hábito.... Para librarse de la culpa, usted tiene que ser perdonado. Y para ser perdonado, tiene que acudir a Dios. Él puede perdonarlo a usted por hacerse daño y por perjudicar a su esposa presente o futura. Sólo tiene que pedírselo, y Él lo perdonará.

»Dios no va a eliminar el sendero que usted ha creado. Usted ha causado un cambio en su cerebro que es consecuencia natural de la pornografía. Dios casi nunca nos libra de las consecuencias naturales porque esas consecuencias nos enseñan las lecciones que necesitamos aprender.

»¡No se dé por vencido! ¡Usted puede lograrlo!

miércoles, 8 de junio de 2011

«TENGO UNA ORDEN DE CAPTURA EN MI PAÍS»

«Trabajaba para una gran empresa… [en la que] tenía un alto cargo y abusé de la confianza, ya que, sin darme cuenta, poco a poco fui tomando dinero sin devolverlo.

»Cuando tomé mis vacaciones, viajé..., y en esa misma época descubrieron el fraude. Tuve miedo y no regresé a mi país. Ha pasado más de un año muy duro para mí.… Me siento sucia y muy avergonzada. ¿Cómo podría reparar el daño?

»... Tengo una orden de captura en mi país.… [y no] tengo dinero para un abogado. Ahora he conocido a un hombre que me ofrece matrimonio, pero no le he contado nada de mi pasado. ¿Qué puedo hacer?»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimada amiga:

»Las palabras más importantes que usted emplea son “sucia” y “avergonzada”. Esas palabras son fundamentales en el mensaje que su conciencia está tratando de hacerle llegar, aunque usted tenga muchas excusas para justificar el no haberle prestado atención hasta ahora.... El apóstol Pablo dijo que la conciencia y los pensamientos pueden acusarlo a uno,1 y nos parece que eso es lo que le está sucediendo a usted.

»Usted dice que no se daba cuenta de que estaba tomando dinero sin devolverlo. Con eso nos da a entender algo más acerca de usted y de su conciencia. Es probable que se sintiera un poco culpable la primera vez que tomó dinero, pero que, con el paso del tiempo, ya ni se dio cuenta. Usted hizo caso omiso de su conciencia tantas veces que los mensajes que ésta le estaba enviando ya ni le llegaban....

»Usted pudiera casarse con ese hombre y seguir sintiéndose sucia y avergonzada por el resto de su vida. Además, se sentiría culpable de mantener oculto su secreto de la persona que debiera saber todo lo que tenga que ver con usted. Día tras día, mes tras mes y año tras año, tendría la sensación de que la están vigilando, siempre temiendo el momento en que al fin se le descubriera. Su conciencia no dejaría de acusarla, y le recordaría constantemente el hecho de haber engañado a ese hombre. Eso mismo estropearía toda posibilidad de tener un matrimonio feliz.

»Desde luego, usted haría todo lo que fuera necesario para poder volver a comenzar.... Pero la verdad es que no hallará la paz sino hasta que decida volver a su país de origen, entregarse a las autoridades y someterse al castigo que le impongan por sus actos ilegales e inmorales.

»Dios le dará la fuerza de voluntad necesaria si se lo pide. Y la acompañará si usted le confiesa sus pecados y le pide que la perdone. Debido a que Jesucristo su Hijo murió en la cruz para llevar el castigo eterno de todos nuestros pecados, los que le pedimos perdón no tenemos que ser castigados después de la muerte. Pero en esta vida tendremos que afrontar las consecuencias de lo que hemos hecho, incluso todo castigo que considere justo nuestro sistema jurídico.

»Haga lo debido,

sábado, 4 de junio de 2011

«INFIEL MUCHAS VECES»

«Llevo más de catorce años casado con mi esposa. Sin embargo, en ese tiempo le he sido infiel muchas veces, llegando incluso a procrear una niña fuera de mi matrimonio. Llevo ya casi dos años evitando la infidelidad, y lo he logrado; sin embargo, el peso de tanto pecado me hace sentirme mal y entender que algunas veces es imposible lograr el perdón divino....

»Espero me aconsejen y puedan definir si hay perdón para mi persona.»

Este es el consejo que le dimos:

«Estimado amigo:

»El hecho de que haya podido evitar ser infiel durante dos años demuestra su determinación de vencer la tentación. ¡Lo felicitamos por haber tenido éxito durante tanto tiempo!

»También lo felicitamos por reconocer lo destructiva que es la infidelidad.... ¿Cómo pueden [ahora las personas lastimadas] comenzar a sanarse después de sufrir tanto dolor?

»... Su pequeña hija... no hizo nada por lo que merezca crecer sin padre. Ella necesita, más bien, mantener una relación con usted. Le aconsejamos a usted que incluya en su agenda un tiempo regular de visita con esta hija, y a su esposa que lo acompañe cada vez que recoja y devuelva a la niña. Si su esposa sabe que usted no tiene ningún interés en la madre de la niña, a su esposa le será más fácil aceptarla como hija de usted y reconocerá que la niña no merece ser castigada por lo que usted hizo como su padre.

»Estamos dando por sentado que usted ya le confesó a su esposa su infidelidad y le ha pedido que lo perdone, y que por eso ella sigue a su lado. El hecho de que ella haya optado por perdonarlo nos demuestra que ella es una persona que tiene suficiente fuerza de voluntad para hacer las cosas que le estamos pidiendo en este consejo....

»¿Cómo puede evitar el volver a caer en la tentación?

»Cada vez que se sienta tentado, cuénteselo a un amigo discreto que sepa lo peligrosa que es la infidelidad. Cuando eso que usted ha estado pensando deje de ser un secreto por habérselo contado a otro, disminuirá el poder que tiene sobre usted.

»Determine que jamás volverá a estar solo con otra mujer que no sea su madre o su hermana: ni en ningún almuerzo o viaje en automóvil, ni en ninguna cena o paseo. No importa que usted piense que esa mujer lo comprende. De ser así, no estará haciendo más que justificar, de un modo conveniente, un comportamiento muy peligroso....

»Usted dice que cree que “algunas veces es imposible lograr el perdón divino”. ¡Eso es absolutamente falso!... Dios quiere perdonarnos no sólo nuestra infidelidad, sino también todas las demás ofensas que cometemos contra Él. Lo único que tenemos que hacer es pedirle que lo haga. «Si confesamos nuestros pecados —nos asegura San Juan—, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.»1

»Si usted quiere sentir alivio completo del «peso de tanto pecado», confiésele sus pecados a Dios y pídale perdón.... Apréndase bien lo que la Biblia dice al respecto, y no deje de enseñárselo a sus tres hijas.

»Con afecto fraternal,

»Carlos Rey y señora.»

El resto de nuestro consejo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa el enlace que dice: «Caso 4» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Caso de la semana».
1 1Jn 1:9

viernes, 3 de junio de 2011

«GAMINES», «GOLFOS», «PUNGAS» Y «VAGOS»

La caravana se organizó sola. Nadie la convocó. Nadie la dirigió. De todas las esquinas y plazoletas, de todos los cines y mercados, de todos los barrios de la ciudad, comenzaron a caminar. ¿Quiénes hacían esto? Niños. Decenas de niños. Niños pobres. Niños desamparados. Niños que caminaban solidarios con un rumbo fijo: «La Nueva Jerusalén», uno de los barrios de la gran ciudad.
Iban para asistir al funeral de un compañero muerto, un chico callejero de doce años de edad llamado Wellington Barboza. Lo habían asesinado los narcotraficantes. Uno más, añadido a la lista de víctimas. Era uno de los chicos abandonados, de ocho a doce años de edad, que viven en las calles de Río de Janeiro.
Todas las grandes ciudades tienen sus niños pobres. Son los huérfanos, los desheredados, los corridos de sus casas sin amor y sin cuidado. Irónicamente el niño Wellington Barboza había sido asesinado en un barrio llamado «La Nueva Jerusalén», el nombre que la Biblia da a la eterna ciudad celestial.
Estos niños brasileños, como sus congéneres de todo el mundo, se dedican necesariamente al delito: al robo y al narcotráfico. Y a veces, por la misma vida que llevan, cometen homicidios.
En Bogotá se les llama «gamines», en España, «golfos», en otras ciudades, «pungas» o «vagos», pero todos por igual son víctimas del desamor y la indiferencia. Y su destino es la droga, la agresión, la cárcel y la muerte.
¿Habrá algo que nosotros, los adultos de este tiempo, podemos hacer? Sí, lo hay. En primer lugar, debemos reconocer la honda herida que motiva este comportamiento. Ellos son quienes son, y hacen lo que hacen, porque son víctimas de una sociedad que los ha herido, desamparado y abandonado.
Luego debemos levantar nuestra voz para hacer que tomen conciencia todos —padres, maestros, clérigos, autoridades— de que no hay modo de justificar el abandono de nuestros niños. La realidad es que son nuestros, y su comportamiento refleja el mal que aflige a nuestra sociedad.
Algo más. Padres, cuidemos con amor y atención a los hijos que todavía tenemos en casa. La Biblia dice: «Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor» (Efesios 6:4).
Pidamos de Dios la sabiduría espiritual para librar a nuestros hijos de la ruina moral. Si Cristo es nuestro Señor, hará de nuestro hogar un nido de paz. Invitémosle a que sea el huésped invisible de nuestro hogar. Así aseguraremos a nuestros hijos.

jueves, 2 de junio de 2011

«QUIERO QUITARME LA VIDA»

«Desde hace unos tres años tengo [deseos] de quitarme la vida, ya que desde niño mi vida fue muy dura. Salí a trabajar de mi casa a los siete años. Ahí me trataban como si fuera un animal. A los diez años fui a otro lugar. Ahí quisieron abusar de mí. Entonces escapé de mi ciudad. Tuve que viajar en camión treinta y seis horas sin comer, con frío.… Luego me dediqué a robar, pero después de dos años pude superar ese vicio. Aún me acuerdo [de] todo mi pasado, y cada vez que me acuerdo, quiero quitarme la vida.…
»Prefiero estar aislado y solo, sin que nadie me diga nada. ¡Por favor, ayúdenme!»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimado amigo:
»Gracias por haber tenido la confianza de escribirnos. Sabemos que es probable que le haya costado trabajo contarnos su caso, pero nos alegra de que se haya animado a hacerlo. El hecho de que haya pedido ayuda es el primer paso para recuperarse de la manera desastrosa en que se le trató cuando era niño.
»Tenga la seguridad de que Dios no quiso que a usted se le tratara así. No fue esa su voluntad, ni le agradó en absoluto. Es más, cuando su Hijo Jesucristo anduvo en esta tierra, solía emplear como ejemplo a un niño, y dijo que a cualquiera que hiciera tropezar a un pequeño, más le valdría que lo arrojaran a lo profundo del mar para que se ahogara.1 Con eso Jesús daba a entender que el hacerles daño a los niños es un pecado que Dios castigará con la mayor severidad.
»El plan de Dios es que cada niño tenga una madre y un padre amorosos que lo cuiden, lo críen y lo amen. Sin embargo, los padres de usted no siguieron ese plan de Dios para la vida de ellos.... Así que lo trataron como no debiera jamás tratarse a un niño. Sus problemas pasados y presentes son la consecuencia natural de los pecados que cometieron sus padres.
»¿Es justo que usted sufra por los pecados de ellos? ¡No, de ninguna manera! Pero la vida no es justa. Siempre que las personas puedan tomar sus propias decisiones, escogerán mal con frecuencia, y sus decisiones tarde o temprano harán que otros sufran....
»Usted no puede cambiar su pasado, pero sí puede cambiar su futuro. No puede escapar de lo que ya ha sufrido, pero sí puede comenzar una nueva vida. En primer lugar, acepte el hecho de que Dios lo ama y tiene un plan maravilloso para usted. Luego pídale que le perdone sus pecados y que lo acompañe todos los días por el resto de su vida. Cuando hable con Él en oración, sentirá que Él lo estrecha entre sus tiernos brazos, y sentirá también su amor profundo.
»Le sugerimos que consulte a un médico y le hable de sus pensamientos acerca del suicidio. Es probable que usted necesite algún medicamento que lo ayude a regular cualquier desequilibrio químico que pudiera haber en su cuerpo.
»Le deseamos lo mejor,