lunes, 23 de noviembre de 2009

Aplicación

La mayoría de los alumnos en la clase de adultos tienen un papel qué desempeñar en el hogar. Puede ser un hijo que cuida de un padre anciano; puede ser un padre y una madre que están criando a sus hijos en el temor Dios; puede ser un padre o una madre que vive solo criando a sus hijos para que sirvan al Señor; puede ser una pareja anciana que tienen hijos que tienen sus propias familias. En cada caso, Cristo desea que exista armonía entre sus miembros. Las tensiones en una relación -entre padre e hijo, entre cónyuges, entre hermanos- pueden causar que otras amistades y relaciones se desintegren.

Tener paz con Dios es el primer requisito para cada individuo en el hogar. Cuando la dedicación espiritual de un miembro empieza a menguar, pronto habrá conflictos. Cada miembro debe guardar su relación personal con Cristo y a la vez permitir que el Espíritu Santo cultive en él el fruto del Espíritu. El amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza... todo este fruto es esencial para que uno se lleve bien con los demás.

Sin excepción, no existe un hogar donde no haya conflictos y tensiones. Aún somos humanos y sujetos a los fracasos. Pero el Espíritu está presente para ayudar a los miembros del hogar que desean tener esa armonía sobrenatural.

¿Es correcto usar este pasaje de esta manera?: ¿Existen circunstancias en que Dios se complace del divorcio? ¿Qué puede hacer la Iglesia para combatir la actitud irresponsable que el mundo tiene hacia el matrimonio? ¿Qué papel desempeña el marido en un matrimonio cristiano?: ¿Cuáles son los principios fundamentales de las relaciones entre cristianos?.

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