sábado, 25 de junio de 2011

LOS CELOS: «EL NO SABER... ME ESTÁ MATANDO»

«Tengo sospechas de que mi esposo me es infiel con la muchacha de los quehaceres domésticos que tenemos en la casa. No sé si ya tuvieron relaciones sexuales, pero presiento que está a punto de pasar. Creo que lo mejor es sacar a la muchacha, pero la angustia me está matando, el no saber si pasó algo o aún no....

»Estoy desesperada y no sé qué hacer.... [No] he podido conciliar el sueño y tampoco logro comer más de un tiempo, por la desesperación y angustia de no saber lo que está pasando. Si hubo algo, mi esposo no me lo va a decir, y creo que ella tampoco.»

Este es el consejo que le dio mi esposa:

«Estimada amiga:

»... ¿Es esta la primera vez que usted sospecha que su esposo le ha sido infiel? ¿Qué pruebas tiene de que algo así realmente está sucediendo? ¿Desconfía de su esposo en otros aspectos? ¿Le ha mentido él alguna vez? Si ha sospechado que ha habido relaciones con otras mujeres en el pasado, ¿qué pruebas tuvo en esas ocasiones?

»Debido a que está tan alterada, no nos dio usted ninguna razón por la que crea que hay algo entre su esposo y su empleada doméstica. Reconoció, más bien, que no sabía si la relación entre ellos era sexual. Dijo que presentía que estaba a punto de pasar. Si no tiene usted más que sospechas, sin prueba alguna a la cual señalar, y sin embargo está tan trastornada, yo tendría que suponer que usted tiene una imaginación febril, que es una persona muy emotiva, y que es propensa a tener celos sin motivo alguno.

»Ahora bien, si tiene pruebas presentes y pasadas de que su esposo le ha sido infiel, entonces sí tiene usted motivo de mantenerse alerta con relación a otras mujeres. En ese caso, no me parece aconsejable que tenga una empleada doméstica que no sea una mujer mucho mayor que ustedes. Además, reconsideraría si debiera o no seguir teniendo una relación conyugal íntima con un hombre que bien pudiera tener alguna enfermedad venérea.

»La raíz de su problema es que usted no confía en su esposo, y es evidente que tampoco es usted su mejor amiga. Dios no diseñó el matrimonio para que fuera de ese modo. Cuando Él estableció en el principio que el hombre y su esposa «se funden en un solo ser»,1 se refería a que están tan íntimamente ligados en lo emocional que pueden tener absoluta confianza mutua. Comienzan a saber exactamente qué siente y qué piensa el otro. No hay nada en absoluto que se interponga entre ellos porque están unidos y no separados. Este es un designio divino, y no hay relación que pueda comparársele.

»Cuando tanto el esposo como la esposa han puesto su fe y su confianza en Jesucristo, esa relación es aún más estrecha. Como basan sus creencias en la Biblia, hay menos margen para desacuerdos. Y como Dios está a su lado para ayudarlos, es más difícil separarlos. Ambos confían en Dios y se tienen confianza mutua.

»Con afecto fraternal,

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